[Editorial] No somos tan corruptos… nos preocupamos del tema y nada más

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Por: Richard Andrade C. Director de Poderyliderazgo.cl


Recientemente Transparencia Internacional hizo público el Índice de Percepción de la Corrupción 2021, donde Chile figura con un puntaje de 67 puntos de 100.  Nos ubica en el segundo lugar, tras Uruguay (73), en el continente latinoamericano y en la misma posición que estábamos en los últimos dos reportes (2017 y 2019).

Algunos sacan cuentas alegres de los resultados y hacen gala que somos los menos corruptos del continente. Consuelo de tontos diría mi sabio abuelo, pues lo cierto es que en los últimos años hemos sido incapaces de avanzar en un tema esencial y clave para mejorar nuestra sociedad.

En concreto, desde el año 2014 a la fecha hemos retrocedido 5 puntos, lo que se explica en gran medida por los múltiples hechos de corrupción que vieron la luz pública durante este período y, para ser justos, porque también se han implementado mejoras a la Ley de Transparencia y otras acciones, que de una u otra forma, han permitido acceder a más y nuevas informaciones relacionadas con el quehacer del sector público.

En el 2015 se destapó uno de los secretos a voces más relevantes de la política criolla y, tal vez, el hecho más incidente en este ranking internacional: El financiamiento ilegal de campañas políticas por parte de SQM y Penta, que alcanzó a múltiples conglomerados políticos, incluido a varios candidatos presidenciales.

En 2018 el Consejo para la Transparencia, a propósito del décimo aniversario de la Ley 20.285 sobre Acceso a la Información Pública, publicó el estudio “Diez Años, Diez Casos. ¿Cómo la Ley de Transparencia ha permitido detectar casos de corrupción e irregularidades en el Estado chileno?”.

  • Incumplimiento en condiciones de uso de terrenos por Cema Chile
  • Uso irregular de casas fiscales por parte de funcionarios del Gobierno Regional de Biobío
  • Incumplimiento de devolución de becas de especialización médica
  • Gestiones irregulares en la construcción de Costanera Center
  • Pagos irregulares de horas extras en diversas municipalidades del país
  • Gobernadora de Chiloé tenía calificación social de “indigente”, lo que le permitió acceder a beneficios sociales
  • Administrador Municipal de Tierra Amarrilla tenía contratos paralelos con el mismo municipio por asesorías
  • Incumplimiento de horarios de trabajo por parte de médicos
  • Viajes injustificados de Concejales de diversas comunas del país
  • Alzas “exprés” de sueldo a funcionarios de Gendarmería previas a su jubilación

 

De estas 10 situaciones, ¿Cuántos de ellas vemos que vuelven a repetirse una y otra vez?

Es decir, encendimos parcialmente la luz, detectamos situaciones que atentan contra la probidad y la transparencia, pero no hemos sido capaces de erradicarlas o al menos diseñar e implementar leyes y mecanismos concretos que permitan su reducción en el corto, mediano y largo plazo.

Y aquí nos encontramos con un zapato chino, pues la solución en gran medida pasa por el trabajo legislativo, ya que ahí descansa la generación de leyes y normativas que, por una parte, doten de mayores facultades a los diversos organismos fiscalizadores, y asimismo establezcan penas más severas para castigar proporcionalmente a quienes cometen hechos que atentan contra la democracia, la institucionalidad y la fe pública. Como diría mi abuelo… ¡el gato en la carnicería comerá hasta el saciarse y mucho más!

Como sociedad hemos caído en una suerte de complacencia y resignación ante la corrupción, los corruptos y los corrompidos. “Somos corruptos, pero no tanto” escuchamos repetidamente cuando abordamos el tema, pero a diario comentamos y replicamos noticias sobre el desfalco de Carabineros, el Milicogate o los negocios del presidente Piñera durante su ejercicio. Los condenamos públicamente tras la pantalla del celular, pero social y judicialmente hacemos como que no pasa nada. Todo sigue igual… mal que mal, ¡no somos tan corruptos como nuestros vecinos!

La sociedad chilena está viviendo una profunda crisis ética, donde todo se relativiza y se justifica en base a valores y principios que atentan contra el “bien común”… es hora de encender la luz, abrir las cajas y sacar todo aquello que nos impide avanzar hacia un mejor bienestar social, pues cada peso que se roba, “se pierde”, se restan recursos para satisfacer las múltiples necesidades de la población.

Es imperativo dejar de mirarnos el ombligo y enfrentar la realidad… la corrupción está enquistada en la sociedad chilena. Lo sabemos, lo percibimos todos los días… pero lo que es peor, hacemos que nos preocupamos, lo repudiamos, y nada más.


 

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