Por: Andrés Kogan V. Sociólogo, Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
Los resultados de la elección de consejeros constituyentes del pasado domingo en Chile y la inmensa votación que obtuvo el Partido Republicano, no sólo viene a consolidar electoralmente el aplastante rechazo a la propuesta constitucional del 2022, sino que se da en un contexto de enorme confusión e incertidumbre de lo que podrá pasar en los próximos meses, que nos dejan en un verdadero limbo constituyente.
Lo menciono no solo por el enorme giro que ha dado el proceso constituyente, pasando de un órgano conformado principalmente por listas de izquierda, independientes y movimientos sociales, a otro por lo más recalcitrante de la derecha chilena pinochetista (que capitalizó de manera perfecta el malestar social y miedo de los chilenos), sino también porque el Partido Republicano al obtener 23 de los 51 consejeros constituyentes, está obligado a tener que liderar un proceso que desprecian desde su génesis durante el 2019, lo que se vuelve bastante paradójico y bizarro.
De ahí que el resultado del domingo sea tan bueno para la extrema derecha, en comparación a lo que obtuvo la derecha tradicional (11 consejeros) y la izquierda gubernamental (16 consejeros), que todos los ojos van a estar puestos en su acción, lo que ya no podrá tener el rol de impugnador que tuvo en el proceso constituyente anterior, el cual les ha acomodado bastante y les daba libertad para inventar e instalar noticias falsas en los grandes medios concentrados y también en el “canal público” (TVN).
Por lo mismo, no hay que olvidar que para el Partido Republicano, así como otras nuevas derechas populistas y negacionistas en el mundo (Vox, Trump, Meloni, Bolsonaro, Milei), se sostienen justamente por presentarse como una fuerza novedosa por fuera del establishment y por cuestionar un discurso políticamente correcto y las instituciones que la sostienen, en donde según ellos una casta política corrupta se subordina finalmente a una ideología globalista impulsada por los grandes organismos internacionales.
No hay que sorprenderse por tanto, que tanto la intelectualidad de esta ultra derecha y los mismos consejeros constituyentes electos en Chile, estén convencidos de que lo que se vivió en el país durante el 2019 fue algo organizado y conspirado desde la izquierda internacional, negando así sus demandas más importantes y una revuelta social, que para ellos no fue más que un estallido delictual.
En consecuencia, esta ultra derecha, fiel a su doctrina dogmática y reaccionaria, se opuso tanto al primer acuerdo constitucional del 2019 como al del 2022, por lo que siempre rechazó todo lo que provino de él, arrastrando así discursivamente con el tiempo a la derecha tradicional, a la centro izquierda y a los grandes medios de información, los cuales le terminaron entregando un relato securitario, centrado en la delincuencia descontrolada y en la inmigración desbordada, el cual luego del rechazo del 2022, fue hasta tomado incluso por el gobierno de Gabriel Boric.
Visto este escenario, la ultraderecha tendrá una disyuntiva política, que quizás difícilmente podrá salir bien parada, ya que controlará un órgano que desprecia, así como los 12 bordes constitucionales y un anteproyecto elaborado por un grupo de expertos designados, que representa para ellos una cocina elaborada por una casta política antipatriota y que quiere destruir Chile igualmente.
Frente a lo anterior, que la ultraderecha ponga el grito en el cielo con algunos de los puntos pactados, como lo son el Estado Social y Democrático de Derecho, el reconocimiento de pueblos indígenas y el cuidado y la conservación de la naturaleza y su biodiversidad, solo responde a una mirada extrema, que cree firmemente que son parte de una agenda globalista de la ONU y del marxismo cultural.
Si bien será un relato sacado de un manual de propaganda nacionalsocialista o fascista, realmente lo creen, pero veremos si están dispuestos a seguir con teorías conspirativas y doctrinarias para diferenciarse de la derecha tradicional y más pragmática, impulsando normas extremas y más neoliberales que las que ya existen en la constitución actual, o por el contrario, sus consejeros se adecuarán al órgano constitucional y a los 12 bordes, de manera más consensuada y dialogante, lo que traicionaría su propia identidad que han construido.
En definitiva, elijan cualquiera de los dos caminos, los republicanos pueden quedar expuestos como nunca antes, lo que debe ser aprovechado por las fuerzas de izquierda y progresistas, pensando ya mucho más allá del plebiscito constitucional de diciembre, ante la amenaza real de que sigan creciendo y puedan llegar al gobierno en la próxima elección presidencial, lo que les daría un poder inmenso para hacer retroceder en derechos y en la democracia del país.
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