Por: Natalia Jiménez. Head of expansion Deel
La pandemia por el coronavirus ha significado que el lugar de trabajo experimente importantes cambios. En Chile, por ejemplo, el teletrabajo – que por años llegó a cerca del 0,5% – saltó a 29% en junio de 2020, la etapa más dura del confinamiento, según datos del estudio de Fundación Chile “Transformación Digital: Balance 2020 y desafío 2021”.
En este escenario, las empresas comenzaron a hacer frente a esta coyuntura desde cierta improvisación – por la interrogante de la duración de la pandemia -, hasta avanzar en algunas regulaciones que detallaron obligaciones con el trabajador para poder mantener sus operaciones.
Ahora, la lenta recuperación de una cierta “normalidad” ha hecho que los líderes laborales deban decidir si llevar progresivamente a los colaboradores a la oficina, permitir que se queden en casa, o usar este cambio como una oportunidad para adoptar un nuevo modelo híbrido.
En una reciente charla con referentes internacionales del trabajo remoto se planteó como idea dejar de “torturar” a los trabajadores por un horario y un lugar fijo de trabajo. La vida en pandemia ha demostrado lo obsoleto de la antigua directriz de que los trabajadores rinden mejor donde puedan ser vistos por su jefatura.
Por el contrario, la economía se mantuvo en pie precisamente por la enorme capacidad de resiliencia y de adaptación de miles de plantillas que debieron regresar a casa a laborar.
Cualquier decisión tendrá un impacto significativo en la cultura organizacional, la que debe evolucionar y fortalecerse a través de mejora continua, buen trato, colaboración del personal y mejores procesos.
Generar mejores comunidades laborales no debe implicar condicionar el lugar donde se trabaja. Y como el trabajo es una acción y no un lugar, el foco debe ponerse en que los colaboradores desarrollen competencias necesarias para una labor exitosa, como autogestión, autonomía, flexibilidad, comunicación efectiva, orientación al resultado, liderazgo de equipos virtuales y resiliencia, entre otros, desafío en el que Deel puede acompañar a las empresas en la incorporación, gestión y pago de esos perfiles.
Una lección que hemos aprendido en la pandemia es que el lugar de trabajo, cualquiera sea, debe ajustarse a las necesidades de cada organización. Pero también que la flexibilidad y la mejora de la experiencia del colaborador representarán una de las principales ventajas competitivas para atraer y comprometer al talento en el futuro de las comunidades laborales.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.