Flavia Torrealba: “Nosotros no queremos llenarnos en los territorios de desaladoras, porque tienes que elegir entre matar mar o tierra”

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Presidenta de la Federación Regionalista Verde Social, FRVS, asegura que el mayor daño que ha provocado el caso fundaciones es en la confianza en la capacidad y talento de las propias regiones a para tomar decisiones sobre sus territorios


Reconociendo que le hubiese gustado que el proceso de descentralización y desconcentración de poder fuera más pujantes e inmediato, pero también consciente que las condiciones, como el caso Fundaciones, minaron profundamente ese proceso, la presidenta de la Federación Regionalista Verde Social, Flavia Torrealba, apuesta por seguir levantando esas banderas.

La fundadora del FRVS, creo que la crisis de seguridad, pero sobre todo de confianza, por casos como la ya mencionados de las fundaciones, Hermosilla o de Marcela Cubillo, afectarán en los resultados de las elecciones de octubre próximo.


¿Se siente decepcionada de cómo hemos avanzado en regionalización y descentralización?

Sin duda hay desazón. Nosotros hubiéramos querido que el proceso de descentralización y desconcentración de poder tuviera una mayor intensidad. Entendemos que ha habido problemas para implementar este proceso y, además, nos afectó una cuestión bien compleja como fue el escándalo de las fundaciones. A través de ese escándalo se empezó a sospechar que no había suficiente talento en las regiones para resolver nuestros problemas. Creo que se detuvo el proceso de descentralización y traspaso de poderes.

Creo que nos vimos sumamente afectados. Yo advertí en su momento: probablemente, judicialmente, no va a haber un resultado demasiado llamativo, pero el costo que hemos pagado los descentralizadores, los regionalistas, es inmenso.

Es inconmensurable el daño que el escándalo de las fundaciones le hizo al proceso de descentralización, porque volvimos a ser, las personas de regiones, los sospechosos de siempre, que no son capaces de hacer las cosas bien. Este tratamiento tan injusto y tan indigno, hubiéramos preferido no vivirlo.

La situación está como está, pero yo no decaigo en el intento. Los regionalistas verdes vamos a estar hasta el final peleando, iniciando y mostrando los talentos regionales.

Si bien uno asocia el centralismo con Santiago, la Región Metropolitana también sufre intensamente por la falta de descentralización. Es, tal vez, la región más invisibilizada de todas, porque tiene todos los poderes concentrados, lo que hace imposible planificar esa región de manera inteligente para que el ciudadano encuentre una buena calidad de vida y pueda vivir seguro.


¿Es posible revertir esta realidad?

Vamos a tener que tranquilizar los ánimos, volver a levantar las banderas y, en esta elección, esperamos que esas banderas estén izadas hasta el tope para mostrarles a los centralistas, a los centralizadores, que Santiago no es Chile. Además, queremos demostrar que existe el talento en las regiones para tener un plan de desarrollo regional, planes de desarrollo territorial, tomar el control de las comunidades en nuestras manos. Sin regionalización, sin descentralización, no hay desarrollo.

Es muy básico partir de una modificación en la estructura político-administrativa del país, porque, además, la gente no daña el lugar que habita. Por eso, la regionalización y la descentralización son condiciones para cuidar también el ecosistema.

Nosotros no queremos llenarnos en los territorios de desaladoras, porque tienes que elegir entre matar el mar o la tierra. Entonces, tenemos que conversar sobre cómo administrar el agua, por ejemplo. O tenemos que apostar por la seguridad alimentaria. ¿Qué tenemos que hacer? Juntar a los grandes y pequeños agricultores para ver cómo garantizamos este alimento para los habitantes, y después vemos cómo el resto lo destinamos a participar de esta estructura de economía global. Es decir, hay demasiadas conversaciones que tener.

