Por: Patricio Nayan Sandoval. Investigador de Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural
Los egipcios, hace unos 4.700 años, empezaron a poner abejas en colmenas para trabajarlas y aprovechar aún mejor su miel y cera, y desde su mitología el dios del sol Ra, era representado como abeja. En efecto, las abejas tienen una importancia sagrada para muchas culturas y civilizaciones en todo el mundo.
Desde la antigüedad, han sido veneradas, como en la antigua Grecia, estaban asociadas con Deméter, la diosa de la agricultura y la fertilidad. Los romanos adoraban a las abejas y consideraban la miel como un regalo de los dioses. En culturas indígenas de América del Norte, las abejas son consideradas como un símbolo de armonía y cooperación, y se cree que representan la unidad y la solidaridad en la comunidad.
Este valor e importancia cultural de las abejas, tiene su base en dos atributos muy relevantes, vigentes hasta la actualidad, que son: su invaluable aporte para los ecosistemas y a la producción de alimentos. Esto porque como polinizadoras, las abejas juegan un papel crucial en la reproducción de muchas plantas y cultivos, lo que a su vez contribuye a la seguridad alimentaria y la biodiversidad. Se estima que las abejas son responsables de la polinización del 75% de los cultivos alimentarios a nivel mundial. Además, la miel y otros productos de las abejas, como la cera y el propóleo, también tienen una amplia gama de usos en la medicina y la industria.
Cada 20 de mayo -desde el año 2017- se celebra el Día Mundial de las Abejas, con la finalidad de generar conciencia entre la comunidad internacional en relación con el rol fundamental que cumplen las abejas en la preservación ecológica del planeta. Así de importante, así de vital e indispensable para los seres humanos es este insecto, que todos y todas percibimos, notamos y de quien tenemos alguna referencia, que van desde caricaturas hasta el conocimiento técnico más detallado.
Mas no tenemos internalizado el valor de su pérdida y de manera masiva no somos conscientes de lo indispensables que son para la vida y nuestra sobrevivencia como especie. Las abejas ayudan a la producción de frutas, verduras y semillas, lo que contribuye directamente a la seguridad alimentaria y a la diversidad de la dieta humana. Asimismo, la protección de las abejas y otros polinizadores es uno de los pilares del cambio transformador necesarios para la implementación de sistemas agroecológicos y la agricultura sostenible.
Una de las principales razones de la disminución de las poblaciones de abejas es el uso excesivo de pesticidas y otros productos químicos en la agricultura. Estos productos son altamente tóxicos para ellas y otros polinizadores, debilitando su sistema inmunológico y reduciendo su capacidad para encontrar alimento y reproducirse. Además, la pérdida de hábitat debido a la urbanización, el cambio climático y la deforestación también han tenido un impacto significativo en las poblaciones de abejas.
En Chile, existen alrededor de 500 especies de abejas nativas, muchas de las cuales se encuentran en peligro de extinción debido a los factores antes mencionados. Pero a pesar de las complejidades y desafíos actuales, la apicultura es una actividad importante en Chile, ya que produce alrededor de 13.000 toneladas de miel al año y genera empleo para más de 12.000 familias (ODEPA, 2021), además de obtener reconocimiento internacional por la calidad de sus productos.
Ante este escenario y con la relevancia que tiene este oficio para el desarrollo rural, desde Rimisp y con apoyo del Gobierno Regional de Los Lagos, estamos aportando en el desarrollo y proliferación de la apicultura, con dos programas -actualmente en ejecución- en las Provincias de Llanquihue y Palena. El foco de estos programas está en potenciar y desarrollar este sector productivo, con base en la sustentabilidad y resguardo ambiental, la asociatividad, la participación de los actores en el proceso -en base a la gobernanza- y la valoración de los atributos de la flora y condiciones particulares del bosque templado lluvioso de la zona.
En síntesis, es importante asumir que las abejas son un recurso vital para la supervivencia de nuestro planeta y nos corresponde adoptar medidas para protegerlas. Debemos tomar conciencia de su importancia y trabajar juntos desde los territorios y con miradas de largo plazo, para garantizar que continúen desempeñando su papel vital en nuestro ecosistema y aportando a asegurar la alimentación humana.
Creemos firmemente que así como las abejas nos enseñan importantes lecciones sobre el trabajo en equipo, la eficiencia, la adaptabilidad y la importancia de los ecosistemas, los actores que formamos parte del medio podemos -y debemos- aportar de manera coordinada en cada territorio, proponiendo, apoyando e impulsando políticas y programas para proteger las áreas naturales, la preservación de los hábitats de estos insectos, a la vez que fortalecemos y potenciamos el trabajo y desarrollo de los y las miles de apicultores y apicultoras existentes en el país.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.