Por: Francisco Herrera. Académico de Trabajo Social de la U.Central, región de Coquimbo
En los últimos días se han suscitado en la región de Coquimbo diversos acontecimientos asociados a eventos delictuales en el sector costero de la conurbación Coquimbo – La Serena que han generado un revuelo mediático. Estos eventos han originado una amplia difusión en los medios de comunicación locales, e inclusive nacionales tomando en cuenta la complejidad.
Si hablamos de cifras, en 2022 los últimos resultados de la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) dan cuenta de que en la región tenemos uno de los mayores índices de percepción de delincuencia por la población a nivel país, cercano al 95%, ello permite que supongamos que es algo que se ha mantenido e inclusive incrementado.
Es necesario pensar en cómo esto nos afecta en nuestro diario vivir. A corto plazo, podría tener como consecuencia que la rutina que llevan las personas se vea modificada -sobre todo si pensamos en la población adulta de nuestra zona- por esta sensación de miedo, angustia e indefensión que nos provocan los hechos delictuales. El tener que cambiar la rutina generaría cierto deterioro en la calidad de vida de las personas, evidentemente, en el caso particular de quienes habitan los sectores señalados, pues suelen visitarlo dentro de sus actividades diarias como recreación, actividades de índole laboral, y turistas que viajan a nuestra región.
Debemos tener en cuenta que a nivel emocional las personas que están expuestas a estas situaciones, directa o indirectamente, pueden verse afectadas emocionalmente como consecuencia de un estrés post traumático, evidenciando sintomatología como ansiedad, irritabilidad, miedo, hasta inclusive alteraciones del sueño.
Además, quiero hacer hincapié en algo muy relevante que tiene que ver con la confianza, o más bien, en este caso, sería la falta de confianza en las instituciones que genera este tipo de situaciones, mermando el sentido de pertenencia que tenemos las personas que habitamos en la zona, además de la confianza que podemos tener en autoridades y en la institucionalidad pública.
A partir de lo anterior, surge un cuestionamiento ciudadano sobre la efectividad de las políticas en materia de seguridad en nuestra región. Se hace necesario, en esta línea, solicitar un trabajo coordinado en el que las diversas organizaciones pertinentes puedan velar por el desarrollo de una labor intersectorial, en la que tanto las instituciones públicas como la sociedad civil puedan participar en medidas para abordar estas situaciones.
En este sentido, quiero indicar que es necesario que las eventuales medidas que se puedan tomar incorporen a representantes de la sociedad civil y a la comunidad en general, de esta forma, creo que podríamos generar un cambio de lo que mencioné con anterioridad vinculado a la confianza, cuya recuperación es fundamental para las personas que habitan y visitan nuestra región.
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