Un Gobierno Cercano a la Gente

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Por: Sebastián Piñera E. Presidente de la República de Chile


Nuestra gran misión que inspira todas y cada una de las iniciativas de nuestro gobierno es alcanzar, dentro de la próxima década, un desarrollo integral e inclusivo que nos permita transformar a Chile en un país desarrollado, derrotar la pobreza, mejorar sustancialmente la calidad de vida de todas las familias chilenas, avanzar hacia una mayor igualdad de oportunidades, proteger nuestro medio ambiente y modernizar nuestra democracia, Estado e instituciones.

Este propósito, nuestro sueño compartido de un Chile libre, próspero, justo y solidario, no puede hacerse realidad si no contamos con la participación y el esfuerzo de todo el país, si no potenciamos la libertad y creatividad de todos, porque Chile somos todos, lo soñamos y lo construimos entre todos, día a día, con la suma de nuestros esfuerzos.

En esta cita con la construcción de un futuro mejor para todos los chilenos nadie sobra ni puede faltar. Por ello, las regiones, comunas y cada localidad que compone nuestra loca pero maravillosa geografía deben cobrar el protagonismo que se merecen y aprovechar en plenitud su potencial, sin lo cual nuestro desarrollo sería incompleto.

En consecuencia, lograr un equilibrio en la ocupación del territorio y potenciar el desarrollo de todas nuestras regiones y comunas es un objetivo prioritario de nuestro gobierno. Por esa razón, fortaleceremos los gobiernos regionales y comunales, transfiriéndoles funciones, atribuciones y recursos. Pero también exigiremos una gestión eficiente, proba, transparente, cercana a la gente y que promueva una amplia participación ciudadana, acercándonos así al ideal democrático del gran Abraham Lincoln: ‘El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’.

El desarrollo integral e inclusivo al que aspiramos implica una fuerte y decidida apuesta por que todos los chilenos, cualquiera sea su condición social y el lugar de nuestro extenso territorio en el que habiten, cuenten con una sólida base de oportunidades y seguridades, que les permitan desplegar sus talentos y llegar tan lejos como su voluntad y esfuerzo se los permitan.

Para alcanzar un desarrollo integral e inclusivo debemos, por tanto, convertir a Chile en un país donde imperan la libertad, el progreso, la justicia, la solidaridad y la igualdad de oportunidades. Después de todo, no hay nada más progresista que el progreso, ni más retrógrado que el estancamiento.

Este anhelo, que estoy seguro comparto con la abrumadora mayoría de mis conciudadanos, supone, además, un fuerte espíritu de diálogo, la búsqueda de amplios acuerdos y la voluntad de colaboración de todos los sectores de la sociedad. Esta es la herramienta clave del progreso y la gran lección de nuestra historia: cada vez que nos hemos unido hemos cosechado nuestros mejores triunfos, pero cuando nos hemos divido y confrontado como enemigos, la cosecha siempre ha sido amarga.

Por ello, debemos sumar y no antagonizar, extender la mano y no empuñarla, poner generosamente lo mejor de cada uno para el bien de todos, porque todos tenemos algo valioso que aportar y un derecho a una justa participación de los beneficios de la gran misión de transformar a Chile en un país verdaderamente desarrollado.

Sólo así podremos forjar esa gran alianza entre lo público y lo privado, entre el Estado, la sociedad civil y los ciudadanos, que nos permitirá, como primer país de América Latina, contarnos entre las naciones desarrolladas del planeta.

Ese es mi sueño para Chile: todos juntos soñando, dibujando y construyendo esa patria grande, libre y buena que legaremos a nuestros hijos, nietos y los que vendrán.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

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