Diputada Alejandra Sepúlveda: “Creo que las mujeres son tremendas candidatas y no galletas”

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Alejandra Sepúlveda Órbenes es una viñamarina que ha hecho de su vida una carrera política, dejando muy en claro que una mujer puede marcar la diferencia en un mundo de hombres. Y si bien llegó a ser parte del espectro político cuando en el 2002 a su partido de ese entonces (DC) le faltó un nombre para las elecciones parlamentarias en la Región de O’Higgins, fue ahí cuando les dio una sorpresa… su votación, una que ha mantenido y crecido con el tiempo. Incluso llegó a presidir la Cámara de Diputados entre el 2010 y el 2011


En entrevista exclusiva con Poder y Liderazgo, esta mujer, madre de tres hijos, ha sabido conjugar el tiempo para ser madre, dueña de casa y parlamentaria, pero además, una de las congresistas que más tiempo le dedica al terreno y a escuchar a la gente, en especial al mundo campesino.

Diputada de la Región de O’Higgins y veterinaria de profesión, actualmente milita en la Federación Regionalista Verde Social, “pues es un partido que entiende y cree en las regiones”, y es ahí donde ella mejor se siente, defendiendo el derecho de la gente que vive en regiones y que muchas veces ve como los recursos van en demasía a la capital del país.

“Llegué a la política como galleta, pues yo estaba en la democracia cristiana y se había retirado la persona que competiría en un cupo para diputado, y la verdad es que me pidieron el nombre… Préstanos tu nombre, sabemos que te va a ir mal y que no vas a ganar, pero necesitamos ir con la lista completa… Así me dijeron, y mi primera opción fue decir que no, pero finalmente dije que bueno, pues la idea era ayudar, además, todos los otros nombres que venían eran varones, entonces uno siempre reclamaba por que las mujeres no teníamos sitio en la política, así que participé, asumiendo el desafío, porque lo era, y más aún porque yo tenía tres niños chicos y era separada”.

“Esto pasó 4 ó 5 meses antes de la votación, así que fue una cosa bien rápida, y afortunadamente nos fue bien. Sacamos el 35% de los votos, fuimos la quinta mayoría electoral del partido. Y ahí se dieron cuenta de la importancia de las mujeres como candidatas”.


¿Fue una sorpresa?

“Fue toda una sorpresa, hasta para mí”.


¿Sintió discriminación en ese entonces u hoy en la política por ser mujer?

“Si, muchas veces… Es un mundo muy duro, muy masculino. Un solo ejemplo basta para graficar la discriminación que sentí al llegar al congreso, y es que me querían dar cualquier comisión, ya que todos los hombres se  habían repartido las comisiones. En ese tiempo éramos dos mujeres los que estábamos en la bancada, y yo tenía puesto mis ojos  en la comisión de Agricultura, pero en ella ya estaban interesados muchos varones, así que me dijeron que no, que me fuera a la comisión de Familia, que esa sí era para mujeres”.


¿Y quién ganó?

“Les dije que si no iba a estar en esa comisión no iba a estar en ninguna otra; así que formé parte de la Comisión de Agricultura, y obviamente también de la de Familia, porque pareciera que  solo las mujeres tenemos familia…”.

Alejandra Sepúlveda no solo integró la Comisión de Agricultura, sino que fue la primera mujer que formó parte de ella y llegó años después a presidirla. Y cómo no, “si representaba a una región que es fundamentalmente agrícola”.


¿Ha sentido soledad en el Congreso?

“De los 10 parlamentarios que tenemos en la región de O’Higgins, sólo somos dos mujeres. Y fui por muchos años la única… Solos dos mujeres y eso es fundamentalmente por la ley de cuotas, una iniciativa que peleamos durante mucho tiempo y que indistintamente si eran de una coalición política o de otra, se votaba que no”.

“Soy autora de la ley de cuotas y nos tocaba hablar con los diputados, incluso vimos esta ley en la comisión de Familia en una primera instancia, y en esa comisión perdimos por los votos de la Nueva Mayoría, que era la Concertación en ese tiempo. Entonces, lo cierto era que no importaba el color político, porque el poder tiene una transversalidad. Ahí lo único que preocupaba era que si entraba una mujer en la ley de cuotas tenía que salir un hombre y eso es lo que nunca se quiso”.

“Finalmente lo que ocurrió con el  tiempo es que se aumentaron los cupos y ahí fue distinta la reacción, pues nadie tenía que salir para que entrara una mujer… Esa fue la diferencia”.


