El Amor Romántico: Un modelo de manipulación, subordinación y sufrimiento

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Por: Bernardita Espinoza V. Ingeniero Civil Industrial – Universidad de Chile


Las mujeres han logrado, al menos en el mundo occidental, avances enormes en cuanto a su independencia, derechos y capacidad de decidir sus destinos.

No obstante pesa aun sobre ellas, un enemigo de su independencia y su capacidad de decidir por si misma, y este enemigo es un modelo de relacionamiento establecido esencialmente en el siglo XIX y XX y que llamamos “Amor Romántico”.

Incluso hoy día en el Siglo XXI, “Por amor” muchas mujeres se sienten obligadas a aceptar situaciones de maltrato, abuso y explotación. Muchas mujeres, que cuentan con independencia económica, o al menos, las condiciones para conseguirla, son capaces de humillarse, subordinarse y someterse “por amor”. “Por amor” muchas de nuestras abuelas, madres, nosotras y nuestras hijas nos hemos sacrificado, nos hemos dejamos anular, hemos perdido nuestra libertad y algo aun más grave, hemos perdido nuestras redes sociales y afectivas, que nos ayudarían a salir de dichas situaciones de abuso.

Y porqué, porque el modelo cultural de amor romántico, que nos es enseñado desde la más tierna infancia, corresponde a un patrón definido por una heroína solitaria (la princesa), paciente, sin sueños, ni ideas propias, que espera que un héroe (el príncipe, el galán), también solitario, desconocido, la salve y la valorice mediante el matrimonio, que es lo único que la completa y valoriza. En este modelo, que se replica en cuentos y películas de Disney, en películas románticas, en TV Novelas y canciones; establece máximas tales como el amor todo lo puede, todo lo aguanta, todo lo perdona, se debe estar dispuesto a darse y dar todo por amor. Máximas que aplican, para las mujeres. Puesto que, al hombre, se le enseña en cambio, que debe dar todo por honor, por la patria, por una carrera, por una posición.

En este modelo de amor romántico, la heroína está sola, habitualmente no tiene madre, está muerta, no tiene amigas y las mujeres a su alrededor son perversas, no puede confiar en nadie, que no sea el héroe. De este modo, el modelo disocia a la mujer de sus redes afectivas y sociales, asimismo ataca la camaradería entre mujeres, que puede dificultar el abuso. La suegra del hombre, es caricaturizada como malvada, pues esta madre, constituye una traba para que el hombre ejerza el control y subordinación que desea.

Asimismo, en dicho modelo cultural, la mujer sola, soltera o viuda es malvada, normalmente es una bruja. No puede una mujer independiente ser buena, ni un ejemplo a seguir. En modelos más modernos, como las TV Novelas, la mujer exitosa, profesional, ejecutiva, empresarias y abogadas son las malas, la buena es la pobre e inocente que nada espera ni nada tiene, más que su inocencia y su belleza que ofrecer, para que el héroe la salve y valorice mediante el amor.

En este modelo conocerse, conocer sus gustos, motivaciones, sueños e ideas no es relevante. Esa dimensión de compañerismo y disfrute mutuo no existe, el amor se asocia a una pasión irracional y sin fundamentos realistas.

Antaño, en la época de mis abuelos y mis padres, el hombre veía a la niña pasear del brazo con su madre, de lejos, solo eso bastaba para acudir a pedir su mano. Luego, reflexionen al respecto (aunque mi padre lo pinta como super romántico), no es acaso impropio definir el compartir la vida con una persona que no se conoce, que no se sabe cómo piensa, ¿qué desea?, ¿cuáles son sus proyectos y anhelos? Pues bien, no importaba, pues la mujer no podía tener más anhelo que casarse y ser madre. Luego todas eran, esencialmente iguales.

En este modelo también, el hombre espera que el amor de su mujer, sea tan incondicional e incólume como el de su madre, así le han enseñado, de modo que la frustración ante la ruptura es inmensa. No importa lo que él haya hecho, no concibe no ser perdonado, pues espera un amor indestructible como el de su madre. Esta situación de frustración también es nefasta para el hombre, quien es proclive a suicidios, violencia y femicidio al no ser capaz de enfrentar una situación inconcebible. Para evitar esta situación de ruptura, el hombre aliena a la mujer, de modo que su aislamiento le haga perder la perspectiva de libertad e independencia, para que sienta que no cuenta con nadie, y que terminar la relación equivale a caer al vacío y a un foso oscuro de soledad y abandono.

Este ambiente y sensación de abandono es propiciado por las canciones románticas que exacerban la desolación de perder la pareja. Como ejemplo siempre se me viene a la cabeza la enfermiza canción “Nothing Compares to you”, con la cual me torturaba cuando joven. Su letra es muy decidora del supuesto abismo que significa una ruptura, abismo que ocasiona tanto temor, que hace posible el aguante necesario para que prevalezca el abuso.

En los extremos, este modelo de amor romántico sufrido y sacrificado, se basan los más grandes abusadores, que llevados al límite son los proxenetas. El procedimiento es habitual, buscar una mujer vulnerable, insegura y sin redes afectivas fuertes, colmarla de atenciones y supuesto amor, mezclando con episodios de abandono y frialdad, mermando su amor propio, de modo que ella considere que debe agradecer que la amen, que se hayan fijado en ella. No solo proxenetas siguen este patrón estratégico para el abuso, sino también numerosos novios y maridos que tratan a las mujeres como yeguas salvajes que hay que domesticar para que sean fieles, sumisas y obedientes. Muchos siguen creyendo que las mujeres nacieron para servir o para amar a los hombres. Y muchas mujeres lo seguimos creyendo también, y de esa debilidad se aprovechan varios.

¡Despierten! No es cierto, nadie es imprescindible, la vida no se acaba por una ruptura, se puede vivir sin amor, y se puede reencontrar el amor. No estoy en contra del amor de pareja, que no se entienda eso, ni del matrimonio y los hijos. El amor es bueno si es edificante y positivo para nuestras vidas.

Mi mensaje es: procuren tener relaciones de amor basadas en la igualdad y el respeto, de compañerismo, basados en el conocimiento mutuo, en compartir proyectos, sueños e ideas, en tener cada uno su independencia e individualidad. Que no sea la necesidad la que defina el amor, sino al revés. ¡Y no tengan miedo a decir adiós, o basta! Cuando la relación de vuelve tóxica e intolerable. No hay abismos ni desolación, eso sólo ha sido creado por la cultura en nuestras mentes.

Mantengan sus redes afectivas y sociales, no se aíslen y no permitan que les aíslen de sus amistades y familia. No consideren otras mujeres como competencia o enemigas, el hombre que es infiel lo será siempre y no culpen a las mujeres de ello, aléjense de ellos, sin odios, ni rencores.

Si han tenido hijos, mantengan relaciones basadas en el respeto con sus ex parejas, no se venguen, ni utilicen a sus hijos de arma o escudo.

Todos merecemos ser respetados, y el respeto no es solo de nuestra integridad, sino que también de nuestra independencia y libertad.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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