El doctor John Ewer, investigador y académico de la Universidad de Valparaíso será el único chileno que asistirá a la actividad que se desarrollará el próximo 10 de diciembre, en la ciudad de Estocolmo, Suecia, para acompañar a los investigadores Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael Young, quienes recibirán la tradicional medalla y diploma por su contribución científica en el campo de la Medicina
“Es muy importante ser parte de este grupo pequeño, somos sólo catorce invitados por cada Nobel (en mi caso invitado por Hall) y poder presencial esto y juntarme con personas que estuvieron en los laboratorios de Rosbash y también de Michael Young, que es el otro ganador, va ser un momento histórico y de una solemnidad notable. Va a ser muy entretenido, así que estoy muy emocionado”, sostuvo John Ewer.
El profesor Ewer es investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV) y director del Programa de Doctorado en Neurociencia de la misma casa de estudios. Además, es profesor asociado del departamento de Entomología de la Universidad de Cornell (Ithaca, estado de Nueva York, Estados Unidos) y doctor en Biología de la Universidad de Brandeis (Massachusetts, Estados Unidos).
“Yo estuve en el laboratorio de Jeffrey Hall e hice parte de mi tesis de doctorado con Michael Rosbash, otro ganador. Me uní al laboratorio de Jeff en el año 1985, que fue justo cuando ellos habían descubierto un pedazo de ADN que contenía el gen del reloj biológico”, recordó.
El doctor Ewer explicó que su aporte a la investigación que llevó a que estos tres estadounidenses obtuvieran la distinción fue —en sus palabras— entender “qué diablos” hacia ese gen para generar este ritmo diario.
“Entonces busqué, observé cuándo se expresaba el desarrollo, cuándo se necesitaba para que el animal fuera rítmico y también dónde estaba el reloj físicamente en la mosca. Esa fue mi contribución, una contribución pequeña, un granito de arena al cuento”, señaló con humildad.
Para el doctor Ewer trabajar con Hall y Rosbash mientras realizaba su doctorado en la Universidad de Brandeis (entre 1985 y 1990), fue muy interesante, porque son personalidades diametralmente opuestas.
“Jeff Hall es una persona muy excéntrica, con una memoria impresionante. Él cuando citaba un trabajo que uno debía leer, nombraba a los autores, la revista y además te decía el volumen y la página. Tiene una memoria enciclopédica de la Guerra Civil Norteamericana, del rock and roll (que es la única música que existe para él) y de los partidos de béisbol y de básquetbol. Es una enciclopedia ambulante y sospecho que eso no ha cambiado. Además, era una persona que yo veía una vez cada dos semanas y me comunicaba casi exclusivamente a través de unos papelitos que nos dejábamos en nuestras mesas. Así revisamos manuscritos, discutíamos resultados y nos juntábamos mucho en reuniones de laboratorios. Ahí era donde yo principalmente interactuaba con él”, recordó.
La relación con Michael Rosbash era distinta, acota John Ewer: “A diferencia de Jeff, Rosbash era un personaje muy presente. Él si estaba interesado en resultados te seguía por todos lados hasta que le contabas qué había pasado y una vez que le contabas se olvidaba de ti por un par de meses. Michael Rosbash es mucho más académico y el ambiente de su laboratorio era más serio”.