Por: Nicolás Perdomo. Vicepresidente de ventas de Backbase para América Latina
Los Millennials y la Generación Z han tomado las riendas de la industria financiera en América Latina. Esta población, nativa digital, está acostumbrada a acceder a servicios con un solo clic, como lo hacen en plataformas como Uber, Mercado Libre o Amazon, donde la simplicidad y la inmediatez son la norma. Para ellos, visitar una sucursal financiera es impensable; las experiencias deben ser fluidas, seguras, rápidas y disponibles desde sus smartphones.
Esta transformación ha encontrado un terreno fértil en México, donde la conectividad y el surgimiento de los neobancos están redefiniendo la experiencia financiera. De acuerdo al reporte La banca móvil en México: ¿el futuro o el presente? desarrollado por BBVA, más de 7.3 millones de adultos registró 18.4 millones de cuentas vinculadas a teléfonos móviles, lo que indica que una gran cantidad de la población maneja más de una cuenta bancaria a través de canales digitales.
Con 253 contratos de banca móvil por cada 100 adultos, la banca digital ha pasado de ser una alternativa a convertirse en la forma principal de gestionar las finanzas personales.
Los neobancos han sabido capitalizar esta tendencia, ofreciendo servicios más ágiles y personalizados que la mayoría de los bancos tradicionales.
Estas plataformas digitales no solo eliminan barreras burocráticas, sino que también ofrecen comodidad y confianza a usuarios que buscan controlar sus finanzas de forma independiente y rápida. Gracias a la hiperconectividad en ciudades como Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México, los servicios bancarios digitales están cada vez más presentes en el día a día, transformando las expectativas de los consumidores.
Esta realidad también ha impulsado a las instituciones financieras tradicionales a competir de una manera diferente. Un claro ejemplo es la adopción de procesos de onboarding digital, que permiten a los nuevos clientes abrir una cuenta o solicitar un préstamo en tan solo cinco minutos, con verificación de identidad y firma electrónica incluidas. Estas soluciones no solo mejoran la experiencia del usuario, sino que también promueven la inclusión financiera al facilitar soluciones de alto impacto, como el acceso al crédito para sectores antes desatendidos.
En 2023, se reportó un aumento del 45% en las instalaciones de aplicaciones financieras a nivel global, con un crecimiento notable en México, posicionándolo como uno de los líderes de América Latina en el camino hacia esta transformación. La expansión de los neobancos y fintechs refleja cómo la tecnología ha simplificado procesos que antes requerían la intervención de un agente, permitiendo a los usuarios administrar su dinero desde cualquier lugar, sin perder tiempo en trámites presenciales e invertir lo más preciado que tienen, su tiempo.
Esta comodidad se refleja también en el uso creciente de medios de pago digitales en toda la región. En mercados como México, Brasil y Argentina, las transacciones electrónicas han mantenido un crecimiento sostenido, mejorando la eficiencia del sistema financiero y fortaleciendo la confianza en estas plataformas.
De acuerdo con Statista, un caso destacado es Mercado Pago, el brazo financiero de Mercado Libre, que ha experimentado una expansión impresionante: en 2015, el número de operaciones de pago alcanzó los 80 millones, mientras que para 2023 esta cifra rondó los 9,500 millones. Estos avances tecnológicos están permitiendo que más personas y negocios se integren activamente a la economía formal, impulsando un crecimiento económico sostenible y fomentando la inversión en sectores estratégicos.
El onboarding digital y los préstamos rápidos no son solo innovaciones tecnológicas; son el pasaporte hacia una experiencia financiera que realmente integre a los bancos con la vida cotidiana de los consumidores. Además, optimizan el ecosistema de pagos al integrar nuevos métodos de manera constante y abren las puertas a nuevas inversiones en la economía.
En definitiva, la transformación de la banca hacia lo digital no es una opción, sino una necesidad clave en México y América Latina. Las instituciones que adopten estas tecnologías no solo estarán alineadas con las demandas del mercado actual, sino que también estarán construyendo las bases para un futuro económico más ágil y competitivo para todos.
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