Por: Daniel Guevara C. Abogado. Dr. en Derecho. Miembro del HUB Desierto de Atacama
El 18 de octubre de 2019, fecha del estallido social por el aumento de tarifas en la empresa estatal METRO de la Capital Nacional, y no obstante la lejanía aparente y luego replicada en todo el país, quedé perplejo como tantos ciudadanos que inicialmente vimos con indignación la quema de estaciones, o vivimos la destrucción de mobiliario urbano.
Como jóvenes tuvimos gran expectación con el triunfo del NO (1988), y aspiramos con el voto al crecimiento con equidad, capaz de reducir la pobreza, promover el progreso social; mejorar la educación y condiciones sanitarias, e insertar al país como una democracia con reconocimiento a los Derechos Humanos, el mérito, una base de condiciones sociales mínimas, y una clase gobernante respetable, con una sociedad ejemplar y diferenciada.
Quizás los chilenos negacionistas de nuestras fallas, y complacientes con las Instituciones vigentes, seríamos el primer país de América Latina en ingresar al Club de los Grandes países de Alto Desarrollo Humano, como ejemplo ambiental y económico (Fallidas Cumbres COP Y APEC).
A grandes ideas, prácticas realidades también, y hoy como adultos vivimos en una DEUDOCRACIA representativa, con su normalización de conductas cívicas a través de la presión crediticia, y sus CAE superiores al 35% anual en tiendas de retail, que en la UE sería condena por usura.
En nuestro Chile, si usted quiere algo…acepte endeudarse (con tasa 35% anual); resígnese a la fragilidad de vida, salud, y patrimonio, salvo que tenga recursos para seguros de vida, salud, pensión y patrimonio…pero si no los tiene…acepte las consecuencias. Quizás la Justicia le autorice a retirar sus fondos o la ley un 10%, o bien por la Pandemia COVID, la ISAPRE, el Banco o el Colegio le posterguen las fechas de pago, y aún mejor un crédito o bono fiscal.
Cómo vivir con indiferencia, si tenemos una crisis moral y de legitimidad, donde el principio de autoridad está claramente deteriorado transversalmente, y todo está bajo cuestión con bajos niveles de adhesión. La Justicia con sus decisiones, el Parlamento con sus acuerdos. El Poder Ejecutivo por su capacidad de gobernar. Las Empresas por su capacidad de aportar al progreso, las Iglesias para cohesionar voluntades y espíritu, y las familias para ser la base fundamental de la sociedad.
Entonces ahora, como en el Plebiscito de 1988, debemos pensar los fundamentos de autoridad y habitar dignamente la casa común llamada CHILE, para que sea:
Chile, fértil provincia y señalada
en la región Antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa (Ercilla)
Quizás en Ercilla, Bello, Bilbao, Mistral, o Neruda, está el ALMA de Chile, que nos permita pensar el país, más allá del abismo presente, con la perspectiva de Futuro, Esperanza y Fe que nuestra generación está llamada a VIVIR, para dejar en un país mejor que aquel que recibimos
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