El desarrollo e innovaciones que permitan el uso eficiente de energía y recursos, no sólo impacta positivamente al planeta y las comunidades, sino que también a los mismos negocios
Inundaciones, mega sequías, incendios forestales y prolongadas olas de calor son algunas de las catástrofes climáticas de las que la sociedad ha sido testigo en el último año. Atrás quedaron los tiempos de advertencia y preparación para evitar lo peor; hoy, la crisis climática es una realidad que se debe abordar en tiempo presente.
Y son muchos los esfuerzos en torno a éste, el gran desafío del siglo XXI: la academia se ha abocado a estudiar acabadamente las causas y consecuencias del aumento de temperaturas; ONGs y la sociedad civil se han dedicado a difundir estas investigaciones y a concientizar a la población al respecto, y los Estados están regulando para incentivar tecnologías “limpias” o erradicar las más contaminantes. Y el sector privado también está aportando a esta cruzada.
Caroline Berthod, directora de Desarrollo ASG en Governart, explica que cada vez más, las empresas se están haciendo cargo de monitorear y disminuir sus impactos en el planeta, a la vez que buscan gestionar con mayor eficiencia el uso de recursos, lo que, a su parecer, responde principalmente a dos objetivos: mitigar los efectos negativos de las industrias sobre el planeta y apostar por mayor rentabilidad financiera y gestionar el atractivo de estas empresas de cara a inversionistas, pues se puede evidenciar que están gestionando correctamente sus riesgos.
“Efectivamente, si uno no considera el sobreuso de energías o recursos naturales, ahí hay un riesgo también a la propia sostenibilidad del negocio y, en este caso, de su rentabilidad financiera”, expresa Berthod. Es por eso que aclara que ser líder en uso eficiente de energías o recursos y en el uso de energías más verdes “muestra una diferenciación respecto de los otros actores del mercado, que hace que también pueda crear una atracción hacia ciertos inversionistas y otros stakeholders. Y, evidentemente, también es la promoción de un cambio pero también de la sostenibilidad del propio negocio, pues al trabajar esas áreas, uno es menos sensible a algunos riesgos. Por ejemplo, cada vez habrá más regulaciones contra el uso de energías fósiles; si una empresa ya se ha anticipado, garantiza una estabilidad mayor”.
Empresas que está mitigando impactos en la industria
Entendiendo la importancia de abordar la crisis climática desde el sector privado, con el objetivo de avanzar en materia de mitigación de sus efectos, a la vez que se construye una industria más resiliente, se han creado muchas empresas y startups que buscan fomentar el desarrollo sostenible en la industria latinoamericana.
Un ejemplo de aquello es SunRoof, una plataforma de Descarbonización Energética nacida en Chile en 2013 y que ha logrado expandirse a Latinoamérica, que busca acelerar la reducción de emisiones de carbono de las empresas, mediante el desarrollo, inversión directa y operación de diversas soluciones de energías sostenibles, implementado proyectos relativos a plantas de generación fotovoltaica; electrocargadores y (prontamente) movilidad eléctrica; baterías y otras tecnologías mixtas, innovando más recientemente con un proyecto piloto para el desarrollo de hidrógeno verde del que pronto habrán más novedades
Gracias a ese trabajo, SunRoof logró cerrar importantes proyectos para el autoabastecimiento eléctrico, tanto en Chile como en México y en otros países de la región, los que le permitirán prontamente completar una potencia instalada en el sector industrial y comercial de generación distribuida de 21 MWp, equivalentes a una superficie cubierta de 170 mil m2.
Esta capacidad instalada permitiría la generación de 33.124.198 kWh al año, lo que representa el consumo de 10.000 hogares. Además, esta generación de energía limpia implicaría el ahorro de 16.562 toneladas de CO2, el equivalente a la absorción de dióxido de carbono de más de 662 mil árboles en un año, una estrategia realmente efectiva para mitigar la emisión de gases de efecto invernadero y, por lo mismo, una contribución concreta para reducir los efectos del cambio climático desde las empresas.
“En la mayoría de los países de la región, la descarbonización de los procesos industriales es aún una opción, pero sabemos que prontamente será una obligación y los early adopters tendrán un liderazgo indiscutido en ese momento”, explica Andrés Weinreich, gerente general de SunRoof. “Además, vemos que si bien las normativas no están obligando todavía a las empresas a ser más eficientes en el uso de los recursos y alejarse de los combustibles fósiles, las comunidades, el ecosistema de negocios y los inversionistas sí están privilegiando a aquellas compañías que se adelantan al proceso y optan por la sostenibilidad”, añade el ejecutivo.
Kilimo es otro ejemplo de esta tendencia de compañías que apuestan por la sostenibilidad en el uso de recursos. Esta empresa se creó en Argentina en 2014, con el objetivo de transformar el valor del agua en la producción de alimentos. Rápidamente, logró crecer y se expandió a Latinoamérica, donde opera en 7 países. Hoy tiene una fuerte presencia en Chile, desde donde exporta a México, Perú y Brasil, entre otros mercados.
El modelo es simple: conectan a empresas que quieran invertir en la seguridad hídrica de una cuenca que esté altamente estresada (como la del río Maipo en Chile) con agricultores que estén dispuestos a adoptar nuevas tecnologías para hacer más eficiente el uso de agua para riego y, mediante un modelo de pago por servicios ecosistémicos, le pagan a los agricultores por los ahorros que generen al implementar estas tecnologías.
Gracias a ello, en la temporada 2022-2023, Kilimo logró restaurar 2.327.381 m3 de agua en Chile, México y Argentina en el año, trabajando en 9.000 hectáreas y 22 cultivos para monitorear el uso de agua en la producción de alimentos y logrando pagar más de US$ 150.000 a agricultores para incentivar el uso de tecnologías en la agricultura
“Es súper relevante crear empresas que aporten en la lucha contra el cambio climático, porque la crisis climática llegó para quedarse y las consecuencias de la misma ya las estamos viviendo, principalmente en Chile (uno de los países más expuestos), pero también en toda Latinoamérica. Tenemos muchas ciudades que ya han sufrido racionamiento de agua (como Monterrey o Ciudad de México), por lo que, si no acompañamos a las personas, las compañías y a los agricultores, realmente estaremos viviendo en un planeta inhabitable”, comenta al respecto Andrea Ramos, vicepresidenta de Climate Adaptation en Kilimo.
En este sentido, Caroline Berthod reflexiona sobre la importancia de que los negocios comiencen a funcionar bajo los criterios de sostenibilidad ya que “vivimos en un planeta único y no hay planeta B”. ”Tenemos que hacer negocios que no sólo sean ecológicos para satisfacer a un sector de la población preocupado por temas medioambientales, sino que realmente por que no hay otra forma de hacerlos”, asegura la ejecutiva de Governart.
Para ella, generar un cambio, trabajar de otra forma y divulgar este nuevo método genera confianza y credibilidad hacia las comunidades y también para los inversionistas: “A las comunidades porque se demuestra una preocupación por el medio ambiente y la biodiversidad, mientras que para los inversionistas es atractivo porque les da la tranquilidad de que se están gestionando correctamente los riesgos que, algún día, podrían tener un impacto sobre el resultado financiero de la organización”, concluye Berthod.