Por: Miguel Sanhueza Olave. Académico del Departamento de Electricidad UTEM
En el contexto del Día Internacional de la Tierra cada 22 de abril -y reconocido por Naciones Unidas- se hace evidente la urgencia de tomar medidas concretas para preservar nuestro planeta. Bajo el lema “Cuidar a nuestra Madre Tierra”, este año se destaca la necesidad imperiosa de actuar frente a los desafíos ambientales que enfrentamos, que pueden ser abordados de manera efectiva mediante el uso de nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), el Big Data o el Internet de las cosas (IoT), entre otras.
La situación actual nos confronta con una serie de problemas interconectados que amenazan la estabilidad de los ecosistemas y la salud del planeta. Desde la contaminación plástica en los océanos hasta los eventos climáticos extremos, pasando por la pandemia de COVID-19, cada vez es más evidente la urgencia de abordar estos desafíos de manera integral.
El cambio climático, junto con los impactos negativos generados por la actividad humana, representan una amenaza real para la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas. En este contexto, el papel de las universidades se vuelve crucial.
Las instituciones académicas tienen la responsabilidad y la capacidad de liderar iniciativas de investigación, educación y acción en pro del cuidado del medio ambiente. Desde la promoción de prácticas sostenibles en sus campus, hasta la generación de conocimiento científico para abordar los problemas ambientales, las universidades pueden ser agentes de cambio significativos.
Tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA) pueden desempeñar un papel fundamental en este proceso. Por ejemplo, la IA puede ser utilizada para analizar grandes volúmenes de datos ambientales y predecir patrones climáticos, lo que permite una mejor planificación y mitigación de desastres naturales. Además, el Internet de las cosas (IoT) facilita la monitorización en tiempo real de la calidad del aire, el agua y el suelo, proporcionando información crucial para la toma de decisiones en la gestión ambiental.
Asimismo, el Big Data puede ser empleado para identificar tendencias y correlaciones entre actividades humanas y cambios en el medio ambiente, permitiendo una toma de decisiones más informada y efectiva en políticas ambientales.
Es crucial que las universidades fomenten la investigación interdisciplinaria que integre tecnología, ciencias ambientales y ciencias sociales, así como la promoción de educación ambiental en todos los niveles. Además, deben establecer alianzas con gobiernos, empresas y sociedad civil para promover acciones concretas y colaborativas en beneficio del medio ambiente.
En este contexto, el llamado a la acción es claro: se requiere un cambio hacia una economía más sostenible que garantice la armonía entre las necesidades humanas y la preservación de los ecosistemas. En este Día Internacional de la Tierra es imperativo unirnos al movimiento mundial para restaurar y proteger nuestra casa común, aprovechando el potencial que ofrecen las nuevas tecnologías para lograr este objetivo.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.