Chile se posicionará en 2028 como epicentro de la exploración espacial con la instalación del Extremely Large Telescope (ELT) en el desierto de Atacama, un proyecto valorado en 1.500 millones de euros que permitirá detectar indicios de vida fuera del Sistema Solar
El Observatorio Europeo Austral (ESO) avanza en la construcción del telescopio óptico más grande del mundo en suelo chileno, alcanzando ya el 60% del proceso constructivo del domo. Este proyecto revolucionario, que cuenta con un espejo principal de 39 metros compuesto por 798 segmentos hexagonales, promete transformar nuestra comprensión del universo y posicionar a Chile como líder en la investigación astronómica mundial.
“La promesa de este telescopio es poder detectar una segunda Tierra. Y si no la hay, porque no sabemos si existe, por lo menos podremos decir que la buscamos y no la encontramos”, afirma Steffen Mieske, director de operaciones científicas del observatorio.
El proyecto marca un hito en la colaboración internacional, involucrando a más de 250 trabajadores y 50 empresas e institutos de diversos países europeos. La estructura, que alcanzará 110 metros de diámetro y 80 de altura, representa la mayor inversión astronómica en territorio chileno.
“Para la ESO, estar construyendo el ELT significa mucho porque con él queremos hacer grandes avances en el conocimiento astronómico. Además, de momento es el único telescopio gigante que se va a construir por muchos años que tiene financiación asegurada”, destaca Itziar de Gregorio, representante de la ESO en Chile.
El avance en la construcción ha sido significativo, según confirma Tobias Müller, encargado de ensamblaje: “En este momento tenemos 152 segmentos que pasaron el procesamiento completo y están listos para ser transportados e instalados al telescopio”.
Roberto Tamai, director del Programa ELT, señala las capacidades del nuevo telescopio: “Los telescopios que operan hoy en día alcanzaban a dar información científica, pero cuando los astrónomos la adquirieron, les surgieron nuevas preguntas”.
La instalación aprovechará las condiciones únicas del desierto de Atacama, reconocido por tener los cielos más oscuros y prístinos del mundo, fortaleciendo el liderazgo de Chile en la investigación astronómica global.