En la costa de la nueva región, se encuentra uno de los paisajes con mayor biodiversidad e historias desconocidas de poetas, cantores y artistas. Un lugar con memorias que busca ser preservado por un grupo de voluntarios que están documentando los rostros, voces, flora y fauna de esta comuna
Estamos en los albores de una nueva región para Chile. Una región por la que todos luchamos mucho tiempo, con la firme convicción que estamos en territorios de grandeza. Héroes de la patria, poetas y cantores. Pero el patrimonio va más allá de esto, está en las personas y la cultura que cada día creamos, con gran parte de ella que está aún por descubrirse.
Sabemos que en Ñuble tenemos magia, vida, historia y porvenir, pero ¿cuánto sabemos de la riqueza de nuestra tierra? ¿Sabemos con certeza reconocer los 6 tipos de copihues endémicos de Cobquecura? ¿Sabemos las canciones que cantaban nuestros abuelos y bisabuelos en los campos cuando ni si quiera se conocía la palabra radio? ¿Tenemos clara la realidad de la flora y fauna local?
Uno de los objetivos planteados en este desafío es documentar -antes que desaparezcan- la vida, oficio y legado de cantores, poetas, tejedores en telar y otras personas que conforman el patrimonio vivo de la comuna y se transforma en una prioridad motivada por el deber ser. Historias que se suman a la de milenarias comunidades que vivieron en la zona previo a la llegada de los españoles y que dejaron vestigios de cerámicas y cacharros funerarios precolombinos aún no estudiados en profundidad.
Junto con el rescate del folclore, esta iniciativa busca evidenciar y resguardar la flora endémica, que cuenta con más de 3.000 variedades de plantas; que incluyen la pulla, el chagual, el queule, el copihue cobquecurano, entre otras más conocidas y otras más por descubrir; porque no existe claridad sobre el real patrimonio biológico de esta zona.
Y son precisamente estas preguntas y realidades las que mueven a un grupo de voluntarios liderado por Silvia Fernandez-Stein, directora del Ecomuseo Voces de Cobquecura; apoyada como parte del equipo por Ricardo Gonzalez, cineasta y director ejecutivo de aquinosvemos.cl; Pablo Escobar, cineasta y director de IDEOLAB, además de profesor de la Universidad del Bio Bio; Eduardo Rapiman, destacado artista mapuche; Andrés Fuenzalida Cobos, periodista y docente, Magister en Comunicación Estratégica y Patricio Paniagua, cineasta y director ejecutivo de Azul Producciones.
Uno de muchos ejemplos de este rescate de la tradición se dará cita este sábado 13 de abril, a las 13 horas en la casona patrimonial de Independencia 98, donde Iris Venegas, cantora cobquecurana de 83 años, rememorará junto a la agrupación musical chillaneja Peñihuén las canciones que su madre compuso y que le cantaba cuando era niña.
A las entrevistas de locales, se suman conversaciones con expertos como Eric Chait-Mujica, empresario ganador del Premio Avonni a la innovación 2011 y autor del libro “El Copihue: la flor nacional de Chile”; sumando a Berta Inés Concha, editora, librera y directora fundadora de Liberalia Ediciones y Javier Seltzer Concha, especialista en diseño paisajístico.
Este grupo de voluntarios se suma a iniciativas independientes como el Centro de Conservación Marina frente a La Lobería (en etapa de anteproyecto) impulsado por los arquitectos de la Universidad de Valparaíso Iñaki Madinagoitía y Francisco Moya; además del Proyecto Jardín Botánico Chagual, impulsado por la directora de colecciones María Victoria Legassa, que proyecta conservar plantas nativas de clima mediterráneo chileno en sectores de la misma localidad.
Todas estas ideas convergen con la misión de rescatar y conservar el patrimonio vivo, cultural y biológico de Cobquecura. Sí, el mismo epicentro del terremoto del 27F de 2010. El mismo lugar que fue declarado zona típica en año 2005. La misma tierra de las loberías cerca de la playa; ambos hitos dentro de la categoría de monumentos y patrimonio nacional.
Aquí la meta es más grande que la mantención de lo que ya tenemos; es sumar valor a partir de la concientización, preservación y transmisión de la historia, presente y futura, tanto humana como biológica, de uno de los lugares más hermosos de nuestra nueva región.