[Opinión] El éxito en el manejo de la pandemia COVID-19 en Taiwán: Una mirada regionalista y cultural de una chilena

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Por: Rosa Caroca. Analista en Computación Científica. Máster en Ciencias Sociales en Estudios Asiáticos. Consultora de la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)


La mayoría de los países del mundo enfrentan la pandemia COVID-19 y la pérdida de muchas vidas humanas. Mientras tanto, Taiwán – una isla de poco más de 36.000 km2, ubicada en Asia no tan lejos de la ciudad de Wuhan, epicentro del brote- la crisis se ha mantenido bajo control minimizando el impacto en la vida cotidiana de su población de casi 24 millones de habitantes.  No ha sido necesario el confinamiento ni suspensión de escuelas y comercio, con más de 50 días consecutivos sin nuevos casos locales e incluso, a la fecha se estudia la forma de reabrir sus fronteras.

Su elogiado éxito internacional ha llegado hasta el país sudamericano de Chile,  en donde la isla se ha vuelto muy popular cuando antes era casi desconocida, llegando a admirar la forma de proceder frente a esta pandemia y agradeciendo la ayuda emanada por el gobierno taiwanés tanto en medios tradicionales como en redes sociales, la cual se ha hecho efectiva en donaciones a hospitales de distintas regiones, el Instituto Nacional del Cáncer (IncancerChile), Federación Nacional de la Asociación de Enfermeras y Enfermeros (FENASENF), entre tantas otras.  Esta gran notoriedad, se atribuye a la rápida acción tomada por su presidenta Tsai Ing-wen, quien puso en marcha medidas de prevención como el chequeo a bordo a los pasajeros provenientes de Wuhan y más tarde el bloqueo de fronteras a aquellos provenientes de China continental, Hong Kong y Macao.  Fue también de su gobierno que salió el ya conocido correo electrónico enviado el 31 de diciembre de 2019 a la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertando tempranamente sobre el posible contagio del virus de persona a persona.

Desde el 2017, Taiwán ha sido vetada a participar de las reuniones de la OMS debido a que China continental la considera parte de su territorio y en su defecto Beijing representa a la isla en esta organización. Para Taiwán este conflicto se aleja del plano político y en esta pandemia lo más importante es el gran aporte que la isla puede otorgar a la salud pública de la comunidad internacional. Como consecuencia del manejo exitoso de contener el COVID-19, países como Estados Unidos, Japón, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Australia, Nueva Zelanda y República Checa manifestaron su apoyo a la incorporación de Taiwán a la OMS como miembro observador en la 73ª sesión de la Asamblea Mundial de la Salud (AMS) celebrada virtualmente del 18 al 19 de mayo.

En medio de este escenario seguro, luego de un viaje al exterior, a mi regreso a la isla Formosa –como se conoce también a Taiwán, nombre otorgado por los portugueses cuando la descubrieron en 1582- antes de ingresar por inmigración en el aeropuerto de Taoyuan, como parte de una medida para hacer seguimiento a las personas que ingresan a la isla, completé un formulario -el cuál era posible realizarse en forma física o electrónica-, entre los datos solicitados tuve que proporcionar mi número de celular y dirección de residencia, así, con esta información, cada día recibí dos llamadas.

Amablemente un policía y un funcionario de la Oficina del Distrito de Tamsui -lugar de mi residencia- me efectuaron la pregunta de rigor, es decir, si presentaba algún síntoma. Cada llamada era monitoreada a través de un sistema de seguridad electrónico y rastreada a través de GPS, y en caso de infringir el confinamiento recibiría un mensaje de texto de advertencia, así también de los funcionarios del gobierno local y del Centro de Operaciones del Gobierno Central para Emergencias. Además, dentro de las 48 horas de haber completado el formulario, recibí un set que incluía 14 mascarillas -Hechas en Taiwán-, un número de emergencias, un usuario y clave para conectarme a películas gratis y, si necesitaba algún tipo de asistencia como la compra de alimentos, solo bastaba llamar y alguien lo realizaría por mí.

En el contexto regionalista, como oriunda de la ciudad de Rancagua en Chile, no resistí a la tentación de comparar la evidente brecha de contagios de COVID-19 entre mi ciudad de origen y la ciudad donde resido, es decir, en New Taipei City, Taiwán, reflexionando sobre el éxito del combate contra el COVID-19 en la isla. Más allá de poseer el mejor sistema de salud del mundo –de acuerdo al índice de atención médica elaborado por el Portal Numbeo- y el uso de las nuevas tecnologías más la experiencia adquirida en el año 2003 con la crisis del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) que cobró la vida de decenas de taiwaneses, la respuesta la encontré en tres grandes aspectos que nos distancian aún más que el número de casos contagiados.

