Por: Bernardita Espinoza V. Ingeniero Civil Industrial, Universidad de Chile
En los últimos días se ha generado mucha polémica en torno a la causa Boliviana ante la Haya y a la injustificable paliza recibida por el Ex Candidato presidencial José Antonio Kast, de tal modo que, el tenor de la beligerancia que se ha desatado, me lleva a la siguiente reflexión, ¿cuándo perdimos la capacidad de debatir y disentir?, ¿cuándo nos olvidamos del espíritu de la Democracia y la Libertad de Expresión?, ¿por qué solo algunas opiniones son aceptables de ser emitidas y otras merecen ser silenciadas con violencia?.
¿Por qué Florcita Motuda no puede opinar que apoya la causa Boliviana?, ¿Por qué José Antonio Kast no puede emitir sus ultraconservadoras y fascistas opiniones? ¿No están siendo ambos, fieles representantes de sus propias ideas, nos gusten o no, ideas por las cuales tienen su universo de partidarios y votantes?.
¿O es, acaso, que, los 17 años de dictadura, nos hicieron olvidar las máximas de la Democracia, que son la Libertad de Expresión, la Libertad de Pensamiento y el Rechazo de la Violencia como medio de Expresión de Desacuerdo?
Me preocupa, en especial, aquellos, que un día estuvieron luchando por el retorno a la Democracia perdida con Violencia, y hoy quieren, no obstante, amordazar a quienes opinan diferente, o les violenta escuchar opiniones que no se condicen con las propias, justificando que se les pretenda silenciar haciendo uso de la misma violencia que lucharon por erradicar de la vida política, como medio de coacción y amordazamiento.
Asimismo, me preocupa que aquellos políticos que buscan acuerdos con amplios sectores, que eventualmente exceden su “sector” político, sean tipificados como traidores; como si existiera un muro inalienable que separa chile en lados de los buenos y de los malos, tipificando el diálogo y la apertura a transar y ceder, como una acción de traición inaceptable, demonizando el diálogo y la negociación.
Lo enriquecedor de la Democracia es la pluralidad, pluralidad que incluye opiniones y pensamientos extremos, que de alguna manera alertan, al precisamente ser extremos y exagerados, de riesgos y temáticas, que en nuestra visión promedio nos pasan inadvertida, así como la capacidad de diálogo amplio, negociación y búsqueda de acuerdos, acuerdos tales que no pueden representar únicamente los pensamientos de un sector, sino que el promedio más aceptable en pos del bien común.
Asimismo, el rechazo de la violencia, así como de las prácticas antidemocráticas, debe ser transversal al color político, o las causas de quienes las ejercen, el espíritu democrático, no puede tener exclusiones y acomodarse para aceptar sólo las opiniones de quienes piensan como yo o peor aún aceptar manifestaciones de violencia, cuando estas se ejercen contra personas o grupos que piensan diferente, o que emiten opiniones que me hacen sentir violentado.
Si luchamos por la Democracia y la erradicación de la violencia política, cuidémosla y respetémosla.
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