Por: Daniel Vercelli Baladrón. Socio y Managing Partner de Manuia Consultora
Usualmente las vacaciones son para muchas personas una época ideal para viajar hacia lugares donde disfrutar del sol, algo de calor y un contacto más estrecho con la naturaleza.
Pero con la crisis climática y las altas temperaturas que se han registrado en los últimos años, esta tendencia se ha ido modificando (entre quienes pueden, claro está), para dar paso a un nuevo concepto ‘coolcations’, o la búsqueda de destinos no tan habituales para vacacionar, pero que ofrecen algo completamente opuesto, un escape del sol y del calor.
Lo vemos actualmente en Europa, con olas de calor en España, Francia y Alemania con peaks de más de 40 grados y graves consecuencias como sequías e incendios forestales.
El pasado mes de mayo marcó el duodécimo mes consecutivo de temperaturas récord para el planeta, con un promedio global 1.52°C más alto que los niveles preindustriales, mientras que julio fue el segundo mes más caluroso jamás registrado.
Y sabemos los impactos de esto: según un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el calor extremo cobra más de 175.000 vidas al año en Europa, y la cifra va en aumento.
Por eso, tal como en la era digital y en el contexto de pandemia se popularizó el concepto ‘workcations’, ahora la opción de desplazarse a lugares fríos para pasar las vacaciones está creciendo cada vez más. De hecho, un reciente reportaje de Bloomberg muestra cómo a medida que el sur de Europa se sofoca con un calor extremo exacerbado por el cambio climático, los viajeros buscan pasar sus días libres en la región de Escandinavia, con Noruega y Suecia en los primeros lugares de preferencia.
Es tanta la transformación causada por el aumento de las temperaturas, que una investigación encargada por la Unión Europea evidencia cómo el calentamiento tiene el potencial de crear un cambio radical en las decisiones de los viajeros.
En un escenario extremo de mediano plazo, países como Grecia o el sur de Italia podrían ver una caída en la demanda turística y por otro lado, Suecia, Dinamarca y Finlandia tendrían un aumento considerable. Y esto no se debe a un simple capricho, estos destinos son más atractivos para los extranjeros por los riesgos que causan las olas de calor en la salud y en el cuerpo humano.
Considerando que este 2024 está en camino de convertirse en el año más caluroso registrado, el clima más cálido afectará la forma en que viajamos en el futuro y probablemente, veremos una tendencia similar en Latinoamérica. Vale la pena volver a preguntarse por el impacto que se está causando en el ecosistema y que ocurrirá en un par de décadas más si no tomamos medidas al respecto.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo