Por: Constanza Schaub R. Periodista de la Universidad Católica del Norte. Editora General Web Channel www.perrosymas.cl. Activista temáticas de Género
- Lo felicito Tomás González. ¿Cuántas medallas tiene en el cuerpo?
- Muchas
- ¿Qué tiene más, medallas o pololas?
- Medallas
- ¿Y qué preferiría tener más?
- …
Así, a pocas horas de producido el quinto femicidio en menos de tres días, el presidente Sebastián Piñera frente a los deportistas de los Odesur hizo una vez más gala de su escaso tino y pésimo gusto a la hora de hacer humor.
Y no es ser grave impactarnos con este nuevo desacierto porque con total ligereza nuevamente las mujeres somos llevadas a la condición de objetos, de trofeos para los “campeones” que, no logro descifrar por qué, necesitan reforzar su condición de machos alfa de lomos bien plateados y pechos peludos de cuando en cuando. No es ser grave porque las consecuencias nos explotan en la cara y el relativismo nos sigue matando.
Curioso, por decir lo menos, me parece que nuestra primera autoridad sí tuviera voz firme para defender el accionar de un carabinero que vio expuesta su integridad y repelió a tiros la desobediencia de un conductor de Uber. ¿Qué tal si la efectiva hubiese sido mujer? ¿Por qué no escuchamos con la misma vehemencia su condena a los cinco asesinatos a mujeres ocurridos en pocas horas? ¿Por qué es su ministra vocera y no él, quien trata de poner paños fríos a este drama, otra vez elogiando una agenda de género de la cual poco y nada sabemos?
El nuevo chiste del presidente, que pasa a engrosar su listado épico de aquel en que “nosotras nos hacemos las muertas para que ellos se hagan los vivos”, el otro de la que “no es una dama”, o incluso aquel de ese 8 de marzo durante su primer período, en que con picardía y frente a una multitud hizo broma de que a su mujer a primera hora le había dado “su regalito”, sonrojando a la primera dama. No sé ustedes pero con tal referente creo que poco y nada podemos esperar de los ciudadanos de a pie, que sienten avalado su sexismo en cada una de las actividades que desempeñan. Si total el presidente lo hace.
El problema sustantivo es que vivimos de referentes y el discurso chistoso del presidente hace daño. Hoy por hoy las redes sociales estallan en grescas interminables entre las aludidas siempre empeñadas en luchar por la igualdad y el respeto, y otros temerosos de que la ola feminista los ahogue y termine por quitarles cierta cuota de poder, bastante imaginaria por lo demás porque hasta donde entiendo, ver al otro y otra como un semejante tan sujeto de derecho como yo, a nadie le bota la corona. Pero esto va en escalada y como la ética y el sentido común son valores extraviados, la violencia se sigue desatando.
“A veces las mujeres cavamos nuestra propia tumba. Hay cosas y situaciones que se pueden evitar”, comentaba una mujer ayer en Facebook tratando de empatar responsabilidades ante los últimos femicidios. Nelson Ávila, ex senador de la república vía Twitter planteaba, a propósito del record en matar mujeres: “¿Sabes cuántos homicidios hubo en el mismo lapso? La proporción entre mujeres y hombres asesinados es la misma que marcan históricamente las estadísticas.” Señor Ávila, por favor cuéntenos cuántos hombres efectivamente murieron en manos de sus parejas o ex parejas o fueron asesinados por otro hombre en una camorra de bar. Eso hace una gran diferencia.
En el mismo tono y pasando por alto toda forma, el Senador Francisco Chahuán en un encuentro privado, opina que a la ministra de cultura Alejandra Pérez “la debieron hacer salir a patadas, a patadas”. Y es que parece que es difícil crear cultura, mucho más difícil de lo que pensamos y todavía, de capitán a paje, no medimos el peso de nuestras palabras.
Es hora de comenzar a hablar en serio. Es hora de pensar antes de disparar porque estamos viendo las consecuencias con muerte y no es divertido. Ya viene siendo tiempo de que los dichos y los hechos apunten a la misma dirección y nuestras autoridades prediquen con el ejemplo. Sabemos que cuesta, pero por lo menos que se vea el esfuerzo por cambiar porque no podemos más. Las palabras también nos están matando.
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