Por: Gastón Leiva Vidal. Jefe Técnico Unidad de Vigilancia Tecnológica. Corporación del Libertador
Hoy en día es muy difícil innovar, ya sea en productos o procesos, pues pareciera que está todo hecho, hasta que cada uno o dos años aparece una nueva tecnología o software exitoso y nos preguntamos, ¿Por qué no se me ocurrió a mí?, por otro lado, en ese período se generan miles de ideas en el mundo, y cada uno de esos nuevos creadores piensa para sí “Esta idea es única, el éxito está asegurado”, pero lamentablemente no es así, para validarnos buscamos información a través de google y al no obtener resultados, gritamos !Eureka!… y cuando queremos patentarlo nos informan que ya existe, lo que se traduce en una gran pérdida de tiempo y dinero.
Otro gran inconveniente que impide la innovación en Chile, es que la mayor parte de los resultados de investigación de las universidades e institutos no terminan siendo transferidos tecnológicamente al mercado, es decir, no se convierten en productos o procesos reales que den soluciones a los problemas de la sociedad, impidiendo así generar nuevos nichos de mercado, oportunidades de emprendimiento, crecimiento económico y una mejor calidad de vida.
Para cualquiera de las dos situaciones mencionadas anteriormente, es necesario conocer la situación actual del área en la que deseamos innovar, y una de las fuentes más ricas de información en este aspecto son las patentes inventivas, ya son el principal intrumento que utilizan los inventores para proteger sus creaciones. Además de ser una fuente totalmente descriptiva, nos dan luces de la tecnología que estará presente en el mercado en tres o cinco años.
Las tecnologías generalmente pasan por tres etapas muy marcadas; un resultado de investigación, aplicación industrial y su patentamiento, y por último, comercialización en el mercado. En las dos primeras etapas, la vigilancia tecnológica juega un papel fundamental ya que permite adelantarnos a la oferta del mercado, validar el grado de innovación de algún producto o proceso que deseemos comercializar y, por supuesto, reproducir la tecnología que no esté protegida en nuestro territorio.
Como ejemplo de estas etapas, un resultado de investigación que potenció a una de las materias primas más destacadas de nuestro país, fue el descubrimiento de las propiedades bactericidas del cobre, posterior a esto se continuó con el desarrollo de distintos inventos, como toallas y calcetines con fibras de cobre y finalmente la creación de un mercado y la comercialización de todos estos productos. Tiempo atrás me encontré con un amigo, el cual me comentó que su hijo había desarrollado un producto relacionado con este tema: su invento era una tijera con recubrimiento de cobre, la cual permitiría reducir la probabilidad de contaminación entre una parra y otra en etapas de poda o cosecha de uva, esta innovación hoy se encuentra en etapa de patentamiento, su inventor es un flamante rancaguino. Este caso es un claro ejemplo de innovación local y vigilancia tecnológica.
En los últimos 25 años, sólo un 11% de las solicitudes de patentamiento en nuestro país son realizadas por empresas, instituciones o personas chilenas. Es tarea de todos nosotros mejorar estas cifras, potenciar nuestro país mediante el desarrollo de investigación; nuevas tecnologías y la creación y exportación de nuevos servicios, saliendo de la zona de confort que históricamente nos ha entregado el extractivismo y los commodities.
La Región de O’Higgins por fin cuenta con una universidad estatal, que busca vincularse con el medio, aportando conocimiento en cada área productiva de la zona, por lo tanto su articulación las empresas e instituciones de apoyo al fomento productivo es fundamental, adquiriendo principal relevancia la Unidad de Vigilancia Tecnológica implementada por la Corporación del Libertador, la cual es financiada por el Gobierno Regional y su Consejo Regional mediante el Fondo de Innovación para la Competitividad. Esta oficina tiene por objetivo facilitar y apoyar el desarrollo tecnológico e innovación desde la academia hacia el mercado y todo el tejido empresarial, buscando entregar soluciones a problemáticas regionales y difundiendo sus resultados.
Estamos ad portas de concretar el Paso Froterizo “Las Leñas”, que traerá consigo una conexión directa con un nuevo mercado, por lo tanto la innovación debe ser el componente medular del desarrollo regional; desde una agricultura sustentable hasta un turismo que nos entregue una experiencia inolvidable, la radiografía ya está tomada, solo nos resta fortalecer nuestra ecosistema productivo.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.