[Opinión] Del luto a los acuerdos

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Por: Marcela Riquelme Aliaga. Abogada. Diputada por el Distrito 15, región de O’Higgins


Febrero de 2024 es un mes que quedará en nuestra memoria histórica, marcado por una tragedia de proporciones que cobró la vida de más de 130 personas en la Región de Valparaíso tras devastadores incendios forestales, gran parte de ellos provocados de manera intencional. Pocos días después un grave accidente cobró la vida del ExPresidente, Sebastián Piñera Echenique, vistiendo nuevamente de luto a nuestro país.

Me detengo en este último hecho solo para efectos de esta columna, mas mi energía y labor está enfocada en las víctimas y damnificados de los incendios. Y es que no es fácil desde este escenario abordar el legado del ex mandatario, una figura que como muchas está marcada por luces y sombras.

Es que la política y el escrutinio público puede aplastar o enaltecer un liderazgo, convertir a un villano en héroe o un héroe en villano. Pero, ¿en qué lugar situamos a Sebastián Piñera a días de su deceso?

La mirada macroeconómica y de balances empresariales nos hablan de un perfil exitoso: hombre de negocios que se movió siempre al filo de la ley, cuestionado incluso por sus propios pares, “no te declararon reo por lindo…” señalaba un ex precandidato presidencial, haciendo alusión a su actuar en torno al conocido caso “Banco de Talca”, recordando que fue una Ministra de Pinochet quien dio la orden -ilegal y abusiva por cierto- de dejar en libertad a “Tatán”.

En esta misma línea podríamos seguir nombrando actuaciones reñidas con lo legal y lo ético, conocidas y reconocidas por los chilenos como el negocio de Lan, la minera Dominga, o los famosos “pandora paper”… Sí, estos y otros hechos fueron olvidados por ahora, minimizados y amparados en la impunidad, la impunidad de un protegido de la clase política.

Pero vamos a lo político, Piñera siempre tuvo interés por el servicio público, avanzó en esa senda desde su posición de privilegio y se autodefinió como un demócrata y efectivamente lo fue, siempre señaló que apoyó la opción NO en el plebiscito de 1988, desafiando en muchas ocasiones a su propio sector político.

En su primer mandato enfrentó la reconstrucción post terremoto de 2010; un desafío de proporciones para la administración pública que develó importantes falencia del aparato estatal para el control y gestión de la emergencia. Sin embargo,su mirada gerencial le permitió acelerar la toma de decisiones, gestionar alianzas público privadas, dándole un nuevo enfoque a la reconstrucción.

Así también, el rescate de los 33 en la mina San José fue un hito de carácter mundial, lo que parecía imposible se hizo realidad, Piñera logró darle un aire “distinto” a la figura presidencial, televisivo, no exento de chascarros, y hasta replicado en una película.

Pero como en el cine, las segundas partes nunca son buenas, lo más complejo para su liderazgo correspondió al segundo mandato, donde el estallido social puso a prueba su falta de prudencia: “estamos en guerra contra un enemigo muy poderoso”, dijo, desconociendo que estábamos frente a una explosión detonada por las desigualdades e injusticias sociales de décadas.

Hay quienes piensan que su posición de privilegio no le permitió entender la desigualdad social que hervía en nuestras poblaciones; y hay quienes dicen que él fue parte de la construcción histórica de esa desigualdad social, por lo que nadie ve lo que simplemente no quiere ver. Así también lo mostraron los medios, cuando las violaciones a los Derechos Humanos se hacían una constantes en las calles, el primer mandatario comía pizza en un elegante restorán de una comuna acomodada.

Pero no seamos injustos, la Pensión Garantizada Universal vino a mejorar el pilar solidario en el sistema de pensiones, así también el aumento del postnatal de emergencia y otros derechos sociales que hoy han quedado frustrados en su avance por el rechazo a la reforma de pensiones de los mismos que hoy lo veneran pero que omiten que el propio Piñera reconoció la necesidad de dicha reforma y manifestó expresamente estar de acuerdo con la existencia del 6% y con destinar un 3% al seguro social.

Sería injusto también no hablar del manejo de la pandemia y el acceso oportuno a las vacunas contra el COVID 19, el reforzamiento del sistema de salud, la adquisición de respiradores y ventiladores mecánicos, que permitieron enfrentar el fenómeno de manera correcta y lejos de realidades dantescas que presenciamos en América Latina.

Hoy la figura del ExPresidente emerge como la de un demócrata, así también lo ha planteado el Presidente Gabriel Boric, quien ha resaltado el compromiso de Piñera con Chile y su desarrollo, lo mismo hizo la ExPresidenta Michelle Bachelet, quien resaltó su compromiso con ideas muy distantes de su sector político como lo fue la promulgación de la ley de matrimonio igualitario.

La muerte de Sebastián Piñera ha sido explotada mediáticamente ensalzando su figura con una desesperante necesidad por parte de la derecha de buscar un líder, ante la horfandad de liderazgos en todos los sectores políticos, y ante la lucha fratricida de la propia derecha que se ha distanciado de las necesidades de la ciudadanía, que ha abandonado las mesas de seguridad, que ha rechazado la reforma tributaria y la reforma de pensiones, que le ha puesto fin a las conversaciones y que con soberbia, esa misma que tanto nos critica, ha dejado de lado el diálogo con el gobierno, abandonando con bombos y platillos la Moneda en reiteradas ocasiones para aumentar sus likes en los sectores más violentos de su pensamiento.

Se hace preciso hoy más que nunca que los diferentes sectores políticos volvamos a escucharnos, pero con consecuencia, puesto que si la derecha va a enaltecer la figura de Piñera, más vale que lo sigan en su pensamiento social y democrático. Por mucho que mi sector lo critique él no habría abandonado ninguna mesa de trabajo con el gobierno, no se habría negado a una reforma tributaria y menos a una reforma de pensiones.

Por lo que si van a seguirlo es preciso que empiecen a imitarlo, y volvamos al diálogo, volvamos a los acuerdos, que es lo único que la ciudadanía nos pide, consecuencia para mirar a los ojos a quienes hoy lo han perdido todo. Para construir no se requiere ser poderoso sino humilde, saber escuchar y tener voluntad, virtudes que la ciudadanía nos demandada y que hoy más que nunca es necesario recordar.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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