[Editorial] La Guerra de Piñera… y la oportunidad de un nuevo Chile

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Por: Richard Andrade C. Director de Poderyliderazgo.cl


Hoy Sebastián Piñera Echeñique tiene una oportunidad única para pasar a la historia de Chile… el correr de las horas dirá si fue aquel presidente que optó por el camino fácil de la represión, el miedo y el caos; o aquel mandatario que fue capaz de convocar a un gran pacto social, político y económico que siente las bases de un nuevo Chile, porque el actual ya no da para más.

Lamentablemente, el presidente Piñera se equivoca al decir al país que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso…” , una declaración innecesaria en un momento de crisis que solo instala el miedo y la sensación de caos total. Es una declaración que solo se justifica por la incapacidad de su gobierno, de sus ministros, para comprender y responder con respuestas políticas concretas  al grito de ¡NO MÁS! de millones de chilenos que exigen un nuevo orden social.

Desde principios de la semana pasada comenzó a latir con fuerza el corazón de los chilenos, especialmente de quienes viven en las comunas periféricas de Santiago, al ver como un puñado de jóvenes estudiantes promovía con timidez la evasión del pasaje del Metro.

Pasan las horas, pasan los días y los jóvenes ya no son tan tímidos… la gente, los trabajadores se suman a las acciones de evasión. En silencio se justifican, entienden lo que pasa como una oportunidad para desafiar al sistema en su conjunto, ese sistema económico y social sordo e insensible que exprime a diario a los chilenos desde al menos 30 años atrás.

Se trata de un pequeño susurro que con cada hora que pasa va tomando más fuerza hasta llegar a un grito que es escuchado en todo Chile y más allá, que obliga al gobierno a sacar a los militares a la calle, a decretar toque de queda en diversas ciudades del país… mientras las familias chilenas del centro, el sur y el norte desafían la institucionalidad golpeando con fuerza sus cacerolas para manifestarse contra un modelo socioeconómico que toca fondo y que se ha consolidado en base al esfuerzo y maltrato de los trabajadores, las pymes y los emprendedores, de la mano de una explotación depredadora de la riqueza natural que es incapaz de pensar en el futuro nacional.

En tanto, el mundo político trata de sacar réditos de la situación, declaraciones de uno y otro lado siguen ratificando la complicidad silente y acomodada de ellos en el tiempo, que de una u otra forma nos han llevado al escenario actual. Los dirigentes políticos siguen sumidos en el cálculo político de poca monta con miras a debilitar a su adversario, sin entender que su rol, hoy más que nunca, pasa por generar una propuesta país que permita dar respuesta a una sociedad chilena que ya no quiere más.

Llega la noche del domingo y el presidente Piñera se dirige al país. Su puesta en escena, es simplemente nefasta. “Estamos en guerra”, plantea decidido la máxima autoridad del país… una autoridad claramente superada, que no entiende el clamor de la gente. Su discurso se centra en la seguridad y el orden público, de agradecer a los militares y las policías por su actuar. Nada dice sobre las 12 personas que murieron en medio de estas manifestaciones durante el fin de semana, de como terminar con los desmanes y saqueos, ni mucho menos anunciar medidas concretas que vayan en la línea de generar un nuevo pacto social que genere beneficios para todos y no sólo para algunos.

En concreto, nada dice del tema de fondo y el sentir de un país que pide a gritos dar un vuelco radical en la forma de vivir y de esta forma terminar con la impunidad y privilegios de la clase política ante los hechos delictivos; a los abultados y desmedidos sueldos de los parlamentarios y las altas autoridades del país; a las alzas permanentes en los servicios básicos; al abuso institucionalizado del gran empresario con los trabajadores y las pymes; a la corrupción instalada en las diversas entidades públicas; al acceso a la vivienda propia; a las pensiones que no alcanzan para llegar a fin de mes; a la nefasta calidad de la salud y la educación pública y, por sobre todo, al permanente olvido e indiferencia absoluta a las demandas históricas de las regiones y sus habitantes.

Cuesta entender que aún sigan en sus cargos la ministra de Transportes, los encargados de la seguridad y el orden nacional del país, especialmente el director de la Agencia Nacional de Inteligencia.  Claramente, son autoridades sobrepasadas y con demostrada incapacidad para hacer frente a una crisis como la que estamos viviendo hoy, pues han permitido que el lumpen -el delincuente y el violentista- se apoderé de la noche para destruir todo cuanto esté a su alcance y capricho, provocando trastornos y, por sobre todo, miedo en la sociedad que se ve obligada a salir a la calles a defender sus barrios y propiedad.

Sebastián Piñera vive su propia guerra… y esa guerra la está perdiendo inapelablemente, pues está llevando a Chile a un pasado que nadie quiere volver a vivir una vez más.  Por el bien de Chile, de todos los chilenos, que prime la cordura y el sentido común en nuestras autoridades y sociedad en general.


 

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