Por: Miguel Sanhueza O. Director de Tecnología Educativa y Aprendizaje Continuo – Utemvirtual. Universidad Tecnológica Metropolitana de Chile
En un período absolutamente anormal, en el que nuestras vidas han sufrido un cambio en el ser y en el hacer, se hace cada vez más imprescindible que el Estado, cobertor de cada habitante del país, demuestre que está a la altura en sus decisiones, las que deben estar para apoyar, impulsar y mejorar la calidad de vida de todas y todos quienes estamos al alero de éste.
Sin duda, son muchas las aristas en las cuales las necesidades de implementar políticas públicas se hacen necesarias: salud, trabajo y, por cierto, educación, siendo esta última de mucha importancia en lo personal.
En este período he sido testigo de cómo las comunicaciones se convierten en el nuevo eje educativo; de cómo el paso de una sociedad de la información hacia una sociedad del conocimiento, ha cambiado la forma de ver y ha puesto sus ojos en el crear, transferir y aplicar conocimiento, para producir un bien en la sociedad, tal y como queda de manifiesto en sendos discursos que la UNESCO ha difundido por más de veinte años.
Este análisis me permite visualizar un aletargamiento en nuestro país, respecto de las medidas que impulsan beneficios directos en las políticas públicas, a través de las telecomunicaciones. Chile se ha jactado por años de innovaciones en conectividad y cobertura, pero en la práctica vemos que estamos en falta, ante lo que surgen preguntas cómo ¿de qué depende que la agenda legislativa proponga con más fuerza los proyectos de innovación en conectividad?, ¿por qué tenemos que esperar un semestre o un año para que las tecnologías, que ya están en operación en el viejo continente lleguen a nuestro país?
La apertura a 5G recientemente anunciada, es una innovación tecnológica que se convierte en una oportunidad para avanzar y propiciar la disminución de la brecha de conectividad que hoy nos separa.
Lo que se viene va más allá de enfrentar una pandemia, donde hemos suplido nuestro contacto físico por una video llamada, pues tiene que ver con el desafío de ser un país digital de verdad, donde todas y todos tengan más oportunidades y donde las leyes incentiven que la conectividad avance conforme a la velocidad que se requiere.
Para ello se hace imprescindible que se abran las autopistas digitales de la conectividad, que permitan a estas nuevas señales estar a disposición de la sociedad, y donde hitos como el recientemente anunciado, constituyen oportunidades para la implementación del internet de las cosas, el aumento de la velocidad en los procesos de conectividad, la capacidad de la implementación de telemedicina con procesos invasivos, la automatización de procesos con requerimientos de precisión y rapidez, y un sinfín de instancias que hasta hace un poco tiempo eran impensables.
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