[Opinión] La evolución natural de un vino

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Por: Andrea Espinoza. Abogada. Magister en Derecho LLM, PUC. Especialista en Derecho Público, Administrativo y Arbitraje. Socia de proyectos vitivinícolas. Escritora independiente y columnista de vino


Entre los meses de marzo y abril en el valle central de nuestro país, se producen las cosechas de las vides, un sin número de casas de vinos anuncian con mucho entusiasmo sus vendimias. Ellas están acompañadas de diversas actividades en las que participan tanto locales como visitantes de las diversas fiestas que se desarrollan en torno al vino.

Ante el acto previamente descrito que podríamos denominar la gestación del vino, cabe hacerse la pregunta ¿cuál es la evolución natural que debiera experimentar un mosto?, entre las múltiples etapas en las que se puede encontrar el jugo de la vid, está el nacimiento, desarrollo, apogeo y declive, en las tres últimas dimensiones nos podríamos encontrar en estado de guarda y envejecimiento, pero en este andar homologable al trayecto que cursa el ser humano, debo anticiparles que no todos los mostos tendrán un buen final, debido a que todos los vinos no reúnen las mismas características y recomendaciones para su consumo, debemos distinguir entre los vinos jóvenes (1- 2 años); crianzas (3 – 5 años ) y reservas (5 – 10 años), en el transcurso de su guarda es factible que muchos de ellos pierdan propiedades o vean alterado su desarrollo por diversos factores, no es menos cierto, que los amantes del vino conocen de los bemoles que experimenta el jugo de la vid, en su natural desarrollo, muchos de los vinos que se encuentran en procesos de guarda no alcanzarán su apogeo, por ende conocer flamantes historias de aguardas entradas en años, descollantes de virtudes al descorchar un mosto, es como encontrar una aguja en un pajar, ello solo es factible en grandes vinos de grandes añadas.

Ahora bien, es cierto que existen vinos que requieren su tiempo para llegar a su plenitud o madurez, pero en ese andar también existe un gran número de mostos que se estropearan al ser guardados por más de una anualidad. Por ello los conocedores y aficionados a la guarda de vinos, requieren cada cierto tiempo visitar sus cavas, revisar algunas botellas, lo que les permitirá poder apreciar los procesos evolutivos que adquieren los mostos y con ello retirar en la oportunidad justa la botella que les permitirá maridar el banquete perfecto.

Sugerencia, “Don Maximiano”, ensamblaje, Viña Errazuriz, cosecha 2016.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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