[Opinión] La Intolerancia de los Tolerantes

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Por: Sergio Aravena F. Concejal de Olivar, región de O’Higgins


Hacer un diagnóstico sobre las causas e incluso intentar predecir las consecuencias del llamado “Estallido Social” es un ejercicio ya común entre los chilenos, ciudadanos comunes, políticos sobrepasados y hasta opinólogos. Sin embargo, los que auguran lo que se vendría en materia de paz social, medidas económicas, políticas y de seguridad, en su mayoría no se han detenido a analizar y pensar lo que ya estamos viviendo y se vendría en lo que respecta a “salud mental y polarización de las masas”.

En lo personal, me resulta preocupante escuchar día a día, en la locomoción colectiva, calles, lugares de encuentro, etc. la forma en que se expresan las personas, su intolerancia y “comprensión selectiva”, opiniones dominadas no por el juicio, sino que “contaminadas” por el odio, el prejuicio, el sectarismo y la absorción de comentarios o influencias negativas y que van en el sentido opuesto de los necesarios, consensos, acuerdos, respetos recíprocos y ánimos de encontrar conjuntamente soluciones.

Grave es escuchar la contagiosa ola de ofensas, leer de manera masiva a cobardes, que desde un teclado o un celular, atacan sin piedad y con extrema violencia a quienes piensan distinto. Si las palabras escritas en redes sociales mataran, pocos serían actualmente los sobrevivientes. Necesitamos recomponer la salud mental, deteriorada, dañada e infectada por los extremismos e insultos.

Curioso y asombroso es que quienes exigen “Libertad de Expresión”, “Diversidad”, “Respeto” y se llenan la boca autocalificándose de “manifestantes pacíficos”, ejerzan tal violencia verbal, escrita y hasta física contra quienes legítimamente puedan tener discrepancias. Por una parte dicen “luchar contra la censura”, pero se bloquea, funa, agrede y amenaza a expresiones diversas colocando o imponiendo una mordaza a muchos que sucumben por temor.

Ese es el doble estándar, la inmoralidad de muchos que, pobres de argumentos, sencillamente silencian o atormentan a otras voces.

Si discutes o discrepas con un mapuche, eres un racista, si tienes diferencias con un gay sin importar el tema, eres calificado de homofóbico, si tienes la desdicha de discrepar con una mujer, eres un maldito machista patriarcal, opresor, violador y casi un hijo de p…; si no te entiendes con un extranjero es porque eres xenofóbico, la relación con un discapacitado siempre está en el riesgo o límite que te acusen de discriminador y así hay decenas de ejemplos. Si estás a favor de las 3 causales de aborto eres un asesino, si eres pro aborto también lo eres y si te opones al aborto porque crees en la vida, te califican de la pero forma por meterte con “derechos de la mujer sobre su cuerpo”. Si eres mujer y feminista intentan llevarte al extremo, pasando de exigir igualdad de derechos a que ojalá odies a los hombres.

Hoy los juicios y opiniones buscan anular de forma enfermiza e insana la real libertad de expresión bajo el pretexto de “proteger ciertos derechos”, mientras en verdad anulan los tuyos.

Si eres de clase media o baja y te identificas con la derecha, eres un “facho pobre” digno de ser insultado, si eres de “izquierda” también te meten en la generalización de ser un comunista.

Cada opinión es hoy anulada, descalificada, estigmatizada y etiquetada de tal forma que tu pensamiento debiese avergonzarte, ante los despiadados controladores e impulsores de una visión única y ese vicio repugnante, esa censura y pretensión de imponer una verdad exclusiva y excluyente. Esa idea de silenciarte no te impone El Mercurio ni grupos de poder, esa censura que te quieren aplicar, la idea de enmudecerte, liquidar el respeto, entendimiento y la manoseada diversidad, lo hacen desde las sombras, personas comunes y mal intencionadas, que dicen defender la libertad pero en verdad “trabajan” para quitártela.

La Intolerancia de los que se llaman Tolerantes, está acabando con la capacidad de expresarnos libremente, pensar, vencer temores y defender nuestras ideas y principios en paz y con argumentos.

El cáncer de la Funa, en todas sus formas, debemos vencerlo, no dejarnos amedrentar, partiendo por el gobierno acorralado, mudo y ausente, políticos que se esconden o tristemente ceden a lo que las encuestan les manden apoyar o rechazar. Parece haberse acabado el tiempo de las convicciones, diálogos, la nitidez de las ideas, las sanas diferencias; todo eso parece haber sucumbido al miedo, al encapuchado cobarde, a la “amenaza anónima” en redes sociales. Los que dicen haber perdido el miedo, usan sus energías en atemorizar a la mayoría. Hay que hacer algo.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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