[Opinión] El ego y el conflicto de poder

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Por: José Ignacio Avello O. Columnista político, Diplomado en política y sociedad de la información, Diplomado en gestión organizacional de la empresa y Magister en Ciencias Políticas y Comunicaciones


Estando próximos a procesos eleccionarios en nuestro país y viendo cómo este gobierno va de mal en peor, con pésima conducción y liderazgo, mala comunicación con sus propios parlamentarios oficialistas, existen también luces de una oposición que busca rearticularse.

Aunque en la oposición muchos han hablado de la existencia de dos izquierdas -quizás hasta tres, con otros movimientos y partidos más pequeños-, sin duda la existencia de la diversidad ideológica en un país y en la política es buena, lo que nos permite el respeto y la valoración de un país con ideas de progreso.

Lo que sí puede jugar en contra es que estas grandes izquierdas -social demócratas, liberales, progresistas o más extremas- no logren un gran acuerdo para las presidenciales y parlamentarias de 2021, ya que el hecho de ir en dos o hasta tres pactos electorales, sin lograr un consenso en torno a un buen candidato presidencial, podría generar el mismo “efecto Piñera 2018”, donde la derecha gana el Ejecutivo y la centro izquierda e izquierda tengan mayoría en el Legislativo.

Existen diversos factores que hoy están afectando la estructura política y su trabajo en general. Los partidos están pasando por un momento crítico donde la legitimidad se ha perdido absolutamente y la ciudadanía pide a gritos cambios, renovación y credibilidad. 

La gente observa y se da cuenta de que, con su voto, muchas veces se han equivocado en su elección y lógicamente eso pasa porque, una vez electos, los candidatos olvidan al pueblo… nacen los engaños y la falta de compromiso ciudadano.

En este escenario, nos encontramos con un enemigo directo del político: el Ego, que termina por destruir todo lo bueno de las propuestas y programas que identifican a un gobierno. Este enemigo hoy se ve presente, en el hecho de que todos se disparan mutuamente, causando un efecto relativamente incómodo para el electorado, hace caer un sistema que parece muchas veces creíble, en un sistema de risas y sin sentido alguno.

El ego hoy tiene tanto a la derecha como a la izquierda en un conflicto diario de no poder organizarse y sacar un proyecto serio adelante, vemos cómo el gobierno trata desesperadamente impulsar propuestas que, en su mayoría, son rechazadas en el Parlamento. No existe conexión con la gente. Además, se trata de propuestas vacías, con la ambición de beneficiar solamente a algunos, mientras el resto sigue en el vacío y en caída libre.

Pero también vemos una centro izquierda e izquierda que busca acuerdos generales para actuar como bloque. Esto ha resultado en algunas ocasiones cuando se ordena realmente el papel de la unidad en conjunto y su acción como tal, pero sin duda desaparece este avance cuando nacen y se ponen proyectos individuales sobre lo colectivo. Es un error que se debe superar rápidamente estando a poco tiempo de distintos procesos eleccionarios.

Tampoco se debe olvidar que muchos buscan dividir para gobernar. Claramente esa estrategia no dará resultado si la izquierda en general quiere volver a la cabeza del Ejecutivo. Esta y otras malas decisiones estratégicas tienen sumergida a la política en un viaje sin sentido común, sin una clara idea del poder como tal y sin entender que, para lograr el éxito, se necesitan verdaderos acuerdos programáticos y con un claro sentido ciudadano. Debemos agregar que necesitamos con urgencia una nueva Constitución y, junto a esto, estudiar cambios y mejoras en el sistema de gobierno y de partidos políticos.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

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