Por: Gonzalo Jiménez S. CEO Proteus Management & Governance. Profesor Ingeniería PUC
Ante la crisis multidimensional que vivimos, muchos directorios y altos cargos de la administración de las empresas están eficientemente reaccionando a las urgencias. Esto es necesario, pero insuficiente. Hoy necesitamos que los gobiernos corporativos anticipen y generen movimientos desde nuevos modelos mentales. Es precisamente esa nueva mirada innovadora la que posibilitará que la gerencia general y el equipo ejecutivo tengan un mandato y los incentivos adecuados para caminar en un terreno movedizo.
Si usamos la metáfora del pantano, la urgencia es no hundirnos, pero lo que realmente queremos es salir de ahí. En un pantano, intentar caminar como lo hacemos sobre la tierra trae como consecuencia solo hundirse más. Si esperas tocar suelo firme para luego dar el otro paso, el efecto de succión te dejará atascado ¿La salida? Aprender un nuevo caminar. Dicen los manuales que para salir de un pantano hay que intentar caminar arrastrado o gatear, pero claro, el que pueda ¡que vuele!
Vivenciar una estrategia de innovación corporativa, y sobre todo disruptiva, podría ser el equivalente a volar y generar innovación adoptando lo que se denomina tecnología de juego, como complemento a la tecnología dominante de la razón, puede ser un camino.
Esta tecnología del juego (March, 1972) permite desafiar los supuestos como el de algunos economistas que asumen que siempre más riqueza es mejor o el de algunos sociólogos que suponen que más poder es lo deseable; ambos bajo la idea de cambiar más tarde esa acumulación por algo que valoremos. En medio de la pandemia ya hemos constatado que no es ni tan atrayente ni tan necesario los autos, la ropa nueva o hacer muchos viajes. Este enfoque también llama a la acción como una forma de explorar y crear objetivos “atractivos” e imprevisibles a priori ya que los trata como justificativos para simplemente actuar en el aquí y el ahora.
En medio del “pantano” la tecnología de juego nos ofrece cinco claves para modificar nuestros modelos mentales:
- Tratar las metas como hipótesis y así intentar visualizar objetivos alternativos a los tradicionales.
- Considerar a la intuición como real para visualizar acciones fuera de nuestros esquemas mentales actuales, usando la imaginación y nuestro conocimiento tácito para lograrlo.
- Reinterpretar las inconsistencias temporales como un paso para algo nuevo.
- Etiquetar a la memoria como una trampa, apreciando el valor de olvidarnos temporalmente de rutinas y pilotos automáticos.
- Vivenciar la experiencia como una teoría para aprender retrospectivamente y para seguir aprendiendo de nosotros mismos hacia adelante.
Las implicancias para las organizaciones son múltiples. El juego nos da la libertad para reexaminar las decisiones y cambiar nuestras percepciones respecto a nuestro quehacer empresarial. Esa libertad nos permite mirar con distancia (no con el barro hasta el cuello) y, por lo tanto, reinterpretar decisiones y experiencias pasadas.
Al igual que en los niños y niñas en que el juego no solo los divierte o distrae, es un instrumento de aprendizaje y desarrollo. Por lo tanto, este enfoque permite reevaluar los valores y acciones que creemos importantes y revisar nuestra responsabilidad social por anticipado, considerando compromisos en pos del bien común. Como ven, el juego es cosa seria y podría ser clave para potenciar a los directorios que deben definir visiones y estrategias necesarias para seguir desarrollándose y volar al futuro.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.