Por: Daniel Ascencio. Director Centro de Negocios Sercotec Quilicura
En la actualidad el emprendimiento dejó de ser una segunda opción ante la búsqueda de nuevas oportunidades o de la cesantía, pues ahora se consolida como parte de la carrera profesional de millones de chilenos y ha ido mutando su perfil a través de los años. Si bien a inicios del siglo XXI casi no se hablaba de emprendimiento en el país y quienes emprendían en negocios propios eran mayoritariamente hombres maduros, hoy el 57% de los emprendedores chilenos tiene entre 25 y 34 años, según un reciente estudio de Corfo que abordó el período 2001-2016.
Otro dato no menor y que vale la pena mencionar, es que según el Boletín “Microemprendimiento en Chile 2018”, del Ministerio de Economía, a nivel nacional en 2017 se identificaron 1.992.578 microemprendedores, un 9,9 % más que 2 años antes, lo que representa el 22,3 % de la fuerza laboral del país, datos que dejan en evidencia que la irrupción del emprendimiento, como forma de vida y trabajo, ha comenzado a consolidarse en el último tiempo.
Según Corfo, el promedio del emprendedor llegaba a los 55 años en 2001, sin embargo, hoy 17 años después, esto ha cambiado de manera radical, lo que principalmente se debería a la inserción de la tecnología tanto en la vida diaria de nuestra sociedad, como en la actividad emprendedora vinculando la comunicación digital al marketing.
En el mundo dinámico y cambiante en el que vivimos, la tecnología se presenta como una gran oportunidad y herramienta fundamental para que los emprendedores puedan dar a conocer sus productos o servicios y, además, puedan tener una fluida relación con las necesidades de sus clientes o consumidores, lo que abre grandes horizontes para crecer en sus negocios, a consecuencia del mayor alcance que pueden lograr, ya no solo con sus páginas web, sino que también a través de las redes sociales.
Junto con los factores mencionado anteriormente, a los que debemos agregar el acelerado avance tecnológico, también ha crecido notablemente la inserción de la mujer en el mundo microempresarial, cultural y económico, ámbitos que años atrás estaban fuertemente dominados por el machismo. Así lo comprueba el boletín del Ministerio de Economía, según el cual entre 2015 y 2017, la cantidad de mujeres aumentó en un 11,7 % y en los últimos 10 años un 20%.
Además, al ser un ente nuevo en este “círculo”, la mujer ahora comienza a emprender desde una edad más temprana y es un factor fundamental en la sobrevivencia de los nuevos negocios, ya que está comprobado que los emprendimientos con presencia femenina tienen en promedio una mayor tasa de sobrevivencia en nuestro país, lo que es muy positivo y valorado por el ecosistema.
Así también no hay que desconocer el significativo rol que han cumplido las políticas públicas de distintas corrientes, que han concretado una amplia gama de iniciativas que han tenido como punto de encuentro la inclusión de pro emprendimiento de sectores antes injustamente marginados para este tipo de labores.
En consecuencia, es por tales motivos que el perfil del emprendedor chileno ha mutando significativamente en el último tiempo, y de continuar con estas tendencias en los próximos años, en especial los el de los cambios tecnológicos, lo seguirá haciendo a un ritmo mayor, lo que traerá como consecuencia que la fuerza laboral representada en el emprendimiento crezca de manera sostenida, junto con la disminución de la edad promedio del emprendedor y una mayor igualdad de género en este ámbito de la economía nacional.
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