Firma electrónica: el siguiente paso para perfeccionar las estrategias operativas

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Por: Maricel Rojas. Gerente Comercial de Novandi Chile


Nos encontramos en una época donde la rapidez y la eficiencia se han convertido en los pilares que definen el éxito corporativo. Las empresas ya no pueden darse el lujo de perder tiempo en maniobras burocráticas, lentas y costosas. Es aquí donde la firma electrónica emerge como una herramienta clave para quienes buscan optimizar sus operaciones y mantener su competitividad en el mercado.

Existe una creciente necesidad de soluciones tecnológicas que permitan a las organizaciones evolucionar al ritmo de los tiempos actuales. La firma electrónica no ha irrumpido como una simple tendencia pasajera; hablamos de una revolución en la forma de gestionar documentos y acuerdos. No se trata, únicamente, de disminuir el uso de papel -que ya de por sí es un gran beneficio- sino de transformar la manera en que las entidades comerciales operan, haciéndolas más ágiles, seguras y competentes.

Pensemos en el tiempo que se pierde durante la firma de un conjunto de páginas: la tradicional cadena de aprobaciones, envíos y devoluciones puede demorar días o, incluso, semanas. Todo esto se puede hacer en cuestión de minutos, desde cualquier lugar y dispositivo.

Según informes de Docusign, los tiempos de procesamiento para expedientes pueden reducirse hasta en 96% con la implementación de esta tecnología. Es decir, un contrato que antes tomaba días en firmarse, ahora, puede estar listo en apenas unos minutos. Esto representa periodos mucho más cortos para la toma de decisiones.

También se deben considerar factores adicionales, como el costo. Cada documento físico conlleva gastos que difícilmente alcanzamos a contemplar: impresión, almacenamiento, transporte y hasta el riesgo de extravío. Al digitalizar estos procesos, las compañías pueden ahorrar hasta 36 USD por cada archivo firmado electrónicamente. Y cuando multiplicamos esto por cientos o miles de documentos al año, la cifra se vuelve considerable.

Hoy, vemos cómo directivos que adoptan la firma electrónica no se limitan a mejorar el desempeño entre colaboradores; también modifican su cultura organizacional. Al eliminar las barreras físicas y temporales, se impulsa una participación más estrecha entre equipos, creando un ambiente dinámico y orientado a resultados. Esto es especialmente crucial en sectores como el financiero, educativo, hospitalario y energético, donde la agilidad en la resolución de términos y la precisión en la ejecución son fundamentales.

La firma electrónica es mucho más que un simple registro en un soporte digital. Es una puerta de entrada a una nueva era de productividad y estabilidad corporativa. En un mundo cada vez más competitivo, adoptar esta tecnología no es una opción, sino una necesidad para aquellas firmas que buscan mantenerse a la vanguardia. Porque optimizar significa hacer las cosas más rápido, pero también saber hacerlas mejor.


El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la visión ni línea editorial de Poder y Liderazgo.


 

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