Por: Hernán Conejeros. Gerente de minería de 3M Chile
Hace unas semanas se publicó el Índice de Competitividad Global elaborado por el Foro Económico Mundial. En este, Chile se situó en el puesto 33° de un total de 140 economías, posicionándose como el país más competitivo de América Latina. A pesar de este buen resultado, uno de los 12 pilares contemplados para evaluar la competitividad del país, la capacidad de innovación, resalta como una de las categorías peor evaluadas.
En una industria tan crucial para el país, como la minería, la cual representa el 10% del PIB y donde la cantidad de cobre extraído por tonelada de roca disminuye paulatinamente, la innovación resulta indispensable.
Para incentivar la innovación debemos partir por fomentar el paso previo: la curiosidad, la cual permite desafiar el statu quo y ver el problema desde diversos ángulos. La curiosidad es la chispa que permite encender el motor de las ideas y, en este caso, desarrollar nuevos procesos productivos y encontrar formas de diversificar la exportación. La innovación permite ir un paso más allá mirando hacia el futuro y para que funcione debe basarse en un trabajo colaborativo.
Un ejemplo de ello es el Centro de Innovación de 3M en Antofagasta, dedicado exclusivamente a la minería. Allí, especialistas de la compañía trabajan en forma colaborativa con empresas mineras para aumentar la productividad a través del desarrollo de productos, procesos y soluciones que se adapten a la realidad de la industria local.
Es con este sistema que 3M logra introducir al mercado 50 productos cada mes a nivel global. Lo que tienen en común todas estas nuevas ideas es que nacen de la curiosidad, de la pregunta ¿qué pasaría si…? para transformarse en avances concretos que aporten al desarrollo de empresas y a la calidad de vida de las personas.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.