Por: Rodrigo Rivas M. Gerente General Valor Estratégico Consultores
Hoy en Chile existen más teléfonos celulares que habitantes, somos el país con mayor penetración de la telefonía móvil en Latinoamérica. Es una realidad que la revolución digital está insertándose en la sociedad chilena con mayor fuerza: el teléfono celular –con sus pros y sus contras– se ha transformado en una herramienta que no solo sirve para comunicarse. Hoy, es un elemento de gran necesidad para nuestra vida diaria; podamos realizar transacciones bancarias, compras, gestión de flotas, incluso, tener monitoreada la seguridad de nuestros hogares, por nombrar solo algunos de los múltiples usos que los chilenos hoy le estamos dando a esta herramienta.
Sin embargo, el acceso a las redes móviles o de wifi no se obtiene de los árboles o del aire, por ello, la infraestructura de telecomunicaciones cumple un rol central para generar mejores condiciones de conectividad. Para aumentar la cobertura territorial, en los últimos años –incluso en el actual gobierno que se termina- se ha impulsado con fuerza el desarrollo de este sector en el país, dotando de conectividad a zonas aisladas de nuestro territorio. En este sentido, hemos sido testigos a través de los medios de emocionantes testimonios de compatriotas que pasaron a tener acceso a conexión con el resto del país y el mundo.
El subsecretario de Telecomunicaciones, Rodrigo Ramírez, expuso hace algunos meses en un encuentro de tecnología digital, la necesidad de abordar las barreras regulatorias que existen hoyen el país para poder instalar la infraestructura que se requiere para sostener los planes del Estado y cumplir con las necesidades de todos los chilenos en cuanto a tener un mejor acceso a la conectividad y, a través de ella, a una mejor calidad de vida. Se asume que la infraestructura existente no es suficiente para sostener el incremento en la demanda que se viene, por lo que diferentes actores del sector han manifestado la intención de realizar cambios a las normativas que se ajusten a la realidad, en donde exista diálogo entre los distintos actores: público, privado y comunidades.
Así, resulta clave que el futuro gobierno del presidente Sebastián Piñera impulse políticas públicas en función de dotar de mayor y mejor conectividad a la ciudadanía y a todos los sectores productivos. Que estas consideren también una institucionalidad que efectivamente permita el despliegue de infraestructura necesaria para ese propósito a un ritmo acorde con la demanda de conectividad.
El desafío para el próximo gobierno -entre otros- en materia digital será destrabar la instalación de infraestructura de telecomunicaciones y que se ponga énfasis en la propuesta de su campaña presidencial que pretende eliminar las barreras y simplificar obtención de permisos municipales para poder acceder a bienes públicos que permitan desplegar fibra óptica y construir antenas para la telefonía móvil.
También se debe dar énfasis a la comunicación, dar a conocer la importancia de contar con un mejor despliegue de infraestructura para mejorar la conectividad, educar a las comunidades y quitar los mitos que existen en torno a las antenas de soporte, que exista un diálogo efectivo entre los actores involucrados, y de este modo destacar la importancia de tener una mejor conectividad.
La conectividad es un beneficio para todos –en especial a las comunidades– pues permite acceder a una mejor calidad de vida en aspectos tales como seguridad, comunicaciones, educación y entretención, por medio de las redes de telecomunicaciones que se despliegan para estos efectos.
El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.