Por: Dazma Guzmán. Coordinadora del Programa Vivo Curimón de Fundación Lepe. Profesional en Ecoturismo y Magíster en Desarrollo Rural
En Chile cada año conmemoramos a finales de mayo el día de los patrimonios, una iniciativa que este 2024 cumple 25 años. Esta celebración nos invita a disfrutar, conocer y reflexionar sobre los patrimonios del país, para lo cual distintas organizaciones e instituciones están convocadas a abrir sus espacios y proponer actividades gratuitas para toda la comunidad.
Como existen diversos patrimonios, tangibles e intangibles, la oferta de actividades en el país es amplia, pero ahora nos detendremos a reflexionar específicamente sobre el patrimonio biocultural, un concepto definido por el International Institute for Environment and Development como “la diversidad biológica y cultural inter-conectada de (…) las comunidades locales, que abarca desde semillas a paisajes, desde conocimientos a los valores espirituales, los que son trasmitidos de generación en generación.”
Esta mirada aúna el patrimonio cultural con el natural, en torno a acciones gracias a las cuales podemos hoy seguir disfrutando de dichos patrimonios. Esas acciones corresponden a las prácticas culturales que se han venido realizando a través de la historia, la innovación de procesos, así como las transformaciones en los territorios, las comunidades y sus paisajes.
El patrimonio biocultural es tan rico que en cada rincón del país podemos encontrarlo manifestado de manera diversa; la curiosidad, la observación y la interacción atenta y respetuosa de lo que sucede en nuestro entorno cercano, nos aproxima a descubrirlo. Por eso, al tratarse de una riqueza patrimonial en plena vigencia y desarrollo, la propuesta es explorarlo, visibilizarlo y cuidarlo.
Muchas veces ocurre que al ser las prácticas y saberes patrimoniales parte de nuestra vida cotidiana, no nos resulta fácil reconocerlos. Por eso es importante preguntarnos de vez en cuando, a nosotros mismos y a nuestra comunidad ¿Cuál es el patrimonio biocultural de nuestro territorio? ¿Cómo se vive el patrimonio de este lugar que habito o habitamos? ¿Cuánto ha cambiado a través del tiempo?
En la localidad de Curimón, inserta en el corazón del Valle del Aconcagua, lugar donde nació Fundación Lepe y donde se ejecuta el Programa Vivo Curimón, tenemos como patrono a San Francisco de Asís. Su imagen sale en procesión todos los 4 de octubre hacia la cima del Cerro Curimón. Éste es un buen ejemplo de patrimonio biocultural para esta localidad.
Dicha imagen de San Francisco es parte de nuestro patrimonio cultural tangible, la procesión es parte del patrimonio cultural intangible de país, todos los conocimientos que se asocian a esta fiesta, los ritos religiosos, conversaciones, preparaciones previas y actividades que se llevan a cabo para que la celebración al santo patrono pueda suceder anualmente es patrimonio biocultural de Curimón, del valle y del país. Incluso podemos ir más allá, porque esta celebración es única, no existe otra igual en el mundo, y eso ya tiene un gran valor que debemos proteger.
Como Fundación Lepe, en nuestro enfoque hacia el desarrollo regenerativo de los territorios, ponemos en valor las relaciones entre todos los seres y elementos que forman parte de nuestro entorno, pues la regeneración nos invita a pensarnos como una pieza más dentro de una red amplia de interconexiones que nos vuelven dependientes unos de otros.
En ese sistema, el patrimonio biocultural nos conecta, fortalece y entrega identidad. Por ello, la invitación es a que este mes celebremos los patrimonios, exploremos, valoremos y cuidemos ese legado que nos ha sido heredado, para que en el futuro podamos seguir disfrutando de éste.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.