Hay diversas ciudades a lo largo del país que sufren por los altos índices de contaminación atmosférica. Como si eso fuera poco, es frecuente que los vecinos y comunidades reclamen por los malos olores que emanan de diversas industrias. Cualquier contaminación afecta negativamente la calidad de vida y la percepción de bienestar que tienen las personas. Sólo en lo que va del año, en diversas regiones ha habido acusaciones contra lecheras, avícolas, sanitarias, forestales, pesqueras, entre otras empresas productivas, debido a olores que expelen sus procesos, y que en muchas ocasiones incomodan a quienes viven, estudian o trabajan en esos sitios.
Lamentablemente esta problemática no es una novedad, y a nivel país hay casos célebres que han generado un antes y un después en torno al manejo de olores por parte de diversas compañías. Aún está en la memoria de muchos el caso de la comunidad de Freirina, en la Región de Atacama, que terminó por cerrar una planta faenadora de cerdos por causa de las emanaciones que generaba. Su cierre provocó un impacto económico negativo para la región, pues recortó importantes puestos de trabajo que eran anhelados por la comunidad, sumado a la pérdida de la inversión por parte de la empresa. A pesar de esta lección, aún hay tareas por hacer en otras industrias que deben incorporar el tratamiento de olores a sus procesos.
La generación de olores en la industria representa hoy un problema complejo que requiere de la integración de diferentes metodologías de trabajo, entre las que se incluyen la adopción de buenas prácticas en los procesos productivos, el estudio y diagnóstico de los principales focos generadores de olor, el confinamiento, canalización y extracción de las emisiones odoríferas y, en última instancia, el tratamiento fin de línea más adecuado a la naturaleza de los compuestos a tratar. No hay una receta universal y por tanto, cada problema requiere de una solución específica definida e implementada por empresas de solvencia demostrable.
En Chile existe el talento, la experiencia y tecnología probada a nivel global para gestionar de manera eficiente y sostenible los malos olores, ofreciendo soluciones integrales que permitan a la industria centrar sus esfuerzos en el desarrollo sostenible de su actividad productiva en armonía con su entorno.
En ese contexto, representantes de diversas compañías, organismos estatales, universidades, y empresas especialistas se reunieron recientemente en Concepción para abordar esta temática en conjunto, en el seminario “Gestión de Olores en la Industria” en el que se abordó la gestión de olores en el escenario regulatorio y se presentaron herramientas y soluciones para optimizar esta gestión.
Confiamos en que este diálogo ayudará no sólo a encontrar soluciones sostenibles y eficientes para el tratamiento de olores, sino que esta experiencia será además un paso relevante para que el desafío del manejo de olores en las industrias se comience a considerar como fundamental en las políticas de sostenibilidad de todas las industrias a nivel nacional.
Así, en lugar de ver que las personas dejan sus hogares como consecuencia de los malos olores, podremos ver a comunidades que crecen y se desarrollan de la mano de una industria responsable en sus procesos y sostenible con su entorno, generando empleo de calidad y favoreciendo el desarrollo de las comunidades.
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