Proyecto científico busca solucionar déficit de áreas verdes en el norte de Chile

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Equipo de la UNAP desarrolló tecnología capaz de multiplicar plantas xerófitas que sólo existen en la Macrozona Norte, y que requieren un mínimo de riego para potenciar el paisajismo con especies de áreas desérticas. Especialistas estiman que el mismo modelo de investigación podría replicarse para generar nuevas especies en comunas costeras desde Arica hasta la región de Valparaíso


Contribuir a aumentar la extensión de áreas verdes en la macrozona norte de Chile, disminuir al mínimo la cantidad de agua utilizada para el riego y otorgar mayor bienestar a cientos de miles de personas mediante el paisajismo, son algunos de los principales aportes de la tecnología que está siendo impulsada por la Universidad Arturo Prat (UNAP), a través de su Facultad de Recursos Naturales Renovables.

Se trata del proyecto “Transferencia de especies endémicas de Taltal para la xerojardinería, viverización y paisajismo”, liderado por el Dr. José Delatorre Herrera, científico de la UNAP con 35 años de experiencia en investigaciones sobre agricultura del desierto.

Junto a su equipo, con esta iniciativa —correspondiente a un Proyecto FIC-R (BIP 40023866-0) financiado por el Gobierno Regional de Antofagasta— se busca además reducir el alto déficit de áreas verdes, utilizando y multiplicando especies endémicas (únicas en la zona) que solo necesitan un mínimo de agua, porque están adaptadas a las zonas desérticas.

Así, la palabra “xerojardinería” se basa en el término xerófita, que significa fito o planta que vive con poca agua. Por lo tanto, se usan especies con muy bajos requerimientos hídricos.

Destacar que la casa de estudios superiores ya puso a disposición de la Municipalidad de Iquique esta tecnología para potenciar el paisajismo de la ciudad y Tarapacá.


Bajo el promedio 

Un desafío de este proyecto ha sido precisamente ayudar a reducir el riego, pero sin afectar la cantidad de áreas verdes, que otorgan bienestar a las personas.

Especialmente en las ciudades costeras del norte grande, donde no se cumple con la recomendación que la OMS Y PNUMA (ambas organizaciones de la ONU), respecto al mínimo entre 9 y 11 m2 de áreas verdes por habitante.  Y es que las regiones de esa zona extrema de Chile están bajo el promedio nacional de 4,4 m2 de espacios de vegetación por persona. Por ejemplo, Iquique actualmente tiene 1 m2 por habitante, y Antofagasta tiene 2 m2 por persona.

“Esto sucede porque mantener las áreas verdes implica un alto costo para los municipios y habitantes, siendo el agua potable el principal costo de mantención para las ciudades costeras del norte de Chile”, explica el profesor José Delatorre Herrera.


Eficiencia 

El modelo de esta iniciativa científica tiene un potencial que se proyecta a toda la macrozona norte, e incluso más al sur del país, llegando hasta las costas de la Región de Valparaíso.

El Dr. Delatorre precisa, a modo ejemplo, que en Antofagasta hay 943 mil 433 m2 de áreas verdes, lo que equivale a 3 litros de agua por m2. Esto significa un riego de 2 mil 839 m3 cada día, lo que se traduce en 1 millón 22 mil 40 m3 de agua al año. Es decir, mil 287 millones de pesos anuales en riego.

 

Además, en la mayoría de las ciudades nortinas, actualmente las especies utilizadas son originarias de zonas de alta demanda hídrica, como son, césped, palmeras, pinos, eucaliptus, entre otros. Situación que obedece a los conceptos paisajísticos de ciudades con menos escasez de esos recursos. Aunque debido al cambio climático, la falta de agua ya se ha generalizado.

A modo de ejemplo cada día, el riego de césped requiere 5 a 10 litros por m2. Una palmera adulta usa 80 a 100 litros por árbol. Un laurel 10 a 15 litros por árbol. Y un eucaliptus adulto necesita 200 litros cada uno.


Objetivos  

Entre los objetivos específicos de esta investigación —que también equivalen a los logros o resultados alcanzados–, se destaca: seleccionar especies endémicas para ser usadas en xerojardinería. Establecer metodologías de propagación de las plantas endémicas (con método in vitro, asexual y sexual). Crear normas de manejo de especies seleccionadas (agua, plagas, nutrición).

Asimismo, diseñar, construir y evaluar funcionamiento de las áreas verdes usando el concepto de xerojardinería. Transferir puesta en valor del conocimiento mediante creación de pymes dedicadas a la propagación y comercialización de las especies endémicas. Establecer una unidad de conservación y repoblamiento en su entorno natural. Y difundir las actividades y resultados del proyecto científico.

“Estamos en pleno desierto de Atacama y este proyecto apunta a una línea de acción que es el fomento y apoyo de la investigación, desarrollo e innovación. Y está basado en la puesta en valor de recursos naturales. Entonces el proyecto coincide plenamente con los lineamientos de la estrategia de desarrollo regional de Antofagasta”, expresa el Dr. Delatorre. En esa región, la UNAP también está presente con su sede o Centro Docente de Vinculación (CDV) Antofagasta.

El vicerrector (s) de Investigación e Innovación de Universidad Arturo Prat, Raúl Zúñiga Arriaza, valoró el aporte de esta iniciativa y las mejoras que podrá generar.

“En cuanto a los impactos de este proyecto, puede ayudar a cambiar la mentalidad sobre nuestro esquema tradicional de usar plantas que estábamos acostumbrados por tradición en la zona sur, y que consumen gran cantidad de agua. Pero es algo que no se justifica, si hay plantas mucho más hermosas que consumen menos agua”, dijo Zúñiga.


Tecnología  

El equipo científico de la UNAP ya ha multiplicado 21 especies endémicas del norte del país. El Dr. Delatorre detalla cómo logran los resultados.  “Lo primero es cómo viverizarlas, porque lo más difícil de una planta de desierto es cómo domesticarla y cómo hacerla germinar, crecer y pasarla a una bolsita para luego llevarla a un jardín. Parece fácil, pero la verdad es algo muy complicado. Porque tienen su propio requerimiento, no solamente de sol y agua, sino que asociaciones de bacterias u otros microorganismos que están en el suelo, y que le dan la fortaleza para sobrevivir. Y ese es el primer secreto de esa tecnología: cómo lograr viverizarla”, cuenta el investigador, especialista en agricultura del desierto.

“Lo segundo tiene que ver con el paisajismo, con diseño. O sea, cómo se ordenan, cómo se arreglan, cómo hacer que una planta tenga valor. Y ahí está nuestro otro aporte: estamos desarrollando propuestas paisajísticas con la utilización de estas plantas”, dice el académico.

 

“Y hay un tercer aspecto: como no hay oferta de estas plantas, a nivel nacional y en ninguna parte, estamos trabajando en convertir a dos grupos de agricultores: la Asociación La Cachina y la Asociación Los Loros, en la Región de Antofagasta, para que se conviertan en viveristas y se transformen en microempresas productoras de plantas para poder satisfacer la demanda que se va a generar producto de esta tecnología”, enfatiza.

Los avances y resultados de esta tecnología fueron recientemente presentados en la Región de Antofagasta a agricultores y personal técnico de las municipalidades de Tocopilla, Mejillones y Taltal. Además, al equipo del Jardín Botánico de Antofagasta. También presenciaron esa actividad representantes de varias instituciones como INIA y SAG.


 

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