Durante muchos años fue la única mujer en política directamente como parlamentaria, ¿siente que hay una responsabilidad hacia la comunidad con respecto a ello?

“Creo que más bien la responsabilidad tiene que ver con los niveles de votación que hemos tenido siempre. Ósea, créanme que teniendo una votación tan alta, la responsabilidad es esa, más que ser mujer, porque cuando te daban el voto, no es que te den el voto y ya, te dan la responsabilidad”.


¿Siente que dan el voto por ser mujer?

“Creo que en parte sí, y es porque hay un nivel de representación. Si las dos hablamos de lo que hacemos el día domingo, vamos a encontrar que tenemos mucho en común… las dos tenemos, por ejemplo, que ir al supermercado y ver las tareas de los niños. Son lenguajes, vocabularios, códigos iguales”.

“En Chile la mujer debe luchar por el agua potable rural, porque finalmente es ella la que tiene que acarrear el agua, quien es la que tiene que cocinar y lavar. Es la que baña a los niños, y sabe que sin agua potable tendría que hacerlo como antes, en el canal de regadío. Porque así era, y esa es la realidad, y todos los problemas que tenemos con la dermatitis vienen de ahí”.

“Y ahí está ese código del que hablo, porque no es el agua potable por el agua potable, es lo que hay al interior de la familia, al interior de la casa con el agua potable. Otro ejemplo es que necesitamos más viviendas rurales, y no es por la construcción de la casa, es lo que ocurre con esa familia, con esa mujer que lleva la casa. Por ello creo que la política pública debería ir hacia la mujer, porque sabemos que si aplicas un peso en la mujer, ese peso se duplica hacia la familia. Si aplicas un peso en un hombre, no sabes hacia dónde va… a tomar, a la pensión alimenticia o a su otra familia, duro pero real.  En cambio, cuando va un peso a la mujer, va un peso a disminuir la pobreza en una familia. Entonces, ese es el discurso que yo he dado toda la vida en el congreso. Si nosotros focalizáramos la política pública a la mujer, nosotros podríamos disminuir la pobreza drásticamente en este país”.


¿Es muy distinta la conversación con un hombre?

“Hay que traspasar del código de ser mujer al código de ser varón en muchas oportunidades, porque tienes que discutir de tú a tú. No puedes ser blanda en esto, en esta pega nos vamos forzando con dureza para enfrentar las cosas. Tenemos horarios larguísimos, yo me desocupo todos los días a las 11 de la noche y esos horarios no son compatibles con la vida familiar,  pero hay que lograr que así sea, y ahí la discriminación se siente”.


En la misma línea, ¿las cúpulas de los partidos entienden o le dan importancia a la mujer en política?

“No, porque para las cúpulas de los partidos, la mujer es casi invisible y cuando existe es para  poder rellenar el 20% de la cuota partidaria, y no porque valoren y reconozcan que nos necesitan. De corazón creo que las mujeres son tremendas candidatas y no galletas”.


De estos cuatro períodos que lleva, ¿cuán distinto es el Congreso?

“El Congreso de hoy es absolutamente distinto al de hace 20 años, o al de 4 años atrás… Absolutamente distinto. Y creo que ha ayudado mucho toda la ola feminista. Imagínate que hoy el Congreso hasta tiene su reglamento interno en términos de acoso laboral y, el de acoso sexual se está trabajando”.

“Yo siempre he estado en comisiones más bien de obra, como obras públicas, agricultura, vivienda, desarrollo social, y donde siempre ha habido muchos hombres, porque creen que ahí está la construcción con el cemento, con el fierro, y eso asumen que es de hombres, pues al contrario, ahí es donde tenemos que meter las manos nosotras. Son las obras que con fierro y cemento marcan la diferencia para las familias,  y las mujeres lo entendemos bien… porque si yo no tengo un puente cómo saco a los chiquillos a estudiar, cómo llega un furgón escolar o una ambulancia, simplemente no van.  El niño tiene que caminar  y con barro llegar a la escuela, y ahí es donde a las mujeres nos interesa la obra pública”.

“Creo que hay un concepto de siempre arrinconarnos hacia los temas de las mujeres, pero la obra pública, la cosa dura, la vivienda, los puentes, los caminos, el agua potable, la habitabilidad rural, son fundamentales para el desarrollo de las personas”.


¿Cuáles han sido los momentos más difíciles?

