Por: María Soledad de la Cerda E. Creadora del twitter: “Mujeres para la ciencia” @mujeresyciencia
Es realmente un motivo de orgullo que entre los 100 jóvenes líderes 2018, dados a conocer por la Revista Sábado de El Mercurio hace pocos días, 15 de ellos sean jóvenes mujeres que están apostando por las innovaciones tecnológicas, por la ciencia, por el medio ambiente y la investigación. Así lo es también, que la ciudad de Antofagasta distinga al finalizar este año a 11 científicas de la zona por sus contribuciones y destacados aportes al desarrollo de la región.
Otro hito corresponde al ranking de las 100 mujeres líderes del país, en el que 11 científicas, creadoras, investigadoras e inventoras figuraban en él. El futuro es auspicioso si pensamos que este año, dos de cada tres participantes del Congreso Nacional de Ciencia Escolar fuesen mujeres.
Sin embargo, no sería justo al momento celebrar estos éxitos no destacar el esfuerzo, la tenacidad, el empeño y la generosidad con que han trabajado diversas organizaciones femeninas, tales como la Red de Investigadoras, que tal como indican en su página web “promueven la equidad de género en la investigación en todos los ámbitos del conocimiento” o “Conversas en Ciencia”, que es una instancia de divulgación científica orientada a difundir y visibilizar la investigación realizada por mujeres en nuestro país.
Imposible olvidar en este balance a Comunidad Mujer y su programa GET: Género, Educación y Trabajo que se ha propuesto contribuir a disminuir la segregación de género en la orientación vocacional y laboral de las mujeres en Chile.
Pero también han surgido agrupaciones por disciplinas, especialmente en aquellas áreas como la minería, en que la inserción de las mujeres ha sido muy difícil. Así este año se constituyó la Red de Ingenieras de Minas de Chile, RIM, que se impuso como tarea relevar el papel de las ingenieras de minas, derribando los paradigmas de género, y a fin de aumentar su participación en cargos ejecutivos. Baste recordar que hasta marzo de 1996 la legislación dejaba fuera de estas labores al sexo femenino, ya que según el artículo 15, ellas no podían desempeñar “faenas calificadas como superiores a sus fuerzas o peligrosas para las condiciones físicas y morales propias de su sexo”. Una marginación que también tenía relación con la antigua creencia de los mineros latinoamericanos de que las mujeres dentro de las minas traían mala suerte. La presencia femenina podía enojar a la “Pachamama” y provocar un derrumbe.
Pero lo cierto es que el verdadero derrumbe es el que ellas están provocando hoy al romper la brecha cultural que por tantos años se les impuso. Barreras para aportar en disciplinas que fuesen más allá del cuidado de la casa y de los menores, y si algunas tenían la osadía de hacerlo, sus méritos se los llevaban los hombres y ellas eran injustamente invisibilizadas como ocurrió con Nettie Stevens o Rosalind Franklin, por nombrar solamente a dos.
Por esa razón hoy junto con felicitar a las muy merecidas galardonadas del 2018 en el ámbito científico, es preciso también felicitar y reconocer a una pionera como María Teresa Ruiz por abrir las primeras puertas y, sin duda, a estas agrupaciones de científicas y de divulgadoras de este quehacer que son también grandes merecedoras de un reconocimiento.
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