[Opinión] Porque no tenemos nada, lo queremos todo

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Por: Eduardo Wallach, CEO Kura Biotech, MSc Stanford University, Mentor Endeavor


Hace 2 meses, el 21 de marzo, perdimos la primera vida de un Chileno a manos Covid-19. Hoy el listado supera las mil y, tristemente, si no hacemos algo distinto, lo peor puede estar por venir.

Nuestra capacidad diaria de testeo de PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) en Chile, nos permite testear solo a pacientes sintomáticos y a un reducido número de contactos cercanos de estos. La sintomatología del virus demora en promedio una semana en aparecer, mientras los resultados del test están tardando cerca de 72 horas en ser reportados. Es decir, los contagiados que conocemos hoy, se contagiaron hace 10 días o más. Acá radica el gran problema del Covid-19, su temible capacidad de propagación.

¿Por qué digo que lo peor está por venir? Porque es matemática, y raramente falla. La OMS estima que la tasa de contagio del nuevo coronavirus, o SARS-CoV-2, tiene un R0 de 1.4 a 2.5, es decir, que una persona infectada, con medidas de distanciamiento social medias, puede infectar a más de 2 personas, sin contar los “supercontagiadores”. Esto hace que el contagio del Covid-19 sea exponencial.

Con cerca de 15 mil testeos PCR de coronavirus diarios, Chile se ubica en un lugar privilegiado dentro de la región, no tanto a nivel OCDE, pero no lejos del mundo en general. Nadie estaba preparado para un virus con este nivel de contagio y aún nadie lo está.

Los asintomáticos representan otro gran desafío. Estudios de grupos testeados por Covid-19 en su totalidad, muestran que hasta el 50% nunca presenta síntomas ¿Por qué esto es malo? Porque como solo testeamos a los sintomáticos, cuando se reportan 3.000 contagiados nuevos, significa que tuvimos 6.000 contagiados reales, asumiendo que si detectamos al 100% de los sintomáticos. Si estos contagios ocurrieron hace 10 días y con supuestos más realistas, hoy podríamos tener más de 200.000. Suena imposible, pero recordemos que cuando comenzó la crisis los expertos decían que antes de encontrar una vacuna, el 50% de la población mundial se va a haber contagiado. 200.000 es apenas poco más del 1% de la población chilena, es difícil escapar a las matemáticas.

La única solución real es una vacuna. ¿12 meses, 9, 6? ¿Quién da menos? Si bien todo es posible y nunca deberíamos apostar contra la ciencia, históricamente la vacuna más rápida que ha desarrollado la humanidad: la del virus Ébola, tomó 5 años. Con una tasa de mortalidad cercana al 50%, el virus Ébola también tuvo al mundo de rodillas. Sin duda el tiempo de desarrollo de la vacuna Covid-19 será más corto, ya que la humanidad nunca se sumó a una causa común como ésta antes, pero apostar todas las fichas a que ocurrirá en 6, 9 o incluso 12 meses es, por decir lo menos, temerario.

Como país hecho mucho, hemos avanzado más, pero no hemos ganado nada. Porque no tenemos nada, lo queremos todo. Después de terremotos y erupciones volcánicas, Chile tiene una oportunidad de demostrar, una vez más de la madera que estamos hechos y focalizar todos nuestros  recursos y solidaridad para vencer a este enemigo invisible, ojo NO invencible.

¿Cómo? Testeando, testeando y cuando estemos cansados, seguir testeando. No puedes vencer a un enemigo que no puedes ver, así de simple. Pero “Las matemáticas son la música de la razón” -dice James Sylvester- y así como nosotros estando ciegos no podemos escapar el contagio exponencial del virus, el virus no puede escapar a que nosotros lo identifiquemos y lo aislemos, limitando su capacidad de contagio a la de un virus común y corriente. Es decir, podemos vencerlo, pero para eso primero tenemos que verlo.

El premio Nobel de Economía Paul Romer proyecta que para poder retomar una cierta normalidad, el mundo requiere testear el 7% de la población total cada día, para no destruir la economía y de paso, nuestra forma de vida. Simulaciones más optimistas como las de la Universidad de Harvard del Rockefeller Foundation, combinan testeos masivos de asintomáticos con agresivas cuarentenas selectivas y modernos sistemas de “contact tracing”, permitiendo bajar el nivel de testeos necesarios a solo un 2%. Incluso en este escenario, solo en Chile, necesitaremos hacer más de 380.000 tests diarios, versus los 15.000 que se aplican actualmente. Además del gran volumen de tests, es necesario que sean precoces, es decir, que detecten el virus durante los primeros 3-5 días de contagio, a diferencia de los 7-10 que ofrecen los tests de anticuerpos.

¡Imposible! ¿Quién define el límite de lo posible? No dejemos que sean los pesimistas de siempre. Nuestra visión es que aún podemos triunfar, aunque este éxito radica en un esfuerzo mancomunado de responsabilidad social y en alianza público-privada para testear masivamente a todas las personas en múltiples lugares en paralelo (centros de salud, empresas, instituciones, centros comunitarios, colegios, universidades, etc) aplicando las diversas tecnologías de testeo disponibles (qPCR, LAMP, antígenos, anticuerpos, Crispr, espectrómetros de masa, olfato, temperatura, una etc.) combinadas con avanzadas tecnologías de “contact tracing” e inteligencia artificial.

Muchas empresas y organizaciones están haciendo esfuerzos titánicos para ofrecer soluciones científicas innovadoras. Es tiempo de dejar de taparnos los ojos, abrazarlas y comenzar a enfrentar al enemigo cara a cara. Nosotros aceptamos ese desafío y estamos lanzando el primer Kit PCR de Detección Covid19 hecho en Chile, además de una técnica pionera a nivel mundial de testeo masivo y precoz de RNA a bajo costo (www.avenire.com),  con alegría vemos que somos solo uno de muchos.

Porque no tenemos nada, lo queremos todo. En estos tiempos de miedo e incertidumbre, como tantas veces antes lo hemos hecho, debemos confiar en nuestra capacidad incombustible como país de vencer la adversidad. El Coronavirus será el evento que nos defina como generación, y de nuestro rol en él dependerá si lo recordaremos con vergüenza o con orgullo, yo me la juego por el último y los invito a hacer lo mismo.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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