Por: Richard Andrade C. Director de Poderyliderazgo.cl
El 11 de marzo de 2018 el Sebastián Piñera Echeñique asumía por segunda vez la presidencia de Chile y, ante el pleno del Congreso Nacional, en su discurso, específicamente en la página 4, planteó con fuerza y gran elocución lo siguiente:
“Quiero reiterar ante ustedes el compromiso que hicimos durante la campaña: las prioridades de nuestro Gobierno van a ser las prioridades de los chilenos. Y por ello, pondremos todo nuestro compromiso, nuestro esfuerzo y nuestras capacidades en lograr hacer y alcanzar ciertas metas imprescindibles: Hacer retroceder la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo, para que pueda avanzar la seguridad de nuestras familias, la integridad de nuestros jóvenes y la paz en nuestras regiones.
“La seguridad ciudadana es una condición fundamental para poder desarrollar de verdad nuestros proyectos de vida. Por eso, nunca, nunca dejaremos que el temor invada nuestras conciencias ni nuestros hogares y mucho menos nuestras vidas, porque ello significaría atrofiar nuestra libertad y empobrecer nuestro futuro”.
“Para lograr esta gran tarea, vamos a modernizar profundamente nuestras policías y nuestro sistema de inteligencia; vamos a mejorar la coordinación entre las policías, los fiscales y los jueces, y vamos a fortalecer nuestra capacidad para rehabilitar a aquellos que han equivocado el camino”.
A semanas de entregar el mando del país a Gabriel Boric, el panorama en materia de seguridad es caótico, la delincuencia hace nata en todo el territorio nacional (robos, portonazos, secuestros, asaltos y homicidios). El narcotráfico ha consolidado su presencia e influencia en los más diversos ámbitos de la sociedad chilena, tendiendo como base las poblaciones más precarias del país, en aquellos barrios donde el Estado no ha estado. La crisis que afecta a la región de La Araucanía, lejos de mejorarse ha crecido de la mano de estrategias y acciones erradas que han acrecentado un conflicto permanente con costos que solo pagan quienes viven en este territorio.
También es necesario resaltar que poco y nada se ha hecho por reformar las policías, dotarlas de mayor preparación, tecnología y recursos concretos orientados a la prevención del delito. Por el contrario, durante esta administración aumentó el descredito y valoración de Carabineros por parte de la ciudadanía. Desfalcos, fraudes y sobornos al interior de la institución terminaron por lapidar la imagen y respeto que en antaño poseía.
De rehabilitación social, programas de inserción y/o mejorar las condiciones laborales de los gendarmes, mejor ni hablar. Los recintos penitenciarios se han consolidado como la mejor “universidad” de los delicuentes.
Las palabras dichas por Piñera cuatro años atrás hoy son parte de la historia, pero retumban con dolor en las miles de víctimas de la delicuencia en las diversas comunas del país. El temor y la inseguriidad se instalaron en nuestra sociedad, mientras el delincuente, nacional e internacional, aumenta su actuar sin ningún pudor ni restricción.
Por lo mismo, es impresentable la desvergonzada ofensiva comunicacional de la derecha chilena, a semanas de entregar el poder, culpabilizando a la próxima administración sobre la actual crisis de seguridad de afecta al país. ¡Ayer fue Bachelet, hoy es Boric.. realmente impresentable!.
Se olvidan que aún son gobierno y que en este tema particular, caballito de batalla electoral por lo demás, han desarrollado una gestión política y administrativa más que ineficiente. Han faltado a la principal promesa política hecha a los chilenos, por lo que deben hacer la necesaria autocritica y no caer el “carerajismo” de culpar a otros por lo que no han hecho o han hecho mal.
A la luz de los hechos, todas las promesas de Sebastián Piñera y su sector se han convertido en lugares comunes, frases hechas y sin ningún sentido de acción ni conexión con la realidad. Lo hemos dicho en reiteradas ocasiones, la derecha chilena está en crisis, carece de liderazgos y visiones que permitan aportar decididamente al desarrollo del país y sus habitantes.
