El Agua y la Generación Eléctrica

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Rodrigo Rivas M. Gerente General de Valor Estratégico Consultores


Hace algunas semanas destacábamos el esfuerzo que ha hecho nuestro país en el impulso de las energías renovables no convencionales, dada la convicción instalada de que el desarrollo energético del país debe estar al servicio de la comunidad y de la naturaleza. Las energías limpias así lo permiten y nuestro país, cuenta con una geografía idónea para desarrollarlas y promoverlas.

Dentro de las ERNC más conocidas y que han llevado la delantera en la instalación de proyectos en el país, están la fotovoltaica y la generación eólica. Las primeras, sin duda que han llevado la delantera en el incremento de los proyectos y por ende, son las más reconocidas y las que cuentan con una mejor recepción de la opinión pública.

A comienzos de noviembre, en la comuna de Vallenar, región de Atacama, se inauguró el proyecto El Romero Central, la mayor planta fotovoltaica en América Latina y se sitúa como una de las diez instalaciones de estas características más grandes en el mundo. Esta planta solar tiene una potencia máxima de generación de 196 MW y de acuerdo a lo que lo que se dio a conocer, la planta cuenta con 776.000 módulos solares en una superficie que abarca los 1,5 millones de metros cuadrados.

Nuestro país es privilegiado por contar con las condiciones geográficas que favorezcan la instalación de proyectos de ERNC, pues estas energías dependen en gran medida de las condiciones climáticas específicas. Y nuestro país cuenta con las condiciones idóneas para ello.

Sin embargo, una energía que también es limpia y que ha sufrido una caída en su valoración es la generación hidroeléctrica y que también debe complementar a las fuentes energéticas no convencionales. Hoy, cerca del 40% de la energía que se produce en el país es generada por centrales hidroeléctricas, por lo que es un recurso que no se debe obviar a futuro.

Sabemos que hoy el agua, más que un elemento, se ha transformado en un bien preciado y al que se le busca dar resguardo a como dé lugar. Y no es un tema que únicamente preocupe en Chile, sino que existe a nivel mundial una necesidad de resguardar este recurso por su poca disponibilidad.

Si bien Chile sufre de escasez hídrica desde las regiones de Arica y Parinacota hasta el Biobío, hacia el sur nuestra geografía nos permite contar con las condiciones para instalar pequeñas estaciones de pasada en el sur del país, que generan un impacto menor en el entorno, pero que cuentan con una mala reputación, pues se tienden a relacionar con los grandes proyectos hidroeléctricos y sus consecuencias en el entorno.

Por ello, hoy generan rechazo en las comunidades donde se busca instalar, a pesar de ser fuentes de energías limpias, en la cual se reutiliza el agua, la cual vuelve siempre a su cauce en las mismas condiciones. Es cierto que generan impacto, pero no existe ningún proyecto de generación eléctrica que no lo genere. También, existe una falta de conocimiento en relacionar a todos los proyectos hidroeléctricos como iguales.

Por ello se hace necesario también realizar un trabajo en terreno –desde las autoridades y empresas– con las comunidades para dar a conocer estas otras fuentes de generación energética que tienen un impacto social y ambiental menor a lo que se imagina, pues no siempre requieren de embalses e intervienen mínimamente los cauces de los ríos. Las condiciones para desarrollar este tipo de energía la tenemos también y nuestra misión es acercar a la comunidad los beneficios de estos proyectos que sin duda, contribuirán a incrementar la matriz energética.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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