Por: Manuel Baquedano M. Sociólogo de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Fundador del Instituto de Ecología Política
La ola de calor que azotó al hemisferio norte durante el año 2018 fue el catalizador necesario para hacer emerger con fuerza y en todo el mundo un movimiento ciudadano de acción climática. Desde sus inicios, este movimiento se destacó por apelar a la desobediencia civil activa y por optar por la no violencia para enfrentar el calentamiento global y sus consecuencias más evidentes: el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Si bien antes ya se contaba con movimientos locales preocupados por el clima, hasta el verano pasado no existían movimientos globales con metas tan ambiciosas y con métodos tan desafiantes.
El primer movimiento es el más popular entre los jóvenes en edad escolar y fue impulsado por una sueca de 15 años llamada Greta Thunberg. El viernes 20 de agosto del 2018, Greta decidió no ir a clases y sentarse a protestar por la crisis climática frente al Parlamento de su país. Desde ese día, Greta repitió la misma acción todas las semanas y fue tanto el apoyo que recibió de sus pares que convocó a una primera huelga por el clima en Suecia el 7 de septiembre de 2018.
No se trataba de una manifestación más para llamar la atención sobre el cambio climático sino que fue desde sus inicios una acción rebelde: el uso de la huelga – la interrupción de una actividad, en este caso de carácter educativo- es desde ya una acción que apunta contra el sistema. El motivo era claro. En palabras de Greta: “Existe una emergencia inmensa que nadie considera una crisis. Quienes guían a los países se comportan de forma inmadura, hace falta despertar y cambiar las cosas”.
Hoy en día, el movimiento de los escolares moviliza cada viernes a cientos de miles de jóvenes en todo el mundo y ya han realizado dos huelgas mundiales por el clima; la última tuvo lugar el viernes 24 de mayo y participaron más de un millón de jóvenes en 110 países. La próxima huelga mundial se hará el viernes 20 de septiembre y Greta la encabezará desde Nueva York.
El segundo gran movimiento global por el clima nació en octubre de 2018 en Londres cuando miles de activistas ambientales y científicos, bajo el nombre de Extinction Rebellion (XR), bloquearon el Parliament Square para demandar por acciones inmediatas para frenar el cambio climático y la extinción de la biodiversidad (Greta también participó de esta acción). En esos días entonces, comenzó a gestarse una campaña ciudadana de desobediencia civil, pacífica, masiva y sostenida en el tiempo que enfrenta la crisis climática y ambiental y que presiona a la elite económica y política para que se haga cargo del calentamiento global.
El movimiento XR se extendió rápidamente por el mundo y hoy ya está presente en los cinco continentes. En menos de un año, sus principales demandas comienzan a ser reconocidas, debatidas y adoptadas por una parte importante de la ciudadanía mundial.
Las demandas son:
- Que las autoridades le digan la verdad a la gente sobre la gravedad de la crisis climática.
- Que se declare la emergencia ambiental para darle prioridad a las medidas que se consideran urgentes.
- Descarbonizar la economía y el sistema energético para el 2025.
- Formar consejos ciudadanos en distintos niveles para participar y fiscalizar las políticas que intentan frenar las consecuencias de la crisis ambiental.
Para lograr estas metas, estos movimientos se declararon en rebelión contra la actual estructura económica y política mundial ya que consideran que es la única manera de evitar el colapso climático y ecológico.
A finales de julio de 2019, más de 800 administraciones (sumando la estatales, regionales y locales) de 16 países ya habían declarado la emergencia climática y esta medida era objeto de debate en España, Portugal, Polonia, República Checa y hasta en la India.
Algunas de estas declaraciones no han pasado de ser una mera exposición de principios sin un contenido real y sin medidas concretas. El riesgo que se corre es grande si se generaliza esta actitud liviana frente a la emergencia climática: puede restarle seriedad al tema y terminar desacreditando al movimiento que la impulsa. Es por esto mismo que si la actual élite económica y política no reacciona a tiempo y con medidas concretas habrá que desplazarla pacíficamente. Esto es lo que consideran los nuevos dirigentes globales. Según esta perspectiva, una vez que se haya movilizado el 3,5 por ciento de los ciudadanos del mundo, es decir, unos 260 millones de personas, se estará en condiciones de generar una rebelión global contra la élite y, según sus cálculos, esto podría tener lugar en pocos años más, entre 2023 y 2025.
En los próximos días, el 20 y el 27 de septiembre, se realizará el primer gran ensayo de una huelga pacífica y planetaria por el clima y sabremos por sus resultados si nos encontramos frente a un hecho marginal o si más bien se trata del último intento del ser humano para evitar su extinción.
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