[Opinión] Chile – Sociedad del Desdén: Estrés, Depresión y Suicidio

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Por: Carlos Cantero O. Geógrafo, Master y Doctor en Sociología. Académico, conferencista y pensador laico. Estudia la Sociedad  Digital y la Gestión del Conocimiento.  Fue Alcalde, Diputado, Senador y Vicepresidente del Senado de Chile


Cuando observamos cifras ilustrativas de la gravedad del problema de salud mental de los chilenos no dejamos de sorprendernos al comprobar empíricamente nuestras sospechas sobre los desbordes del modelo socio-económico.

Según los informes de la OCDE -referente en la institucionalidad económica y empresarial de Chile- en nuestro país un 80% de la población padece trastornos neuro-psiquiátricos sin diagnóstico ni tratamiento, representando el 23% de carga de enfermedades, razón que explica que el uso de antidepresivos se haya cuadruplicado. A nivel global Chile muestra un récord macabro del cual la autoridad se desentiende groseramente, somos el país con la segunda mayor tasa de suicidio y está creciendo, cada año 1500 defunciones son autoinflingidas y el 90% de los suicidas padecen de alguna enfermedad siquiátrica.  La Organización Mundial de la Salud (OMS-2017) en su informe “Depresión y otros Desórdenes Mentales Comunes”, coincide con el informe de la OCDE y advierte que más de 1 millón de chilenos sufre de ansiedad, y cerca de 850 mil padecen depresión.

El desdén se expresa como una forma de desprecio sutil, mimetizado, disimulado, fruto del ensimismamiento del ser humano y su culto al dinero. Se trata de un enfoque ideológico (con expresión política) que promueve individualidad, egocentrismo, egoísmo, que denota la ansiedad de estatus en las personas, la ruptura del sentido de comunidad, un vértigo social que limita la conciencia de las personas, que baja la espiritualidad y autoestima.

Este fenómeno es lo que he definido como el Síndrome del Desdén, tiene su causa basal en una visión político-filosófica  claramente materialista, minimalista de la dignidad y trascendencia humana, que promueve el individualismo, una visión muy debilitada de los bienes públicos, que desprecia el concepto de comunidad, exacerba la segmentación y la competencia en la sociedad.

Esa compulsión materialista ha tornado en una grave crisis ética y valórica, en la que se rinde culto al dinero por sobre todas las cosas, por cierto sobre la salud de las personas, las que son tratadas según el dinero que tienen, con muchas dimensiones del ser humano que se cosifican y terminan transándose como productos de mercado, una concepción extrema de neoliberalismo que se traduce en sociedad de mercado.

Resulta evidente que la salud mental se deteriora en Chile por razones endógenas a su modelo de desarrollo, según los datos del CEP, el 59% de las personas cree que el sistema de gobierno funciona regularmente, a lo que agregamos la convicción que los bienes públicos son de mala calidad, referimos los servicios de salud, educación, a lo que se agrega la grave inestabilidad laboral y malas condiciones remuneracionales, un sistema de jubilaciones perverso y mal gestionado, todo lo cual los expertos las asocian con el estrés, depresión, cáncer y suicidio.

El individualismo endógeno del modelo y consecuentemente de la sociedad toda, induce a pensar que la responsabilidad de todo lo que ocurre es personal o individual, esto se ve reforzado por el esmerado esfuerzo televisivo por idiotizar a sus audiencias con la banalidad de su programación: matinales, estelares, noticiarios, realitys, TV basura.  Refiero el concepto idiotizar en el más estricto sentido semántico heredado del griego “idiotes” aquellos que no se interesan por los temas de la polis (política), por los asunto cívicos propios de la democracia, que no desarrollan su pensamiento crítico y valoran que los medios de comunicación le entreguen todo el contenido predigerido o ya procesado.

En este contexto de individualismo autogenerativo: individual, social y comunicacional, el sistema no cuestiona el modelo socio-económico sino al individuo, que se autoculpa de lo que le ocurre aún cuando la causa sea estructural o endógena al sistema, en este proceso se debilita su autoestima, afectando su estado inmunológico, la condición depresiva se agudiza, el individuo pierde su capacidad de reacción, se acortan sus redes sociales, se aísla en sinergias negativas.

Noam Chomsky, caracteriza este proceso como un “Reforzar la auto-culpabilidad”, se esconde la raíz de los problemas sociales, el individuo (hombre o mujer) cree que es culpable de su propia desgracia, ya sea por capacidad, compromiso o esfuerzo. Las víctimas de violencia no reaccionan ni denuncian los abusos incubando un sentimiento conformista y de culpa preguntándose ¿Qué abré hecho mal?, con la consecuente inhibición a la acción propia de la depresión.

