[Opinión] Bases Constitucionales para un Chile Descentralizado

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Por: Heinrich von Baer v.L. Académico y ex-Rector, Universidad de La Frontera. Presidente Nacional Fundación Chile Descentralizado. Candidato independiente a la Convención Constitucional por el distrito 23, Lista del Apruebo


La Carta Magna que escribiremos para el futuro de Chile no resolverá de inmediato los principales problemas que afectan a tantas personas a lo largo de nuestro territorio. Pero si en esa Constitución logramos consagrar bases sólidas para alcanzar la condición de país descentralizado y desarrollado, justo y digno, estaremos legando a nuestras futuras generaciones un país bueno para vivir y para desarrollar en plenitud los talentos que el Creador o la Naturaleza distribuyen en forma normal en la población, sin distingo de la cuna en la que un ser humano nace, ni del lugar donde vive.

Porque esa Constitución, y el nuevo modelo de Estado y de democracia descentralizada y participativa que instituya, no son un fin en sí mismos: están al servicio de un bien superior, que es el Buen Vivir de nuestras actuales y futuras generaciones. Ese es el desafío al que todos, constituyentes, organizaciones ciudadanas y de la sociedad civil y fuerzas políticas, debemos aportar, con capacidad de escucha y respeto, de diálogo constructivo, privilegiando lo que une por encima de lo que divide, tendiendo puentes de encuentro y de convergencia entre posiciones inicialmente distintas.

Como contribución a ese debate ciudadano y plural y a la consiguiente búsqueda de los grandes y buenos acuerdos de futuro, ofrecemos aquí una síntesis de nuestras propuestas preliminares del país que queremos pensar y construir. 

Visión de País: como horizonte generacional, de largo plazo y trascendente, queremos un Chile que sea bueno para vivir, no solo para algunos, sino que para todos sus habitantes, y no solo en algunas, sino que en todas sus localidades y regiones; es decir, un país justo, digno y desarrollado del siglo 21, en el que caben e interactúan colaborativamente proyectos políticos y de desarrollo territorial diversos.

Marco ético-político: para ello debemos instituir un Nuevo Pacto Político, con un Nuevo Trato, social y territorialmente equitativo y equilibrado, ambientalmente sustentable, dirigido a reducir nuestras severas desigualdades sociales y territoriales (que se potencian y retroalimentan recíprocamente reforzando el círculo vicioso de nuestro subdesarrollo), superar la pobreza y recuperar nuestra democracia para la ciudadanía.

Marco estratégico: Como marco estructurante de la futura Constitución debemos consagrar las bases de un Nuevo modelo de Estado y un Nuevo Modelo de Democracia:

  • Nuevo modelo de Estado: unitario-descentralizado: unitario sólo en lo esencial, sobre un solo territorio, único e indivisible, e integralmente descentralizado, con comunas y regiones dotadas de poder político, competencias y recursos de decisión autónoma, en el ámbito de sus competencias, capaces de asegurar servicios básicos de calidad a todos sus habitantes, en materia de salud, educación, seguridad, vivienda, transporte, conectividad, cultura, deporte y recreación. Para ello, proponemos instituir un conjunto de 12 Principios Constitucionales (entre ellos autonomía local y regional, subsidariedad territorial, equidad y solidaridad interterritorial, autonomía y responsabilidad fiscal), como mandato para cada gobierno central, parlamento, gobierno regional y municipalidad de Chile, cuyo cumplimiento pueda luego ser exigido por la sociedad civil y la ciudadanía en general.
  • Nuevo modelo de Democracia, representativa y participativa, que perfeccionando nuestro actual sistema de democracia representativa, lo complemente y dinamice con más y mejores espacios de participación directa de la sociedad civil y ciudadanía en todos los poderes, organismos y niveles territoriales del Estado.

 

En Síntesis, el proceso constituyente es la oportunidad y responsabilidad histórica de pensar y construir la casa común y buena para vivir para todos nuestros habitantes, en todas las localidades, expuestas a una sociedad de cambios cada vez más veloces, complejos e impredecibles. Es el legado que le debemos a las futuras generaciones.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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