Tenemos que partir por la validación y el respeto del otro. Por eso, en la Federación Regional Verde nos encontramos todos. Nosotros le preguntamos a la gente de qué lado está, nos apoyamos porque somos básicamente solidarios y esperamos reconstruir esos tejidos sociales de confianza para poder construir.


¿Por la crisis de seguridad que enfrenta el país se condicionarán las elecciones?

Sí, creo que evidentemente estamos en una situación política delicada. Hay un clima antipolítico muy complejo, porque no hay otra forma de organizarse sino a través de un esquema político.

Hay que reconstruir el lazo que teníamos con la ciudadanía. Reconstruir la idea de que entre representantes y representados tiene que haber confianza es una tarea extremadamente difícil, sobre todo cuando uno enfrenta, cada día, un escándalo. Ahora estamos enfrentando no solo escándalos en materia de probidad, como el caso de las fundaciones, que además de haber dañado el proceso de descentralización, está un poco tapado por los escándalos de corrupción que se han evidenciado en torno al caso Hermosilla.

Hoy día tenemos otro escándalo con los sueldos millonarios. El tema de Marcela Cubillos es un golpe al corazón de la confianza ciudadana.

Estamos atrapados en una pesadilla. ¿Cómo es posible que, en una universidad donde estudian básicamente los hijos e hijas de la clase media trabajadora, donde hay 20 mil familias endeudadas para pagar estudios, y donde la mitad del financiamiento proviene del Estado, el 45% de los recursos que maneja esa universidad vaya a parar a los bolsillos de una candidata a alcaldesa de una de las comunas más ricas del país?


¿Debiera Cubillos bajar su candidatura?

Yo creo que Marcela Cubillos no puede ni debe ser alcaldesa de Las Condes, porque va a administrar recursos públicos. Si ella sigue insistiendo en que los privados pueden hacer lo que quieran en este país o sigue justificando su paso por la universidad con los argumentos que tiene hasta ahora, creo que está inhabilitada para ocupar un cargo de esa naturaleza. Este cargo implica administrar una comuna que tiene necesidades, que tiene expectativas, pero sobre todo una crisis de confianza.

Los partidos políticos de derecha deberían ser claros en torno al apoyo que le están dando a esta candidata, porque me parece que mal podemos colaborar como partidos políticos si llevamos adelante proyectos o propuestas que están tan severamente cuestionadas. Lo que más me preocupa es qué señal le estamos dando a la gente. ¿La señal de qué significa ser de derecha? ¿Significa que los miembros de la derecha van a ser siempre gente oportunista que saca el mayor beneficio posible de todo lo que existe?

Esta crisis institucional de confianza ha afectado aspectos cruciales en la vida de una comunidad, como por ejemplo la salud y la educación. Para los chilenos y las chilenas, hay valores sagrados. El derecho a la educación y a la salud son, tal vez, dos de los principales derechos o incluso creencias de nuestro pueblo. A través de la educación y garantizando el derecho a la salud nos vemos más o menos iguales. Entonces, si uno traiciona cuestiones tan sencillas, tan centrales, estamos hablando de un sistema económico y simbólico que no es justo.

Acordémonos de por qué la gente salió a las calles en noviembre de 2019. Los reclamos eran justamente por esta sensación de abuso, esta sensación de que hay chilenos de primera y segunda clase, de que hay una sociedad que está trabajando para financiar a un grupo privilegiado. Esos eran parte de los sentimientos y sensaciones que uno tenía cuando marchaba por las calles. Entonces, estos son símbolos que van a quedar muy indelebles en el alma de Chile.

Sacar la cuenta de que una persona que trabaja en una universidad que educa a la clase media trabajadora gane más que cualquier docente doctorado, más que Einstein —Einstein creo que ganaba el equivalente a 2.500 dólares— es algo increíble. Es la docente mejor pagada del mundo y no hay justificación para ello.

Me parece que esto habla del sistema. Tenemos que analizar el sistema educacional, el tema del financiamiento de la educación, los esquemas de la educación privada, especialmente en la educación superior, donde está prohibido el lucro.


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