[Editorial] El “trabajo” de los Constituyentes y el rol de la ciudadanía

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Por: Richard Andrade C. Director de Poderyliderazgo.cl


Durante las últimas semanas hemos visto en los grandes medios de comunicación y redes sociales una verdadera campaña de descredito a la labor desarrollada hasta ahora por los 155 convencionales constituyentes, hombres y mujeres que reflejan el Chile actual en toda su magnitud y diversidad.

Flojos, payasos, corruptos, aprovechadores, son sólo algunos de los calificativos que han debido leer y escuchar los constituyentes. Los sectores más conservadores del país se han esmerado en criticar la forma, estilo y puesta en escena de los convencionales.

Poco y nada se dice que a un mes y medio de instalada ya son 16 las comisiones y subcomisiones que están trabajando en los diversos temas para dotar al órgano de un reglamento, instancia esencial para alcanzar acuerdos y generar el articulado de la nueva carta magna que los chilenos deberán aprobar o rechazar en un plebiscito de salida.

Tampoco se vocifera con la misma pasión el hecho que ya son cientos las audiencias públicas que se han generado o que existen comisiones que están sesionando en regiones, reafirmando con ello el compromiso real y concreto de la Convención Constitucional con los territorios y la participación de la ciudadanía.

Todos podemos ver los avances logrados a través del canal de YouTube que la convención a dispuesto para informar el trabajo de las diversas comisiones.  Apague la tele, lea más allá del titular e infórmese, pues lo que está en juego no es “el trabajo” de los constituyentes, se trata de futuro del país y ahí todos debemos aportar.

Como ciudadanos, defensores de la democracia, no podemos catalogar ni medir la función de los Constituyentes como un trabajo cualquiera, ni mucho dar oídos a la frase liviana “cualquiera que se postula a una pega sabe cuánto va a ganar y las condiciones”. No señores, por favor entiendan que este proceso no es igual a contratar un servicio de telefonía o comprar un par de zapatillas. Es hora de dejar de lado esa mirada mercantilista de todo y, por sobre todo, ese individualismo carente de bien común.

El “trabajo” de los constituyentes es política pura, es de discutir y analizar los diferentes puntos de vista que existen en este Chile diverso, se trata de establecer acuerdos estructurales que respondan a los múltiples desafíos de la sociedad chilena para los próximos 40 a 50 años más.

Ojalá que todos aquellos que critican el actuar de la Convención, sean igual de críticos de los senadores y diputados, que ostentan millonarios sueldos y asignaciones por un trabajo, mayoritariamente, deficiente y cautivo de los intereses empresariales.

La Constitución del 80 fue redactada en base un trabajo desarrollado por siete años (desde 1973 a 1980) por los integrantes de la Comisión Ortuzar.  Esa Constitución, hecha en dictadura, recogió la visión política y económica de tan solo 11 hombres… ninguna mujer, ningún representante de los pueblos originarios. Entonces, carece de toda lógica ningunear un proceso como el que vivimos hoy a tan solo 45 días de su instalación.

Hoy los chilenos y chilenas tenemos el deber cívico de cautelar y vigilar atentamente el “trabajo” de los constituyentes, debemos involucrarnos de verdad y dejar de leer sólo los titulares de los medios tradicionales, que dicho sea de paso están por mantener el actual orden cosas.

Son muchos menos lo que quieren que todo siga igual…son ellos los que producen memes y comentarios en redes sociales para descreditar un proceso que surge desde el corazón de la sociedad chilena, de ese 80% de chilenos que plasmamos nuestro su voto para redactar una nueva constitución, y con ello avanzar hacia un nuevo futuro para el país.

No desaprovechemos esta oportunidad histórica para cambiar Chile…  el mundo entero nos mira, pues existe conciencia que lo que hagamos acá marcará un precente político y social a nivel global. Por lo  mismo, participemos activamente, acompañemos a los covencionales, hagámosnos parte de las audiencias públicas… es decir vivamos en plenitud este proceso inédito y seamos tanto o más protagosnitas que los mismos constituyentes.


 

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