Crónica de una ola anunciada: La Ola Feminista

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Por: Bernardita Espinoza V. Ingeniero Civil Industrial – Universidad de Chile


Soy feminista desde 1980, ya a mis 10 años, me daba cuenta de la desigualdad en valoración, respeto y oportunidades que había en mi propia casa, en la Sociedad, en el País, en la historia y en el mundo. Fui criada en un ambiente muy Católico, y ya muy joven, leyendo la Biblia, me parecía increíble que el hombre culpara de sus muy frecuentes “pecados de lujuria” a la mujer y que esta, que, desde mi punto de vista pueblerino, de mujeres sumisas y recatadas, fuera el origen del pecado; siendo que era frecuente que refugiáramos jovencitas empleadas, que de noche arrancaban de sus patrones, nuestros propios vecinos, ingenieros todos, que se les metían en las habitaciones.

Llevo, entonces, 37 años de lucha incomprendida y solitaria por la equidad de respeto, valoración, trato y oportunidades; sin haber nunca reclamado igualdad, pues he comprendido siempre, y de hecho, valorado mucho, las diferencias que existen entre hombres y mujeres, las cuales le dan la potencia a la humanidad en su conjunto.

Y ciertamente, hice muchas cosas en los ambientes más masculinizados de Chile, estudiar Ingeniería en la Universidad de Chile, trabajar en Minería desde 1993, como profesional única en algún momento, trabajar en Mantenimiento de Plantas Mineras, ser Superintendente de Proyectos, la primera en la Historia de Codelco, etc. Buscando, en vez de evitar, el maltrato machista, la discriminación y el desprecio, con el afán de enfrentar y predicar, si se pudiera, a los machistas más recalcitrantes de nuestra Sociedad.

Hoy la Minería es otra, la valoración de la mujer va en ascenso, el respeto ha variado de 0 a 100 y sé, que contribuí, pues no hubo día, en mis 15 años en dicha industria, que no discurseara a alguien, con abnegación.

En estos días, no obstante, me siento sorprendida, después de haber escuchado tanto que mi cruzada era inútil, sin sentido, pues nunca nada iba a cambiar, porque “las cosas son así desde siempre”, “tú no puedes cambiar el mundo sola”, “a las mujeres les resulta cómodo estar en segundo plano”, etc, sorprendida estoy, por esta Ola Feminist que, con algunos extremismos reprobables, está fundada en el concepto “la gota que rebalsó el vaso”.

De pronto, las mujeres, primero se dieron cuenta que en el mundo sus pares estaban pensado lo mismo que ellas, que estaban alzando la voz, y que esto no les estaba significando costos imposibles de aguantar. Segundo se dieron cuenta que eran muchas y que tenían eco en una Sociedad harta de abusos y desigualdades de cualquier especie. Tercero que, si las minorías raciales y sexuales eran capaces de alzar la voz y abogar por sus derechos, porque nosotras, las mujeres, que somos, ciertamente y el CENSO lo avala, MAYORÍA en Chile, no íbamos a tener la valentía de alzar la voz y reclamar por el derecho a ser respetadas.

Y es que este movimiento que tanto asusta, extraña y perturba, tan sólo se ha enfocado en reclamar por el derecho ser respetadas, de no ser violentadas, acosadas y humilladas, siendo que conseguir eso, si bien en basal y fundamental, es tan solo la punta del Iceberg, lo mínimo para seguir conviviendo armónicamente en Sociedad. Pues a estas demandas basales, sin duda deben seguir la igualdad de oportunidades, de valoración profesional, de una cancha con reglas y códigos parejos para todos y no, en cambio, reglas y códigos diseñados por los hombres y para los hombres. Pues hoy día para llegar a ser ejecutiva en una gran compañía, debes comportarte, pensar, hablar y casi vestir como hombre, todo esto sin tener la red de apoyo que los hombres cuentan para desarrollar con total libertad sus carreras, además, ciertamente, de tener un comportamiento intachable, que a ellos no se les exige para nada, de modo de no “provocar tentaciones”, como señaló el Rector de la UC.

“Cuando entres a una reunión, que no se note que eres mujer, que nadie te vea como mujer o nadie escuchará tus palabras”, me dijo un Gerente General, con muy buenas intenciones.

Juega en nuestra cancha como hombre y entonces puede que tengas una oportunidad…Pues bien, así es como muchas llegamos arriba, y si hoy hay Presidentas, Políticas, Ejecutivas, es porque han debido jugar en esa cancha, con esas reglas, aguantando o sorteando con astucia acosos y desprecios, pero nunca compitiendo con igualdad.

Y por fin llegó, el momento propicio para que se generen los cambios, en la ingenua intrepidez de las más jóvenes, que han salido a las calles, muchas sin haber sufrido aun, como yo, el acoso y el desprecio, aquellas jóvenes mujeres, que como dijo Gumucio, no tienen hijos ni problemas económicos, que las obliguen a aguantar y callar, han alzado la voz y alegremente están sacando la cara por las muchas que luchamos en soledad y anonimato por un Chile más respetuoso y ecuánime para enfrentar el Siglo XXI.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.

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