Por: Juan Pablo Baraona. Gerente LATAM de Estrategia Comercial y Sectorial de la Banca Ética
Las actuales políticas educativas de nuestro país en materia de calidad conciben la gestión de los establecimientos desde un enfoque multidimensional. Sostenedores y directivos deben ser capaces de desarrollar un liderazgo educativo que articule la visión estratégica, el desarrollo profesional, la gestión pedagógica, la gestión de la convivencia y la gestión de recursos.
En relación con los primeros ejes, el gran desafío es el aseguramiento de ambientes propicios para el aprendizaje integral de las y los estudiantes, donde sean protagonistas y desarrollen conocimientos y habilidades del siglo XXI, con un enfoque inclusivo y participativo, que incorpore la sana convivencia y el bienestar socioemocional. En torno a este desafío, existe una amplia oferta de oportunidades y apoyos en términos de capacitación, programas formativos, políticas públicas, asesoría de expertos, recursos virtuales y más.
Lo anterior contrasta con la situación en torno al último eje, la gestión de recursos. Si comparamos esta dimensión con las anteriores, cabe la pregunta acerca de cómo gestionar financiamiento orientado al logro de aprendizajes o cómo lograr una adecuada priorización de recursos en los establecimientos. En estos aspectos, se observa un menor desarrollo en términos de los potenciales apoyos con los que cuentan las instituciones de educación.
Existen pocas organizaciones dedicadas a acompañar los desafíos financieros de los establecimientos, tanto desde la educación financiera como desde la gestión de financiamiento. Se trata de un desafío pendiente. Es fundamental que diversos actores públicos y privados colaboren para crear más oportunidades y una mayor conciencia en esta materia.
En Banca Ética creemos que es clave desarrollar en el liderazgo educativo conocimientos acerca del uso de instrumentos financieros como el crédito, que pueden complementar la gestión de las subvenciones y facilitar la inversión en necesidades educativas asociadas a infraestructura, equipamiento, capacitación docente, etc., que contribuyen a la calidad educativa.
Sabemos que la gestión de recursos es fundamental para el funcionamiento de los establecimientos, ya que provee el soporte para el desarrollo de la labor educativa. Por eso, desde hace varios años trabajamos con diversas comunidades educativas en este desafío. A su vez, desde nuestro rol como institución financiera, consideramos fundamental ampliar los apoyos a las escuelas en términos de gestión de recursos. Esto, no solo desde las subvenciones del MINEDUC, sino también potenciando las habilidades financieras de los líderes educativos.
Para continuar abordando los grandes desafíos socioambientales de la educación postpandemia, es imprescindible seguir apoyando la gestión de recursos por parte de los directivos y sostenedores. En definitiva, el sistema educativo y la sociedad deben asegurar colaborativamente estos apoyos, lo cual implica no sólo fiscalizar el cumplimiento de la normativa, sino que promover una gestión más efectiva y consciente de los recursos.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.