“Lo más difícil que me ha tocado es cuando no pude convencer a mis colegas diputadas y diputados de votar en contra del TranSantiago, y fui de los pocos parlamentarios que votamos en su contra. Y fue doloroso no poder convencerlos que esta cuestión  iba a ser una política pública nefasta y por  consecuencia, la íbamos a pagar todos, con un desangre financiero tremendo y que raya para la suma, es un servicio que no sirve”.


¿Y en términos personales?

“Creo que un momento doloroso lo viví en una ocasión en Santiago cuando comía con mis hijos en un restaurante, y sentí que nos apuntaban, porque muchas veces por los errores de algunos nos tachan a todos de ladrones, de sinvergüenzas, de irresponsables, de cuanta cosa te imagines, y nos meten en un mismo saco, cuando lo cierto es que en todas las profesiones y oficios hay de todo”.


¿Sus hijos pagaron algún precio por la mamá diputada?

“Yo creo que todas las madres que estamos en política y en muchas otras profesiones, el costo los pagan los niños pues deben casi crecer solos, tener una apoderada fantasma, porque así es, se crían en parte solos, y vienen a entenderlo un poco más cuando ya están más grandes, pero hay un costo que se paga y que te lo van a cobrar en algún momento de la vida. Esa cuenta siempre se paga”.

“Salir de la casa a trabajar es duro para uno como madre, pero también para los niños, pero es necesario hacerlo”.

“Sé por experiencia de vida que finalmente después se valora a la madre que trabaja y lo cierto es que las que trabajamos afuera lo hacemos el doble. Yo podré ser diputada, pero al llegar a casa tenía que ayudar en las tareas de mis niños, revisar lo que estaba pasando, porque ese rol de madre es insustituible. Y si queremos hablar de machismo, basta un ejemplo: si al niño le va mal en el colegio, finalmente te echan la culpa a ti”.


Pasando al plano laboral, ¿están en deuda con las mujeres?

“Creo que como sociedad estamos al debe en la vulneración de las mujeres en la empresa privada, y también en la pública, donde muchas veces hay diferencias entre los grados que tienen las mujeres en relación con los hombres, y si una mujer pregunta el porqué a su jefe, le contestan ¡qué reclamas tú si tienes el trabajo de tu marido! Osea tu trabajo es un complemento… eso me contestaron una vez hace muchos años”.

“Pero no solo están en deuda en salarios, también en términos de discriminación. Por ejemplo, una mujer de la tercera edad, rural, con discapacidad e indígena, de seguro se siente discriminada, y por ello luchamos para que no lo sea, además que la mujer mayor de hoy es mucho más empoderada que el hombre, y basta con ver que en la mayoría de los clubes de adulto mayor las dirigentes son mujeres y son las que roncan ahí”.

Por esto mismo admiro mucho a las mujeres, pero en especial a aquella que tuvo 15 o más hijos y que la tenemos en el campo, con ganas de seguir haciendo las cosas. Mujeres que debieron convivir con un marido que se iba y no volvía, mujeres que no tenían como parar la olla, mujeres que se hacían cargo del campo y de su casa, y que eran de las que no tenían pañales desechables ni lavadoras, donde tenían que almidonar la ropa y lavar todos los años los colchones en el río y después secarlos arriba del techo… A esa mujer admiro, la que se sacaba la cresta trabajando y que con pocos recursos no solo crió a sus hijos, si no a cuantos encontró medio huachos en la calle, porque esa es la mujer de corazón y por la cual me saco el sombrero todos los días”.


¿Desafíos futuros… Senado?

“Vivimos el día a día. No somos de proyecciones a largo plazo, pero no descartamos una candidatura senatorial, aunque hoy en día tenemos el desafío del nuevo distrito, que es un distrito extenso, 20 comunas, antes solo teníamos seis, y todas son súper rurales, aunque lo cierto es que me gustan mucho más las comunas pequeñas que las grandes, comunas donde está el sector campesino, un sector de la reforma agraria, un sector donde hay muchas cosas que hacer y estoy muy feliz con el nuevo distrito, realmente muy contenta”.


Dejando claro que no descarta el Senado, se ha terminado la entrevista, que realizamos en pleno valle de Colchagua, desde donde Alejandra Sepúlveda envía un claro mensaje a las mujeres que desean incursionar en política: “Atrévanse, abran la puerta de los partidos políticos, entren y reclamen su espacio. Prepárense y atrévanse a entrar en este mundo que no es fácil, pero que de seguro harán de la política un lugar prestigioso, pues las mujeres tienen todas las cualidades para hacerlo”.


 

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