El ser humano es individual pero también social; es racional y  emocional; tiene una dimensión física pero también espiritual.  El síndrome del desdén surge cuando se exacerba lo primero y se minimaliza lo segundo, es un trastorno mental, que en este caso por su extensión social se constituye en la epidemia de nuestro tiempo, se observa en las relaciones personales e interpersonales (sociales), alcanza también a las relaciones con las cosas, los valores, la ética, los sentimientos, las emociones, incluso la vida de las personas cuando constatamos la violencia comunicacional y física entre nuestros niños y adolescentes, que no son sino sólo el reflejo de la violencia de los adultos en su entorno.

Un tema asociado a este proceso es la invisibilidad de algunos problemas de alto impacto social, que quedan ocultos detrás de otros temas que adquieren más resonancia, que tienen más gestión en las redes sociales, vocerías más activas o comprometidas, mejor prensa o grupos de interés de mayor potencia.  Cuando se produce esta sincronía esas temáticas adquieren cobertura mediática, notoriedad y sentido de urgencia en la agenda pública, aun cuando esto invisibiliza otros asuntos tan o más urgentes e importantes.

La visibilidad de un tema es lo que determina si entra o no en la agenda pública, lo que puede ocurrir desde arriba hacia abajo cuando se trata de grupos de poder que ejercen su lobby o tráfico de influencias vinculados al poder político, económico, espiritual, etc, o de abajo hacia arriba, cuando los que promueven un tema de su interés están en la sociedad civil o grupos de poder sectoriales, en ambos casos (top-down o bottom up) se produce la visibilización de un asunto, pero, también se genera lo que se denomina procastinar (del latín procrastinarepro, adelante, y crastinus, referente al futuro), refiere a la acción de postergación o posposición.  Se postergan los temas más importantes y urgentes, actividades o situaciones que deben atenderse con inmediatez, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes, o de mayor simpatia en las audiencias, al menos las más bulliciosas, son más cómodas o funcionales a los poderosos grupos de interés.

El Estado chileno se desentiende de la realidad que estamos caracterizando, como si esto fuera un problema de las personas, un asunto de cada individuo.  De hecho la salud mental en el sistema público es el servicio de más alta indignidad: un presupuesto prácticamente inexistente; las políticas públicas marginales; consecuentemente no se conocen sus programas ni campañas de prevención; la infraestructura para la salud mental es de toda indignidad al observar esos centros en todo el país; no se aprecia consciencia del problema aunque, en realidad, todo indica que se trata de otro desborde ideológico economicista del sistema.  No hay ayuda psiquiátrica disponible en el sistema público para tratar los trastornos que el propio sistema genera en las personas, solo se la encuentra en el sistema privado  siempre que se tenga el dinero para pagar en forma particular la consulta y tratamiento.

Esta cosificación del ser humano llega a tal extremo que el propio Ministerio de Salud intenta limitar el número de licencias médicas a cada facultativo, según un promedio nacional, sin distinción de especialidad ni ningún criterio objetivo, disposición abusiva al punto que la Corte Suprema admitió a trámite un recurso de protección interpuesto por Marcela Rodriguez, destacada siquiatra del sistema público de Concepción, por estimar dicha medida es arbitraria e ilegal, a lo cual le agregaría al estilo Bombo Fica (sopechosa la …….) que presenta claros visos de corrupción y concomitancia con órganos privados de administración de salud.

La visión minimalista del ser humano también se observa en la manipulación comunicacional, la gestión de las emociones en la comunidad, por ejemplo, frente a los suicidios.  Es habitual la información de los suicidios como el caso de los adultos mayores que hacen por las indignas condiciones en que llevan su vida de seudo-júbilo; o los que ocurren en lugares públicos emblemáticos, como un llamado de atención a la comunidad nacional, en algunas estaciones del metro, ciertos lugares propios de cada ciudad, en Santiago son icónicos los suicidas del Costanera Center, que se lanzan al vacío desde el 5º piso de ese centro comercial.  Es de culto el manejo o manipulación emocional de los medios, pero nunca se preguntan por las causas que indujeron a esa persona a tomar esa dramática decisión, su contexto sico-económico-social.   Lo que ocurre en la salud pública chilena, en el sistema de pensiones, ayuda a acrecentar y agravar los problemas de salud mental, existen programas educativos, preventivos o de toma de consciencia de estos problemas sociales.

El modelo de desarrollo chileno requiere correcciones, poner en equilibrio el rol de los bienes públicos y los privados; el rol del Estado y el mercado; las normas de mercado con las normas éticas; donde la competencia debe reconocer espacios de colaboración; lo individual debe dar espacio a lo comunitario;  con una mejor distribución de los frutos del desarrollo.

No matemos la gallina de los huevos de oro, un buen sistema que debiera tornar a los principios orientadores de la economía social de mercado, se ha transformado en un brutal sistema de economía de mercado que, a juzgar por la deriva que toma el sistema va hacia una sociedad de mercado, donde todo se transa sin Dios ni ley, donde la adoración al dinero a terminado con las instituciones mal olientes y corruptas. Si no corregimos a tiempo, promoviendo un nuevo pacto social, luego de la etapa del desdén seremos testigos de un caos relacional, en la política ya se visualiza, lo mismo en la iglesia y las instituciones militares y públicas.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


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