¿Al regular Uber, se frenan los nuevos Modelos de Negocios Digitales?

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Por: Álvaro Portugal Cifuentes. Presiente de Chiletec (Asociación de Empresas Chilenas de Tecnologías)


A raíz de la reciente denominada “Ley Uber” -la cual fue aprobada por la Comisión de Transporte de la Cámara de Diputados y que busca regular el funcionamiento de las plataformas de transportes- queremos entender si realmente estamos en el camino correcto, incorporando los criterios adecuados para los nuevos entornos de la economía digital.

Limitar las flotas de vehículos, postulando a través de un concurso público, es uno de los principales objetivos de esta ley; el borrador también incluye una serie de obligaciones que los operadores (“choferes”) de estas compañías -como Uber y Cabify- deberán cumplir, si finalmente es aprobada. Tener licencia de conducir profesional y seguros obligatorios por daños a terceros, son algunos ejemplos, los cuales indudablemente tienen ventajas y desventajas en cuando su aplicación.

Lo complejo de esta iniciativa, es que mediante una propuesta de ley se pretende regular los nuevos modelos de encuentro entre la oferta y demanda, usando como resguardo, el interés por definir obligaciones mínimas para asegurar una adecuada calidad de servicio y protección para los usuarios. De hecho, si bien, por consenso se busca potenciar la protección a los consumidores y velar por condiciones mínimas de servicio, para muchos resulta una sorpresa la incorporación de limitaciones al modelo de negocios.

Actualmente, estamos en una era de Transformación Digital, donde la innovación y la tecnología son la base. Durante los últimos años, se han ido introduciendo nuevos productos y servicios, así como también nuevos procesos y modelos de negocios, generando importantes cambios en la organización industrial como en el diario vivir de los ciudadanos.

Muchas industrias han tenido que innovar, reinventarse y/o migrar a medios digitales para seguir participando en el mercado. La industria musical y de la televisión son un claro ejemplo.

En el 2004, las compañías disqueras atravesaban por una crisis en donde sus ventas disminuyeron hasta un 40%; la industria necesitaba reinventarse, su camino fue el formato digital, lo que le permitió repuntar sus ganancias aumentando un 50% de sus ingresos totales. Millones de usuarios dejaron de lado la compra de CD´s, y prefirieron descargar y/o escuchar sus canciones en línea; ya en el año 2016, el negocio del streaming había crecido un 60,4%.

Según estudios de la Asociación de Internet MX, actualmente el 37% de los usuarios prefieren escuchar música online, mientras que sólo el 10% prefiere hacerlo de manera tradicional, y el 49% lo hace de ambas formas. A estos datos, sumamos los entregados por Shaping The Future Implications of Digital Media for Society del Foro Económico Mundial, quienes aseguran que el 50% de los millennials pagan por algún servicio de entretenimiento en línea, donde el líder del negocio es la plataforma Spotify, la cual cuenta en la actualidad con más de 50 millones de usuarios.

De esta forma entendemos que la crisis no la vivió la música en sí, sino más bien su modelo de negocio. Algo similar sucedió con la industria televisiva. Según GfK Consumer Choices, en 2014 el 96% de los jóvenes entre 18 y 24 años reconoció ver TV al menos una vez a la semana, mientras que este año la cifra cayó a un 86%.

La principal causa del desencanto de la televisión tradicional se debe al ingreso de nuevos actores en escena, como los servicios de streaming, empujados por la masificación de las tabletas y celulares, que permiten un mayor control al usuario para reproducir contenidos.

Hoy, Netflix -el actual protagonista de la TV vía streaming- posee más de 62 millones de suscriptores; mientras que, en Chile, más del 10% están suscritos a algún sitio de TV online.

Esto, nos da a entender que las industrias y modelos de negocios deben ser modificados según está nueva era de transformación digital, con leyes y regulaciones que potencien la innovación y progreso, asegurando la protección de los consumidores, pero que, a su vez, no pretendan incluir limitaciones artificiales a la innovación. Si frenamos las nuevas tecnologías con reglas del siglo pasado, es difícil avanzar.

De esta forma, lo que está en discusión detrás de este tema, no es Uber como tal, sino más bien es analizar cuáles son los mecanismos de encuentro de oferta y demanda a través de los medios digitales en el mercado de transporte. Las regulaciones deben adecuarse a las nuevas tecnologías y modelos digitales, evitando seguir los patrones antiguos, es la única manera de avanzar.

Generar discusiones como estás, es fundamental. Debemos evitar que, a través de legislaciones estrictas y basadas en modelos de negocios pasados, sean verdaderas trabas en esta nueva era digital.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

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