Por: Marcelo Carrasco C. Consejero Regional de la Araucanía
El concepto de diversidad cultural, así como el de biodiversidad, va más lejos en el sentido de que considera la multiplicidad de las culturas en una perspectiva sistémica donde cada cultura se desarrolla y evoluciona en contacto con las otras culturas.
En lo que se refiere a la cultura, ella tiene sus orígenes en la palabra latina cultura que designaba el cuidado de los campos y del ganado. A partir del siglo XVI, significará la acción de cultivar, es decir formar, acepción de la que se desprende el sentido que se le da hoy en día, a saber lo que forma y moldea el espíritu. La cultura se torna entonces ese conjunto de significaciones, de valores y de creencias que determina nuestra manera de hacer y estructura nuestros modos de pensar.
La población indígena presenta las tasas de pobreza que son en promedio dos veces más altas que para el resto de latinoamericanos. Esto probablemente no sea una sorpresa, sin embargo, son datos los recientes que todos los organismos internacionales poseen y se discuten en los foros mundiales.
Por otra parte la antropología y los estudios rurales nos indican que no es posible seguir pensando en términos tradicionales porque la relación entre los estados y los campesinos ha cambiado de manera drástica. Las políticas estatales dirigidas al desarrollo agropecuario dan cuenta, una y otra vez, nos guste o no, de que los campesinos han sido marginados de tal manera que han dejado de formar parte del modelo de desarrollo nacional actual.
En la economía global, competitiva, tecnologizada, los campesinos tradicionales han pasado a ser residuales. De protagonistas de la historia y el desarrollo nacionales han sido desplazados a un nuevo ámbito de la intervención estatal: las políticas compensatorias de combate a la pobreza. Para los campesinos ya no hay programas productivos de desarrollo agropecuario sino subsidios públicos de asistencia centrados en la educación, la salud y el consumo. Este es uno de los grandes escenarios donde se desenvuelve hoy la vida rural.
Por eso creemos que es de vital importancia desarrollar un proceso de nuevas competencias a los Gobiernos Regiones para que estos, los Gobiernos locales y cada pequeño agricultor mapuche y no mapuche trabajen este nuevo modelo de desarrollo moderno y sustentable.
Es vital a un modelo de descentralización con identidad territorial, en la que regiones agrícolas y con presencia del mundo indígena, tomo esa realidad y desde hay construya, políticas, programas e instrumentos con pertinencia y visión de desarrollo.
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