[Opinión] ¿A qué nos referimos cuando hablamos de emprendimiento?

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Por: Alejandro Godoy. Autor del libro “Emprendimiento: Demoliendo Mitos”


No cabe duda que los conceptos «Emprender», «Emprendimiento» y «Emprendedores» han ido adquiriendo en nuestro país alcances de mucha mayor envergadura que aquellos contemplados en su definición original o de base.

Hoy emprender es, claramente, un verbo que abarca mucho más que la sola acción de iniciar un negocio que implique riesgo o dificultad, tal como lo señala el diccionario. Como consecuencia de lo anterior, al ampliarse el alcance de la definición, acogiendo bajo si, una serie de otras actividades o desempeños, se aumentará naturalmente el número de aquellos que pueden utilizarla para si mismos.

En nuestros días, emprender es, además del iniciar un negocio con alto riesgo o dificultad, casi un estilo de vida y por lo mismo, el ser emprendedor supone también para muchos de quienes así se auto-definen, una caracterización que les entrega una identidad colectiva y una asociación con grupos de pertenencia y referencia, proveyéndoles una dimensión final, prácticamente, de un rasgo de personalidad.

De esa forma, hoy podemos encontrar emprendedores que, paradójicamente, nunca han llegado a materializar un negocio, pero que miran la vida desde dicha perspectiva, generalmente asociada a la independencia laboral, a la persecución de sueños y anhelos propios y también, por qué no decirlo, vinculada a ciertas expectativas de progreso económico y movilidad social, que probablemente resultan completamente ajenas a las posibilidades que ofrece regularmente un desempeño laboral en condición de empleado o dependiente.

En consecuencia, al encontrarnos con tantas definiciones o auto-caracterizaciones en relación al ser emprendedor, el resultado de lo anterior será una amplia cobertura para la aplicación, bajo su manto, del concepto de emprendimiento. El cual, en su uso común abarca hoy, para ser sinceros, prácticamente toda forma de actividad remunerada ajena a un lazo de subordinación formal o empleo dependiente.

Lo que siempre fue un negocio (o el ejercicio de diversas formas de comercio) hoy es un emprendimiento.

La práctica ajena a una subordinación laboral de casi cualquier oficio (peluquería, sastrería, banquetería, gasfitería, conducción de un vehículo para el transporte colectivo, etc.) hoy es un emprendimiento.

Incluso, el ejercicio profesional independiente de muchas profesiones se ha llegado a entender también como un emprendimiento. El desempeño free-lance de periodistas, diseñadores, publicistas, nutricionistas y programadores, por ejemplo, hoy se representan, frecuentemente, como un emprendimiento.

Por lo mismo, reconociendo el derecho de todo aquel que así lo crea pertinente, de auto-denominarse como un emprendedor, la pregunta sigue siendo la que le da título a este artículo: ¿Qué es lo que entendemos por emprendimiento? y ¿Cómo entonces podríamos llegar a caracterizar (y así poder distinguir) cada una de sus diversas aplicaciones o categorías?

A continuación, una propuesta inicial que agrupa en tres niveles o capas la pirámide emprendedora nacional, a partir de datos oficiales e investigación propia.


  1. El Emprendimiento de Base:

Corresponde a lo que formalmente se conoce como microemprendimiento.

Según la encuesta del INE del año 2017 en relación a este tema, en nuestro país existe cerca de dos millones de personas que se definen a si mismos como micro emprendedores. De estos dos millones de microemprendedores, un 83% son trabajadores por cuenta propia. Es decir, la gran mayoría de estos emprendimientos da cuenta del desarrollo de actividades, fundamentalmente, de subsistencia (el 49% de estos microemprendedores alcanzan ganancias que solo llegan a los $257.500 mensuales), las cuales se ejercen en muchos casos a partir de circunstancias de desempleo estacional o prolongado (el 58% de los encuestados por el INE declara que su motivación para emprender fue «por necesidad»). Por lo mismo, es esperable, que un volumen significativo de estos microemprendedores puestos ante la alternativa de emplearse nuevamente en condiciones de mayor seguridad económica y posiblemente también, de mejores ingresos, se incline por esta opción.

