Para la Directora Ejecutiva Nacional de Prodemu, el programa “Mujeres Rurales” busca entregar herramientas técnicas a las mujeres y también empoderarlas y generar redes de apoyo
La sociología de la Universidad de Concepción, Cristina Martín, quien lidera la fundación Prodemu desde septiembre de 2023, luego de haberse desempeñado en la universidad y el gobierno en el Biobio y Ñuble respectivamente, visualiza una notable diferencia en el acceso entre las mujeres que viven en los sectores rurales y las que viven en las urbes, lo que sumado a tradiciones enraizadas en la ruralidad complejizan la labor de empoderamiento y autonomía.
Para Martín, parte importante de ese trabajo se basa, además de concientizarlas sobre sus derechos, en alcanzar la autonomía económica.
¿Cuáles son las condiciones de vida que marcan a las mujeres que viven en zonas que son rurales?
“Hay condiciones que son variables, bien estructurales. Cuando nos ponemos a pensar en las condiciones de acceso que existen en la ruralidad y en la zona urbana, ahí nos damos cuenta que por ejemplo, la conectividad, la infraestructura tanto de los caminos, por ejemplo, como muchas veces la educación, la salud, son distintas. El acceso es mucho menor porque cuesta llegar a ese lugar para poder acceder de las necesidades básicas, entonces ahí ya tenemos una problemática que la pueden tener la mayoría de las regiones”.
“Cuando hablamos de las dinámicas y los modos de vida, cómo se dan estas trayectorias, cómo se dan estas vivencias, también son diferentes porque estamos en una sociedad que sigue siendo patriarcal, tenemos una cultura machista que todavía está muy arraigada y por supuesto que en las zonas rurales esos modos de vida también se dan y se mantienen o se siguen perpetuando porque no están las condiciones o falta que lleguen las condiciones para poder ir logrando con la autonomía económica que también es en nuestro objetivo”.
“Nosotros como Fundación creemos firmemente que para seguir las transformaciones que hoy día estamos obteniendo es precisamente a través de la autonomía económica porque así podemos también ir transformando la historia. Cuando las mujeres tenemos una capacidad económica para poder sentirnos que somos iguales en el espacio del hogar, tanto privado como público, las condiciones o cómo se van desarrollando, transmitiendo también estas tradiciones son distintas, hay tradiciones muy potentes lo rural que se traspasan, por ejemplo cuando hablamos con mujeres emprendedoras, la cultura, la forma a lo mejor de querer hacer algo, pero también hay otras tradiciones cuando estamos hablando de casos mucho más extremo, que lógicamente no pueden seguir perpetuándose”.
¿Cuáles son esas tradiciones que no pueden seguir perpetuándose?
“En el mundo rural todavía la mujer o las mujeres dependen mucho del marido económicamente y ahí estamos hablando que se da esta violencia económica y que muchas mujeres no pueden alzar la voz, entonces cuando uno le va entregando esta formación, no tan solo en derechos, porque no sacamos nada con formarlas en derecho, cuando no tienen una herramienta para poder romper esa estructura”.
“Nosotros tenemos hoy día un gobierno y una ministra que ha permitido que la violencia de género sea una responsabilidad social, sea una responsabilidad del Estado, en que la podamos conversar, en que no es culpa de la mujer y eso también se va entendiendo en las zonas rurales, o sea, las mujeres saben cuando las están vulnerando, sin embargo, si no tienen una herramienta de autonomía para poder romper eso, tienen que seguir guardando ese silencio. Esas dinámicas, esas formas de poder que todavía existen estas jerarquías en la que uno también tiene que intentar ponerla en igualdad”.
¿Cómo trabaja el Prodemu en las zonas rurales?
“Esto depende mucho de una transformación cultural, de las políticas de Estado, de cómo avanzamos en las políticas públicas, de cómo hemos avanzado en derecho. Hemos logrado hartas cosas, desde la pensión alimenticia, hasta tener una ley integral que protege a la mujer, que repara, que reconoce”.
“En las zonas rurales tenemos el programa Mujeres Rurales que es un convenio que lleva más de 30 años con Indap, que es único en Sudamérica. El programa Mujeres Rurales es un programa que dura tres años. Tiene una formación técnica en donde se le entrega una unidad productiva a grupos de mujeres dependiendo de la pertinencia y de las áreas en que quieran desarrollarse, pueden ser artesanía, gallineros, invernaderos para hortalizas, para flores”.
“Desde Prodemu entregamos toda la formación integral que implica desarrollar esto y ahí entra lo que es el empoderamiento, lo que son las redes, lo que es la asociatividad”.
“Nuestro fuerte es la línea de empoderamiento, que ha sido transversal durante estos 33 años que llevamos, pero a medida que van pasando los periodos, va cambiando la sociedad. Si pensamos en los años 90, hoy las exigencias son distintas, porque hay mayor conocimiento y tenemos que ir estando a la altura”.
“Entregamos esta formación en grupo. Durante tres años, aparte de crearles una unidad en donde las mujeres van a poder comercializar, muchas de ellas van a querer seguir escalando, hay algunas que también se quedan con lo que quisieron formar, porque tampoco las podemos obligar, hay algunas que se caen y ahí es donde las tratamos de apoyar, hay algunas que arman una red y hay grupos que terminan”.
“Por ejemplo, en Ñuble tenemos la Asociación Gremial de mujeres rurales que son egresadas del programa Mujeres Rurales. Se va armando esta colaboración, esta organización y ahí es donde las mujeres se dan cuenta que no están solas y que lo que nosotros les entregamos no se muere ni al tercer año, ni al cuarto año, ni en el quinto año porque ya saben que si por ejemplo se le se le secó el tomate, igual van a llamar a su monitora y le van a decir a la señorita Marta que se le murió el tomate y la señora Marta no le va a decir que ya egresaron de nuestros programa, le va a decir por qué se le murió el tomate”.
¿Qué tal funciona esta fórmula?
“Es algo que funciona, que ha sido súper bueno de hecho estas mismas mujeres pueden pasar a los Prodesal o los distintos programas que tiene INDAP. En la práctica no hemos dado cuenta que son unas de las mejores mujeres, que están muy reconocidas, que las ganas de querer seguir desarrollándose están, porque se dan cuenta de que pueden hacerlo y que no hay un no”.
“Ellas dicen ‘yo entré a Prodemu y no hablaba y hoy día estoy aquí terminando y me estoy dirigiendo a todas’. Esas experiencias si bien es cierto, no están cuantificadas o no las podemos cuantificar, son realmente las que quedan para poder decir tenemos que seguir tenemos que seguir avanzando. Tenemos que seguir trabajando de forma grupal, aunque sea más complejo, porque si una decae bueno, están las demás para apoyarla”.