Por: Dr. Fernando Soto Pinto. Especialista Broncopulmonar
Al cumplirse un año de la pandemia de Covid 19 en Chile, llama la atención que el enfoque de la misma de parte de nuestras autoridades se haya basado más que en decisiones con criterios epidemiológicos y estadísticos y en el análisis permanente de los resultados de las medidas aplicadas para efectuar entonces las mejoras y cambios necesarios para lograr el objetivo, en base a apuestas.
Se apostó a que a Chile no llegaba el virus. No fue así. Somos de los países con mas altas tasas de contagio en el mundo.
Se apostó que luego de los primeros casos diagnosticados la enfermedad no se iba a manifestar en la comunidad porque la prevención iba a prevenir el contagio. No resultó porque NUNCA se ha logrado controlar el contagio.
Se apostó a que la generación de nuevas camas críticas y compra de ventiladores mecánicos era la forma de enfrentar la pandemia. No es así porque acumulamos mas de 28.000 fallecidos y un 26% de todos los fallecidos han muerto fuera de hospitales y Clínicas y por tanto queda la negra duda sobre la real capacidad de atender a los enfermos mas graves, que debieron haber sido mayoritariamente ingresados al hospital y no lo fueron.
Se apostó a que el sistema de salud, que se decía era de los mejores del mundo, iba a prevenir muertes de los infectados. No fue así. No solo porque hemos cosechado un exceso de muertes en relación a otros años, sino también porque estamos entre los países con más alta tasa de mortalidad por millón de habitantes del mundo. Un 85% de los fallecidos tiene más de 60 años pero también han muerto jóvenes, niños y lactantes. De los fallecidos, al menos 90 tienen menos de 18 años.
Se apostó a que las indicaciones de la autoridad sanitaria iban a ser claras y suficientes para que la población pudiese actuar de forma segura. No fue así y la confusión en la entrega de las indicaciones demoró la aplicación de las medidas útiles y generó confusión y relajación del cumplimiento de ellas. Hasta el día de hoy no se da la debida relevancia al uso de mascarilla hermética de buena calidad, ni al contagio por aerosoles y las formas de prevención y manejo de los espacios y la ventilación.
Se apostó a que con más camas y ventiladores, toma de exámenes e indicaciones a la población la pandemia se controlaría sin requerir mas medidas, en especial sin definir nunca que la prevención del contagio era lo esencial. Falló la apuesta, porque lo primero que debe definirse frente a la pandemia es cómo trabajar para EVITAR los contagios.
Se apostó que la estrategia de Testeo, Trazabilidad y Aislamiento permitirían el control del avance de la pandemia. Nuevo fracaso, porque pese a hacer muchos exámenes el número de ellos nunca fue constante, el tiempo de espera de resultados ha sido siempre superior a las 24 hrs en promedio, la trazabilidad ha fracasado rotundamente al no llegar NUNCA al mínimo de 10 contactos por caso aislado, y el aislamiento nunca ha garantizado que los casos hagan efectivamente cuarentena aislados. Finalmente, la mitad de los cupos de las Residencias Sanitarias, que era una buena iniciativa, están vacíos porque resulta que las propias personas deben hacen la gestión para ingresar cuando debiera ser tarea de la Autoridad Sanitaria el ingresar a las personas que lo requieran.
Se apostó a que se podía mantener abiertas las fronteras, y que el control sanitario de aeropuertos sería suficiente y efectivo. No ha sido así y NUNCA ha logrado garantizar o impedir la entrada de enfermos, ni de las nuevas variantes del virus que ya están presentes en Chile (Británica, Brasileña ya demostradas, y en duda casos de la Sudafricana).
Se apostó a que la apertura del comercio, y los permisos de vacaciones iban a tener un efecto positivo en la economía y en el bienestar mental y psicológico de las personas sin generar riesgo. N0 FUNCIONÓ, y en la práctica ha significado aumento de casos, enfermos y fallecidos. La economía es discutible que esté mejor, y los retiros masivos de fondos de las AFP muestran que las personas han quedado sin protección estatal y han debido recurrir a sus propios ahorros para la vejez para sobrevivir.
Se apostó a que se podían reabrir los colegios sin riesgo en cualquier etapa, incluso en cuarentena (hoy Rengo por ejemplo está en cuarentena y con colegios abiertos), a pesar de las recomendaciones del Comité Asesor que señaló claramente que las comunas o Regiones debían comenzar la reapertura en etapa 4, y solo en etapa 3 con autorización de la autoridad sanitaria. Hasta hoy, por el corto período transcurrido, no podemos afirmar que se estén produciendo contagios al interior pero más de 50 colegios han debido cerrar por aparición de casos en funcionarios o alumnos.
Se apostó a que la vacunación masiva de la población era la solución a la pandemia. NO es así, porque hasta completar la campaña, sin medidas de prevención eficaces, seguiremos como hasta hoy cosechando enfermos y fallecidos, y aun no sabemos si las infecciones por nuevas variantes, algunas ya presentes en Chile, serán prevenidas por la vacunación.
Se apostó a que la estrategia denominada Paso a Paso, en teoría regida por parámetros sanitarios, iba a permitir aplicar medidas de confinamiento y preventivas del avance de los contagios. En la práctica, el Paso a Paso ha sido un fracaso. Las cuarentenas nunca han disminuido la movilidad, y las decisiones de cambio de etapa han sido inentendibles porque se han basado en criterios político – económicos y no sanitarios. Finalmente, el Paso a Paso no ha logrado contener la pandemia.
Podría seguir con ejemplos, pero la pregunta es ¿hasta cuándo se va a esperar para hacer un análisis crítico de lo que ocurre y enmendar el rumbo? ¿Vamos a tolerar que se sigan haciendo apuestas que hasta ahora han demostrado su fracaso y su efecto dañino sobre las personas?
Lamento además la incapacidad de las autoridades regionales y locales para pronunciarse sobre los cambios y mejoras necesarias para nuestra Región, independientes del nivel central, y haberlo hecho con información científica, datos epidemiológicos y estadísticos, que el Consejo Asesor Regional y los expertos locales siempre han estado disponibles para aportar. Con ello, no han cumplido su deber básico, que es velar efectivamente por el bienestar de la población a su cargo.
Sin temor a equivocarme, apostaría por mi parte que de mantenerse el actual manejo de la pandemia seguiremos lamentando desgracias para las personas, y que ello solo contribuirá para exacerbar el ya caldeado clima social de nuestra sociedad. Aún estamos a tiempo para dejar de apostar y comenzar a hacerlo mejor.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.