Muchos de estos emprendimientos de base, corresponde a actividades de comercio al detalle ya sea, la reventa de productos adquiridos en condición de alguna oportunidad o ventaja competitiva o la comercialización de algunos bienes de producción propia, como alimentos preparados, sandwiches y otros. También se entiende bajo esta caracterización el ejercicio independiente de algunos oficios de baja o media calificación, como la mantención de jardines, la carpintería, la reparación de artículos domésticos, etc.

Un elemento que da cuenta de la alta informalidad para el desempeño de estos microemprendimientos se representa en el hecho que un 52% de las personas que los ejercen no ha iniciado actividades en el SII, un 38% lo ha hecho como persona natural y solo un 10% lo hizo como persona jurídica.


  1. El Emprendimiento de Baja Escalabilidad

En el horizonte de expectativas para muchos de estos emprendimientos está la puerta de acceso a lo que más adelante serán pequeñas empresas en nuestro país (aquellas con ventas entre 2.400 y 25.000 UF anuales), siendo una de sus principales características, la alta dependencia de su quehacer a las capacidades ejercidas directamente por sus gestores o dueños. Lo anterior tiene directa relación con el origen familiar que encontramos en la mayoría de éstos.

Es decir, estos emprendimientos, que en gran medida adquieren una condición de mayor formalidad que aquellos en el estadio previo, corresponden muchas veces, entre otros,  a un revestimiento de carácter «empresarial» del ejercicio libre de ciertos oficios o profesiones bajo el manto de «servicios de consultoría», también a diversas actividades de intermediación comercial (compra-venta) de variados bienes y en último término de actividades productivas a pequeña o mediana escala.

Otra de su característica es que en lo regular solo se enfocan en mercados locales o regionales y la innovación tiene un rol no relevante para establecerse o crecer.

Por lo mismo, operan en su gran mayoría con modelos de negocios conocidos y de baja incertidumbre (no confundir con la falta de certezas respecto a los resultados del negocio) y un componente importante de sus tasas de crecimiento se asocia directamente al capital invertido en ellos.


  1. El Emprendimiento de Alto Impacto

Es lo que se conoce formalmente como un «Emprendimiento» en una concepción que remite prácticamente de forma directa al vocablo en inglés Startup (aún no reconocido como un vocablo en español por la R.A.E.). Si bien la traducción resulta imprecisa y ambigua, es una realidad que los conceptos de emprendimiento (especialmente los de base tecnológica) y startup, aparecen íntimamente vinculados, siendo muchas veces utilizados alternadamente en diversas publicaciones.

En este contexto, si establecemos una equivalencia entre ambas palabras, podríamos remitirnos a las definiciones propuestas por Steve Blank: “Un emprendimiento es una organización temporal en búsqueda de un modelo de negocio escalable y replicable» o a la de Eric Ries «Un emprendimiento es una institución humana diseñada para crear un nuevo producto o servicio bajo condiciones de incertidumbre extrema».

Dichas definiciones resultarían, entonces, consistentes con aquellas que se extraen de las propuestas tanto por Schumpeter como Drucker para el concepto en inglés entrepreneurship, el cual se traduce también como emprendimiento, en una referencia que está más bien asociada al resultado de la acción de emprender que a una tipología  o caracterización de un negocio en sí mismo.

Éstas se construyen, fundamentalmente, sobre la asociación de los conceptos emprendimiento e innovación, restringiendo el quehacer de un emprendedor(a) a la creación de valor nuevo, diferente y superior en un mercado.

En el fundamento de este tercer nivel, se instala entonces la idea de asociar un emprendimiento con innovación y con incertidumbre respecto a su modelo de negocios. Nuevamente, no confundir con la natural falta de certezas respecto a los resultados del negocio a iniciar.

Por lo mismo, se podría establecer que un emprendimiento que se ubica en esta categoría, independientemente de su tamaño, una vez que encuentra y/o establece su modelo de negocio, transitaría entonces a la forma de empresa (y sus gestores a la de empresarios), ya sea ésta, pequeña, mediana o grande.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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