Los aspectos bajo mi perspectiva son: primero, la confianza de la ciudadanía depositada en el gobierno en su conjunto, como muestra de aquello, los taiwaneses han reelegido democráticamente el 11 de enero a su actual Presidenta iniciando el 20 de mayo su segundo mandato de cuatro años y también la confianza depositada en el gran líder de estos momentos el Ministro de Salud y Bienestar Chen Shih-chung, quien además ostenta el cargo de Director del Centro de Operaciones del Gobierno Central para Emergencias (CECC, por sus siglas en inglés). Ambos personajes públicos, son percibidos líderes creíbles quienes a través del CECC entregan diariamente en una conferencia de prensa información actualizada y transparente a la población sobre los nuevos casos detectados.

Segundo, la autonomía política y económica que poseen los alcaldes para decidir qué o cuáles medidas emanadas por el Centro para el Control de Enfermedades de Taiwán (CDC, por sus siglas en inglés) es factible aplicarlas de acuerdo a la realidad de cada ciudad. Taiwán cuenta con gobiernos locales que incluyen seis municipios especiales, 13 condados y tres municipios autónomos con el mismo estatus jerárquico que los condados. Los seis municipios especiales integran un consejo municipal y un gobierno municipal, los miembros del consejo municipal y los gobernadores son escogidos popularmente por periodos de cuatros años. Los seis municipios especiales en orden de población son New Taipei, Taichung, Kaohsiung, Taipei, Taoyuan y Tainan, encabezados por un alcalde que no dependen del Yuan Ejecutivo o Poder Ejecutivo como se conoce en Occidente –el cual es el órgano administrativo más alto del Estado-, pero que también actúan de manera coordinada y responsable con el gobierno central.

El tercer aspecto y desde mi consideración el más importante, es el cultural. El pensamiento de Confucio –filósofo chino nacido en el 551 a.C.- ha influenciado en la sociedad taiwanesa ejerciendo su doctrina a través de los valores como el amor, el respeto mutuo, la armonía social, la tolerancia y el cumplimiento del deber. Estos valores se ven reflejados en el trabajo colectivo por encima del interés individual, el amor y el bienestar del prójimo, el respeto a los espacios comunes, y el cumplimiento de las leyes y reglas establecidas por el gobierno. Un ejemplo de este aspecto -imprescindible en esta pandemia- es el uso de la mascarilla.

Para los taiwaneses es un objeto de consumo habitual, un hábito adquirido hace muchos años, la usan para evitar el polvo ambiental o cuando están enfermos por una gripe que significa respeto por la salud de otros y en esta crisis su uso forma parte de una medida tomada por el gobierno de Taiwán y su significado es cumplir una norma para prevenir el riesgo de contagio y proteger a la sociedad. Esta medida, aplicada en un país latinoamericano como Chile, es difícil incorporar y aún más, que la sociedad adquiera su hábito en primera instancia, en primer lugar, porque al tratarse de una nueva conducta en el ser humano, lleva tiempo en adaptarla a su estilo de vida y, por otro lado, la sociedad chilena no dispone de un ambiente propicio que la promueva y comercialice debidamente. En Taiwán para un extranjero que no está habituado a su uso, es muy fácil seguir la regla porque la sociedad colectivamente a través de sus buenas prácticas le indica al inmigrante que debe usarla.

Los tres aspectos mencionados, son fundamentales y por eso deben estar presentes en cada sociedad para mantener bajo control esta crisis sin precedentes. En el escenario actual de Chile, aún se ven lejanos de cumplir debido a un panorama totalmente adverso, incierto, con información poco transparente, recibiendo indicaciones confusas y cambiantes, adquiriendo nuevos hábitos, adaptándose a los nuevos cambios que demanda el teletrabajo, las clases online, y sufriendo las consecuencias económicas y emocionales de perder un empleo en plena crisis, han asimilado esta nueva normalidad, de acuerdo a sus limitados recursos económicos y tecnológicos. Sin embargo, a pesar de las grandes diferencias que nos separan de la isla de Taiwán, me queda claro que podemos seguir el ejemplo taiwanés para el manejo de esta pandemia.

Desde la isla Formosa en Asia hasta el sur del mundo en Sudamérica, envío fuerzas a mis compatriotas chilenos, quienes, unidos siempre solidariamente como en muchas otras circunstancias, saldrán de esta crisis que pasará a la historia dejando nuevas enseñanzas en el ámbito social, económico y político, abriendo nuevas oportunidades de cambio en la educación, salud, y trabajo, tomando conciencia para que nadie más sufra las consecuencias de esta pandemia mundial.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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